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ARIA

Había terminado de comer hace un rato y tras lavarme los dientes estaba tranquila viendo una serie en Netflix aunque lo que menos estaba prestando era atención a la televisión, me había levantado algo perezosa y triste pero no sabía la razón, tenía un extraño nudo en el pecho que no se iba y estaba llegando a agobiarme un poco por ello. 

Escuche como el timbre de mi apartamento sonó haciendo eco por el mismo. No esperaba a nadie por lo que hice el amago de quedarme tumbada pero volvió a llamar. Algo confundida me destape con la manta y me acerqué para mirar por la mirilla, sentí mi cuerpo congelarse al verlo. ¿Qué hacía aquí?.

Abrí despacio la puerta y se quedó mirándome a los ojos y mordiéndose el labio, tenía sus manos escondidas en los bolsillos de sus bermudas.

Estaba algo más delgado y su mandíbula se marcaba más que meses atrás. Esos ojos por los que había caído sin freno brillaban mucho más pero su mirada no reflejaba felicidad ninguna, se parecía a la mía.

-Pasa ... - dije y asintió con su cabeza-
-Gracias -se rasco la cabeza- siento venir así.
- No te preocupes -intente evitar mirarle- ¿quieres café?
- No hace falta -sus matices de voz no cambiaban, se mantenían en la misma línea- bonito apartamento...
- Bueno no está mal -mostré una sonrisa algo nerviosa-

Le invite a que se sentara pero el ambiente era muy incómodo, no sabía si era por lo que pasó o por otra cosa pero se sentía raro.

-¿Cómo estás? -me pregunto algo decaído-
- Bien... -me miró como si no me creyera- de verdad Javier -dije suavemente y asintió- ¿tú como estas?
- Estoy mejor -me regaló una pequeña sonrisa-

Nos mantuvimos unos minutos en silencio pero es que no sabía que tema de conversación sacar esto era muy incómodo.

- Quería... quería pedirte perdón -dijo rápidamente- de nuevo.
- Javi ...
- No Aria -me paro- solo quiero pedirte un perdón sincero, me da igual si no me crees o no pero te quiero y por eso lo hago -dijo firmemente-
- No sigas por ahí por favor -suplique pero no me hizo el más mínimo caso-
- ¿Quiéres que te mienta?¿Eso es lo que quieres? -dijo subiendo su tono de voz- te quiero ¿vale? te quiero y estoy enamorado de ti como nunca lo he estado de nadie en mi puta vida -sentí mi cuerpo desfallecer- y sé que he sido un mierda y que no merezco nada que venga de ti pero no puedo, no puedo dejar de pensarte y no sabes cuanto extraño no verte por casa. ¿No entiendes que eres lo único que quiero? -quería llorar en este preciso momento- que eres la única persona que me importa en este momento, que daría todo por ti -se pasó las manos por su cabeza- no lo entenderías nunca.
- ¿Qué no lo entendería? -sentí mis lágrimas bajar por mis mejillas- yo estuve así pero no fue mi decisión terminar lo que pasó entre nosotros -sus ojos se achinaron enfurecidos- es la puta realidad, es lo que pasó y no puedes cambiarlo -solté enfurecida-
- No puedo cambiarlo pero puedo cambiar, quiero cambiar por ti -negué con mi cabeza y sollozando-
- Por favor, basta Javier -esto me dolía mucho, no quería llegar a decirle porqué no podíamos empezar de nuevo, no ahora-

Lo próximo que sentí fue como me acercaba a él con fuerza y posaba sus labios sobre los míos. Era un beso cargado de desesperación, miedo y furia porque pude sentirlo, lo conocía como la palma de mi mano y yo sabía que este beso no iba a quedar aquí, que quería más y lo peor era que yo también quería aunque no debía. Podría ser una bonita despedida entre ambos.

Puse mis manos rápidamente sobre su cuello acariciando su pelo corto y correspondiendo el beso de manera furiosa. Nuestras lenguas jugaban una batalla por ver quién podía llevar el control en este juego y por el momento el iba en cabeza. Sentí como metía sus manos por mi camisa de pijama y dejaba caricias en mi espalda baja y yo por inercia al sentir sus manos bajar más pegue un saltito llegando a enroscar mis piernas en su cintura.

FearlessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora