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Habían podido capear la tormenta; aunque había otra que estaba aún pendiente de sortear. Por ahora, esa cuestión no estaba en sus cabezas, entregados por la emoción del momento.

Alana estaba inmensamente feliz de que James no se hubiera ido al otro mundo, tanto fue así que no le preocupó el asunto del divorcio. Cierto que era un tema delicado, mas, ahí no tenía cabida en esa habitación.

James tampoco lo pensaba, ya que se sentía flojo y agotado. Era como si alguien le hubiera quitado las fuerzas. El abrazo de su mujer no quería que acabara, le reconfortaba, notaba su suavidad de su cuerpo junto con el suyo.

Ambos estaban inmersos en alargar esos segundos que les permitían estar juntos porque la realidad no era un buen plato para degustar. Alana lo sabía, pero tampoco no podía ser una egoísta.

- Voy a avisar a su hermano y a su cuñada de que ha despertado y ya no hay fiebre de por medio.

Florence. Alana se detuvo cuando la voz de su razón le achacó su estupidez. No podía remediarlo. Formaba parte de su familia. Aunque ella amaba a Balthazar, James... Cabeceó para quitarse esa inquietud de la cabeza.

- Se ha quedado - No fue una pregunta, sino una afirmación.

- Me lo pidió - ¿Se le habría olvidado? ¿Se lo estaría echando en cara? -. ¿Quiere que me vaya?

James negó con la cabeza.

- No quiero que se vaya.

Se miraron; perdieron la noción del tiempo. James la volvió a tocar, débilmente porque aún sufría los efectos de la fiebre. Alcanzó los mechones sueltos de su mujer, reposados en su pecho.

- Tendría que descansar, aunque se le haya ido la fiebre, se sentirá agotado - sus nervios florecieron, no por la preocupación, sino porque su esposo no le preocupaba guardar estrictamente reposo mientras la seguía tocando.

Sin embargo, la fiebre había hecho mella en él. No duró mucho su aventura en tocarla.

- Tiene razón - suspiró y se acostó de espalda -. Puede avisar más tarde a mi hermano.

- Bien - e iba abandonar el lecho cuando oyó la voz de James.

- Me gustaría que se quedara a mi lado, si no le molesta la idea.

- No me molesta - se le subió el corazón en la garganta.

Él le hizo un hueco y se movió de costado. Alana, encontrándose más tímida que valiente, lo hizo más despacio sin creer que estaban compartiendo espacio en el lecho.

Sus mejillas se sonrojaron, hecho que él no fue testigo porque tenía los ojos cerrados. Era verdad que hacía unas pocas horas se había dormido en la misma cama, pero era más consciente en esta vez ya que no había más preocupación que tener.

Además, él nunca se lo había pedido. Tal pensamiento la llenó de dicha, o de tristeza, ya que... ¿cuándo se volvería a repetir? Afuera había estallado el escándalo.

No le preocupó, absorta en James, en su herida infectada. Sin embargo, eso pudiera ser que acabara definitivamente con... esa pequeña tregua que se había creado entre ellos.

No lo pensó más cuando James, medio dormido, la acercó más a él. Alana apoyó su mejilla en su pecho, oyendo los latidos de su corazón.

No importaba lo demás, estaba vivo.

Entrégate #6 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora