🐣 Pollito - Jimsu 🐣

0.19 ¿Pasado? ¿Qué?

Jimin observó en cámara lenta como Yoongi sacó la portátil detrás de su espalda, confiando en que podría ver que escondía el menor, pero la sospesa se la llevó al ver como la metía debajo de una almohada y sin darle chances de preguntar, el menor empuño con poca delicadeza el cuello de suéter que estaba vistiendo tirando de su cuerpo más cerca y uniendo sus labios con la misma fuerza.

"Wow... ¿Tendrá algo que ver con lo que estaba viendo en internet?" Pensó el castaño dejando que Yoongi explorará con confianza eso de llevar las riendas en el beso, una pena que no durará mucho la intención en Jimin, dado que al sentir como el menor comenzaba a perderse este decidió hacerse con el control. Digamos que a Park le gusta eso de dirigir.

Presionando más su pesado cuerpo hacia abajo de manera que le transmitiera al peliblanco quien tenía cautivo a quien, dejó correr una mano hasta la pequeña cintura de su pollito y comenzó a masajear en la zona por debajo de la ropa, erizando los pocos vellos de la piel ajena, siendo tan suave que era irresistible no querer tantear todo. Con su otro brazo seguía sosteniéndose para no aplastar demasiado al cuerpo debajo suyo, que no dejaba de temblar como gelatina, sacando una sonrisa socarrona en medio del beso por parte del mayor.

"Dios, que bien se siente tenerlo de está manera" Pensó Jimin devorando con ahínco la boca ajena, felizmente morboso con el chasquido de sus labios. Sus ojos cerrados ayudaban a maximizar la experiencia de sus otros sentidos, ahí estaba ese aroma a menta que le resultaba adictivo, los dedos de su mano ardían por seguir tocando la piel en su cintura, y sus labios, ¡oh vaya! eso delicados y perfectos labios rosas, tan pequeños en comparación a los suyos, pero que encajan tan correctamente, mientras los movían en sincronía.

Jimin estaba seguro que podría enloquecer en cualquier segundo tras sentir como Yoongi también deseaba matar la curiosidad por el cuerpo contrario, bajando con torpeza y timidez ambas manos que antes posaban sobre su cuello, y ahora surcaban un camino hasta aquel abdomen marcado, tocando y sintiendo lo duro y caliente que era el cuerpo de Jimin.

"¿Con esto le quedarán claros mis sentimientos?" Dudó el menor mentalmente mientras sentía como el oxigeno comenzaba a faltarle, y todas las nuevas sensaciones golpeaban su ser, ansiando que el mayor fuera igual de receptivo respecto a lo que hacían.

Jimin solía tomar lo que su pollito le ofrecía temiendo que siempre se tratará de una ultima vez, sin saber ni poder asegurar que el chico no se alejaría o le diría que estaba arrepentido con lo que hacía, es por ello que en gran parte dudaba y se permitía acaparar todo lo que pudiera de esos momentos, mientras le fuese permitido.

Necesitados de aire rompieron el beso dejando un delgado hilo de saliva que unía a ambas bocas, demasiado mareado por las sensaciones anteriores y avergonzado de ver a los ojos del castaño, que seguro lo examinaban minuciosamente disfrazados con ternura, el pálido chico llevó su brazo hasta arriba para limpiar el rastro de saliva y proceder a ocultar su rostro por la pena.

El castaño mordió su labio inferior inhibiéndose de saltar como fiera y tomar de nuevo la dulce boquita de su pollito, pero su autocontrol tenía un termómetro limitado, y podía jurar que esté pasaba lo 100°.

"¿Ya era hora de irse?" Pensó con una pesadez amarga en la boca del estomago, ¿Por qué nunca podían seguir con los besos? Jimin no buscaba llegar más allá de lo que el chico estuviese preparado, pero a veces el afectado resultaba ser él mismo, no siempre se acercaba al menor con dobles intenciones, de hecho hoy solo quería su atención, compartir con él viendo una película, o saliendo a caminar y tomar unos helados, esos momentos que ambos tenían y que tanto disfrutaba, sin embargo las cosas dieron un giro inesperado, al que podía adaptarse sin problemas; muy poco Yoongi exigía este tipo de atención aunque fuese receptivo a los besos intensos de Jimin, siempre llegaba el momento en que parecía arrepentirse de todo, y la ansiedad de ser falsamente correspondido golpeaba al mayor.