Las sensaciones, que se agolpaban en su cuerpo, no le permitían pensar con claridad. Tampoco el hombre misterioso le dio un respiro, si este le fuera posible. Fue guiada por su premura y su sujeción.
Se sentía como una burbuja más, no fue consciente cuando se metieron en la habitación, ni prestó atención a los detalles que los rodeaban.
Los besos aumentaban más su ansia. Los respondía con torpeza, sin saber si acertaba en darle en los labios, pero poco le importaba a su compañero ya que iba por otros derroteros.
Le dio un respiro cuando la giró en sus brazos y empezó a desabrocharle los botones de su vestido. El aire cosquilleó la carne de su nuca.
No hubo palabras entre ellos; solo podía oír el galope de su corazón y el pitido de los oídos como música de una especie de preámbulo.
- La cabeza me da vueltas - si no fuera porque estaba sostenida, por detrás, se habría caído.
Este le pasó un brazo por la cintura y ella sintió un agujero dentro.
- Es buena señal; déjese llevar.
Frunció el ceño porque creía que lo estaba haciendo.
- Espere - con la espalda medio descubierta y el vestido colgándole, se dio la vuelta y lo detuvo -. Le tengo confesar que no estoy acostumbrada a esto.
- No se preocupe - cogió su rostro y besó su labios entreabiertos -, le haré sentir como nadie jamás se lo ha hecho.
No entendía porque empezaba a dudar; asintió y se dijo que estaba bien. Eran los nervios que se metían debajo de la piel y andaba con inseguridad. Sintió más besos volando por su piel, calentándola, por su barbilla, nuca, clavícula.
Pero sin motivo aparente paró los besos y oyó de su boca:
- ¡Maldición!
Pestañeó y se quedó extrañada cuando le dijo:
- Voy a ver quién es el idiota que nos interrumpe. Quédese aquí; no se vaya.
¿Dónde iba a ir? Se subió las mangas a los hombros y su mirada desenfocada se dirigió hacia la cama perfectamente hecha. ¿Serían las sábanas de seda?
Miró por encima del hombro y quien había elegido de amante seguía apostado en la puerta con una postura tensa. Parecía que el incordioso lo estaba entreteniendo.
Guardó un suspiro y fue a la cama donde se sentó a la espera de que regresara. Oyó la puerta al cerrarse.
Los nervios si hicieron con más fuerza que nunca. Tragó saliva e intentó relajarse, convenciéndose de ello y sonando superficial.
- ¿Se ha ido el inoportuno?
Le respondió el silencio y se preguntó si no había cometido un desliz. La falta de respuesta, le provocaba más conciencia de sus sentidos y de lo que estaba a punto de suceder en ese lecho. Pero al parece ser no lo había cometido porque su amante regresó, a su lado, haciendo crujir la colcha. Notó el tacto de su palma por su mandíbula, alentándola a que ladeara el rostro. No le permitió preguntar porque abordó sus labios con ahínco, en profundidad, sumergiéndola en un abismo sin retorno. Sus sentidos se llenaron de él, de su arrollo e impetú. De su calidez.
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Entrégate #6 Saga Matrimonios
Historical FictionPróxima historia. Secuela de Ámame Fecha de publicación: desconocida Todos los derechos de autor a Aria Blanc