Giren palomitas. Giren

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Pov Isaza

Martín me llevo a la sala. Acomodo los sillones para forma una especie de cama. Su sala es bastante extraña. Es como si hubiera un desnivel en la casa y la sala está dentro de un hueco. Así era la sala de mis abuelos, nunca entendí porque, pero recuerdo bien todas las veces que iba corriendo y sin darme cuenta caí de cara hacia los sillones.

Martín dijo que lo esperará un segundo, se fue y regresó corriendo, se que puede parecer que lo invoque, pero cayó de cara hacia los sillones, rápidamente me lance a atraparlo.

- Gracias - dijo con una sonrisa hermosa en la cara.

No le dije nada, solo mire lo que traía en las manos. Un DVD. Súper viejo, pero intacto, sin un rasguño - Hércules? - cuestione mirándolo.

- Creí que querría verla - dijo alzando la cara.

- Contigo a mi lado ver la pantalla negra estaría perfecto. - no supe de donde salió eso. Pero no me arrepiento de haberlo dicho, Martín se escondió de nuevo entre mi pecho.

- Isa... no digas esas cosas - dijo ahora abrazándome.

- Porqué? - el no respondió pero me abrazó con más fuerza - te ponen nervioso verdad? - se apego con más fuerza y rozo la herida. Me quejé en silencio pero mi niño lo noto.

- Perdón... lo olvide... te lastime - dijo separándose y un tanto asustado.

- No, está bien, no fue nada - lo calmé.

- En serio?

- Si en serio - termine riendo, era tan exagerado a veces.

- Bueno... - dijo dudoso. Miró a la pantalla y a gatas se acercó para poner la película - hazme espacio - dijo cuando regreso mientras se acomodaba a mi lado. El castillo apareció, me recargue sobre su cabeza y así nos quedamos sin decir nada por 93 minutos... 93 minutos que sentí su calor, 93 minutos que percibí su aroma , 93 minutos que escuché su respiración. 93 minutos solo nosotros dos.

Cuando terminó, Martín se giró y se acosto sobre mi estomago. Se volteó a mirarme, le acaricié el cabello y él solo cerró los ojos. Lo mire detenidamente. Sus pestañas, sus cejas, sus labios, su nariz... simplemente me perdí por un rato. Abrió los ojos y sin dejar de mirarlo mi sonrisa debió ser demasiado boba.

- Qué tienes? Tengo algo en la cara? - dijo pasando sus dedos por toda la cara.

- No... no es eso. Solo te miraba... solo... es que eres... - me ahogue de pensar en lo que quería decir, Martín solo río y se quedó fijamente mirándome.

- Entiendo - dijo sin quitar una sonrisa de su rostro y con su mirada aún fija.

- Yo si tengo algo, o qué? - dije también tocándome la cara.

- De hecho - alzo una ceja y torció la boca - tiene algo aquí - hizo como si se limpiara el costado de la boca.

- Aquí? - dije imitando el gesto y revisando mis dedos buscando a lo que se refería.

- No, déjame ayudarte - dijo uniendo sus labios con los míos. Su choque me recorrió hasta los talones, le correspondí y lo acerque a mi tomándolo por la nuca. Sentí sus manos entrelazadas detrás de mi cuello y sus piernas a mis costados.

Cuando nos separamos el tenía una sonrisa delgada pero que dejaba ver sus dientes. Nuestras frentes se tocaban, nuestras nariz en rozaban y las respiraciones se mezclaban.

Quieres ver otra pelicula? - dijo finalmente.

Quisiera hacer algo más - "mierda Juan Pablo, porque dijiste eso!" me regañé.

- Ver una película con palomitas? - la sonrisa que tenia Martín era tan pura. Di gracias a Dios que que no lo haya entendido.

- Exacto - dije y el se levantó y me hizo hacerlo también.

- Escoge la que quieras - dijo dejándome frente a un gigantesco mueble lleno de películas. Había muchísimas pero en su mayoría eran películas muy viejas. Clásicos del cine. Y en versiones súper antiguas. Bien podría decirse que todas eran primeras ediciones. Pero no encontré nada reciente. Tenía un par de títulos en las manos cuando un olor muy peculiar invadió la casa. Palomitas quemadas. Dios, Martín tiene mucho que aprender. Fui a la cocina donde el humo saliendo del microondas se expandía. Martín con una mueca sostenía la bolsa con dos dedos.

- Demasiado tiempo - dijo sin quitar la expresión de asco de su cara.

Mire el tiempo que marcaba el microondas : 78:45 - Con este tiempo podrías preparar unos 200 paquetes - reí.

- El solo dejó caer la bolsa en el cesto de basura.

Tome otro paquete y puse en el tiempo: 3:00 minutos - mira... 3 minutos es suficiente para que no se quemen - dije dándole a iniciar, me miró y luego al microondas.

- Tres minutos... tiene sentido... - su vista estaba plasmada en la bolsa dando vueltas dentro del aparato.

- Voy por algo de salsa - dijo yéndose a la alacena. Y yo me quede mirando a las palomitas girar

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