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Jimin llevaba casi un mes sin poder dormir bien y no sentía apetito alguno, o cuando lo hacía era a excesivas cantidades, sin contar que siempre se trataba de comida chatarra. Llevaba dos semanas sin bañarse, no tenía ganas de hacer algo por él mismo, por tal razón, cuando fue a abrir la puerta de su casa, se había levantado y trasladado con total pereza, lamentándose sobre sí mismo.

Hubiera deseado al menos cambiarse el polo que llevaba usando por cinco días seguidos en el momento que vio a Yoongi parado frente a él, en la entrada de su casa.

Genial, su primera impresión fue horrible y esta la superó a creces ¿Acaso siempre iba a ser así de complicado con el omega?

—Vaya —dijo sorprendido al verlo. Ciertamente no era un secreto el empeño que ponía Jimin en lucir bien e impecable cada momento, por eso mirarlo en tales fachas lo descolocó por completo—. Uh, apestas —Fue lo único que se le ocurrió en ese instante.

Hubo un silencio incómodo entre ambos.

—Sí... esta no es una buena idea —mencionó más para sí mismo Yoongi, quien estaba dispuesto a irse hasta que sintió al rubio agarrar desesperadamente su mano en un intento de detenerlo.

—¡Yoongi! —exclamó con sus ojos llorosos, llamando la atención del omega que al voltear en su dirección se petrificó al ver cómo el otro comenzaba a sobar su cara en su mano pálida, al igual que un cachorrito buscando el cariño de su dueño.

Eso no fue lo que más le impresionó, entró en un mini pánico al ver al alfa arrodillarse en el suelo, estirando su cuerpo apoyándose de sus manos y finalmente poniendo su frente en la fría superficie.

Una muestra de arrepentimiento y súplica. Estaba dejando su orgullo como alfa humillándose ante el omega... en público.

Yoongi entró en pánico al escuchar voces alrededor, más cuando se percató de los nada discretos sonidos de cámaras. Giró su cabeza y efectivamente, habían muchos paparazzi que ahora tenían digitalizado todo ¿Cómo se enteraron de que iba al territorio de Jimin?

«El taxista...», pensó con sospecha entrecerrando sus ojitos felinos.

—J-Jimin, por favor, levántate —ordenó inquieto—, vamos a ser de nuevo los protagonistas del chisme de la mañana, tarde y noche ¡De la semana! ¿Qué van a decir de ti como alfa?

No le hizo caso.

—No me importa si piensan que soy poco alfa o un fracaso para nuestra estirpe por este acto. No me interesa nada más que tu opinión, la de cualquiera no es tan valiosa como tu mera aceptación —habló aún en la misma posición—. Si es necesario te mostraré mi cuello, todo lo que tú quieras lo haré sin dudar... —Alzó la cabeza, mostrando las lágrimas que recorrían por su moreno rostro—, p-pero... por favor... n-no te vayas, no de nuevo... —Volvió a la pose inicial—. No me importa si ya no quieres ser mi pareja, lo a-aceptaré, solo... no me dejes... puedo ser tu amigo y con eso me será más que suficiente... —Comenzó a temblar—. Con verte, yo soy feliz.

Yoongi escuchó cómo comenzaban a cuchichear y con fuerza lo agarró de la parte de atrás la camiseta del moreno, jalándolo bruscamente adentro de la inmensa casa, para cerrar la puerta de golpe.

«Mil y una veces desgraciado Seokjin»

Una vez ya solos, como si se tratara de su propia casa, él se echó en el amplio sofá con su cuerpo extendido por completo en el mueble, mientras prendía la televisión con total confianza, para con el control buscar una serie en Netflix.

Jimin esperaba que lo comenzara a atacar o le reclamara... ¿Qué se supone que significaba todo esto? ¿Por qué no decía algo? Iba a morirse de la ansiedad debido a la incertidumbre.

—¡Alfa! —gritó sacándolo de sus pensamientos—. Tengo hambre.

—S-sí, ahora m-mismo voy a pedir comida —Agarró su celular, pero antes de marcar un dígito, lo interrumpió abruptamente.

—No, no, no —dijo burlón—. Quiero que tú —enfatizó la última palabra—, con tus propias manos me prepares una lasaña.

—¡¿Lasaña?! —replicó escandalizado.

¿Cómo diablos iba a hacer una lasaña?

Jimin en su vida había cocinado algo, ni arroz sabía preparar y Yoongi pretendía que hiciera una lasaña. Vio a su omega, estaba aquí con él, en su territorio.

Allí comprendió que no importaba nada más si Yoongi estaba a su lado.

Sonrió para sí mismo, sintiendo a su lobo mover la cola contento y aullando de felicidad.

No sabía cómo lo iba a hacer, pero de que prepararía la mejor lasaña que Yoongi haya probado en sus veinticuatro años, lo prepararía ¿Qué tan difícil debe ser? Solo era pasta, tomate, queso y jamón. Nada del otro mundo o eso quería creer.

—¿Qué tanto piensas? —preguntó molesto—. Si no te apuras, me largo en busca de quien si pueda darme lo que quiero.

—¡No! —dijo rápido—. Ahorita mismo comienzo —Yoongi lo miró expectante—. Solo... quédate ¿Sí? Vas a tener tu lasaña —Antes de ir a la cocina, volteó a contemplarlo, convenciéndose de que era real y no un sueño, sintiendo un reconfortante calorcito albergándose en su pecho—. Me gusta tenerte aquí.

Yoongi se sonrojó, pero no quitó su gesto enfurruñado.

—¡ANTES DE COCINAR, PRIMERO BÁÑATE QUE HUELES A MUERTO! —vociferó—. ¡AFEÍTATE SIQUIERA! ¡LUCES LAMENTABLE!

Jimin sabía que el pelinegro estaba avergonzado, por eso actuaba a la defensiva. Se iba a esforzar, por él lo haría.

Solo por él.

Para los escritores: ¿También les pasa que calculan cierta cantidad de caps para llegar al final y termina siendo más de lo esperado?

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Para los escritores: ¿También les pasa que calculan cierta cantidad de caps para llegar al final y termina siendo más de lo esperado?

-Alme

MCs ➳ JimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora