Siry y Bastian: capítulo 7

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La criatura se elevó sobre sus patas traseras demostrando una postura encorbada y enormes garras en sus manos. Su boca se abrió lentamente dejando escapar un aliento frío entre sus filosos colmillos y su saliva caía al piso.
Al verla finalmente de pie pudieron notar la impresionante diferencia de tamaño, eran como ratones en aquella cueva en comparación, y aquello lo podían vislumbrar con ayuda de la luz de aquel medallón que buscaban que, casualmente, estaba bajo la bestia.

- ¡Mira Kalir! ¡Ahí está! - exclamó el pequeño escapando un poco de su impresión.

- ¡Cuidado! - gritó el Diablo y lo tomó rápidamente para salvarlo del golpe en la tierra de la bestia.

Kalir dio un enorme salto y se aferró con sus garras a la pared cargando con el niño en su otro brazo, Bastian empalideció por la velocidad de ataque.

- E- Eso fu-fue... - tartamudeó.

- Es veloz, a pesar de ser tan grande es ágil - respondió sin quitar los ojos sobre su enemigo.

- ¿Q-Qué vamos a hacer?

- Agárrate de mi, enano - ordenó el Diablo y el pequeño se aferró a su cuello, colgado de su espalda, mientras él escalava más con sus garras.

Una vez que subió un poco más, se detuvo a observar a la bestia desde lo alto. La criatura hizo lo mismo, pero al ver que se habían alejado un poco nuevamente desvió su mirada y se dispuso a recolectar los tesoros con sus garras. Kalir lo analizó en detenimiento por un segundo.

- Mmm... ya veo... - murmuró.

- ¿Qué? ¿Qué ves?

- Esa criatura no puede salir de aquí.

- ¿Qué? ¿De verdad?

- Mira su tamaño, es enorme, al no poseer alas, si quisiese salir de aquí, debería trepar como yo, pero con su peso derrumbaría las paredes de este hoyo y eso provocaría que muy posiblemente quedase sepultada... - dedujo.

- Pero... entonces ¿Cómo se alimenta?

- Seguramente las demás criaturas le proveen comida, esta debe ser una especie de reina o líder.

- Oh... ¿Y los tesoros para qué?

- No lo sé, quizás sean una ofrenda para ella.

En eso, pudieron ver como la bestia parecía pretender cavar un hoyo y sepultar los objetos.

- ¡Oh, no! ¡Los va a enterrar! ¿Que vamos a hacer Kalir?

- Haz silencio, déjame pensar... - murmuró y analizó lo más rápido que pudo la situación - Escucha enano, no voy a mentirte, esto será peligroso. Definitivamente no esperaba encontrarme con algo así.

- ¿No?

- No, desde que soy gobernante no había escuchado nunca de un ser como este, estoy seguro que ni Firinea tiene registro de esto, de lo contrario me hubiese advertido.

- Oh... ya veo.

- Pero necesitamos recuperar ese medallón, y para hacerlo creo que tu ayuda es imprescindible...

- ¿En serio?

- Sí, no estoy seguro de poder hacerlo solo.

- Oh... ¿Y qué me darás a cambio?

- ¿Qué?

- Sí, ¿Qué me darás por ayudarte?

- Maldito enano interesado, te estoy mostrando la aventura de tu vida y en este preciso momento se te ocurre chantajearme.

El Ángel que bailaba con el Diablo 2: Recuerdos en el Infierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora