Capítulo 23: Siempre te cuidaré

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Allen Brown

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Allen Brown

25 de diciembre, 2015

El primer pensamiento que atraviesa mi mente al despertar es: "Joder, que es bellísima" y el segundo es que quiero dejarme fluir por esta neblina de lavanda y despertar cada maldita mañana del resto de mi vida a su lado, justo como muchas veces lo he imaginado, o he soñado.

Me permito apreciar a detalle su perfil descansando en mi pecho para sentir más profundo los latidos calmados de su corazón enviando sangre a su cerebro que permite el perfecto funcionamiento de sus pulmones, logrando que su respiración sea calmada mientras sus ojos se mantienen cerrados con la sombra de sus largas pestañas sobre las limitas medias lunas debajo de los mismos, debido a las horas despierta en las noches leyendo algún libro. Mis iris descienden hacia su nariz pequeña y fina, acariciando con mi dedo índice el tabique, luego a sus labios tan apetitosos y rosáceos como una sandía.

Básicamente una Diosa caída del jodido Olimpo en mis brazos... por ¿suerte? Supongo, porque aun no comprendo que hice en mi vida pasada como para que alguien como ella este en esta vida presente conmigo. 

Su cabello largo cae por mi hombro, mientras sus brazos rodean mi torso y los míos su cintura. La calidez de su cuerpo es transmitida al mío y me siento en paz, lleno, completo, es una sensación que va creciendo rápido en mi pecho.

—Pareces un psicópata, Allencito — habla, acurrucándose a mí.

Tan romántica como siempre.

Así nos enamoramos de ella y ahora no hay nada que se pueda hacer.

No tardo en hacer más fuerte mi agarre y presionarla a mi cuerpo como si no estuviéramos lo suficientemente cerca.

—Buenos días para ti también, sirena.

Ella sonríe, abriendo sus ojos.

—¿Te cuento un secreto? — susurra en mi cuello, estremeciéndome. —Me gustan estas mañanas contigo.

La felicidad que se extiende desde el centro de mi pecho es incontenible.

—A mi también — confieso, haciéndole cosquillas en la tripa.

Vanessa comienza removerse como gusano en la cama, mientras saca risas despreocupadas pidiéndome que pare hasta que me encuentro sobre ella, sosteniendo mi peso con un brazo a los laterales de su cuerpo. La sonrisa en su rostro es gigantesca al tiempo en que luce agitada con su pecho subiendo y bajando.

—No me beses — pide risueña, al pillarme con mis iris puestas en sus labios.

Frunzo mi ceño.

—¿Porqué?

—Me da vergüenza — susurra muy, muy bajito —. No me he cepillado los dientes. No entiendo como en las películas románticas se besan al despertar sin...

El Destino de Estar Juntos [LIBRO 1 y 2] [Completa ✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora