Un trozo

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Un día antes, en su mente no había planeado en ese reencuentro con su esposa. Estaba tan cómodo en su vida que no había sido su plan tener que enfrentarla y revivir los viejos sentimientos.

Porque había sentido por su esposa.

Rencor, rabia y odio.

No era que hubieran desaparecido, nada que ver, persistían dentro de él, recordándole que ella había salido indemne de su exitosa hazaña. Sería por eso, el leer su nombre en los cotilleos de la prensa sensacionalista, el escuchar su nombre en boca de todos sus admiradores, hipnotizados por su frágil belleza, habían llenado el vaso de su paciencia. Por no decir que se habían cambiado las tornas, el malo ahora era él, dejándola a ella como la pobre paloma que había sufrido estragos en su matrimonio.

Le ardía la sangre con sólo imaginarlo.

Así que sin querer hacerlo, con el malestar envolviéndole, mandó alguien de su servicio a averiguar la dirección de su querida esposa y abordarla. No iba a permitir más insultos hacia su persona, basándose en mentiras.

No dudó en ir y aguardar su llegada al carruaje, aparentando ser un empleado de ella, un sencillo lacayo, que a simple vista no depararía en su presencia, siendo mayor su sorpresa. Lo que le generaba un malicioso placer. No se esperaría su aparición, dado que era un ogro para sus ojos. Tampoco ella, era de su devoción.

El hecho de verla era como tener en su plato unas espinacas hervidas e insípidas. No era agradable, pero su deseo de parar aquel circo era superior a los sentimientos que tendría al verla.

Tampoco fue agradable para ella, fue como pincharle con puntiagudas puntas al verlo.

No lo miró con cálida bienvenida, no. Lo recibió como si fuera su propia pesadilla. Cosa que en parte le divirtió y no pudo evitar querer en profundizarlo más, deseando sacar lo peor de ella.

¿Podía ser que se había convertido en el villano?

James no lo creía. Ella no tenía sentimientos; ni era una santa como quería demostrar de cara a la galería. Ni mucho menos una víctima de lo que pasó años atrás, haciéndolos desgraciados por su egoísmo.

Aunque hubiera querido atraparla como cual ratón para torturarlo, tomó la decisión de dejarla. No sin antes de sentir que aquello no había terminado.

Entrégate #6 Saga MatrimoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora