Lina
El brillo de las estrellas. La atmósfera tan celestial que creaba la luna con su esplendor. El sonido de los grillos inundaba el paisaje y, con los ojos cerrados, me undía en la magia del firmamento.
Y recuerdo, miles de imágenes pasan por mi cabeza a una velocidad incalculable; miles de sentimientos se apoderaban de mi corazón. Eran evocaciones maravillosas, potentes con su belleza y nobles con la nostalgia que provoca lo pasado.
Hundiéndome aún más en aquella especie de trance que la naturaleza provocaba en mí, pude sumergirme profundamente en aquellos días que tanto añoro. Y es así, entonces, que me remonto a mis seis años.
Logro sentir la briza que llenaba y caracterizaba cada mañana, aquel frescor que golpeaba mi rostro con una especie de extraño dulzor. Cuánto me encantaba poder recolectar flores y correr por aquel campo que me enamoró desde que tengo conciencia. Siempre iba saltando o caminando con una melodía azarosa en mi mente, una canción desconocida que, sin duda, me pertenecía... O quizá, yo era quien le pertenecía.
Mi madre salía a buscarme. Casi siempre vestida elegantemente, como si viviéramos en una especie de palacio. Me parecía una princesa. Su pelo castaño y su sonrisa era capaz de iluminar mi alma. Siendo sincera, agradezco la protección que me ha dado desde que me tuvo en sus brazos por primera vez. Aquella fortaleza y bondad con la que había aceptado cuidarme y criarme como una hija es algo que jamás ignoraré. Cada uno de sus abrazos, sus caricias, sus risas... cómo eran capaces de disipar el dolor y la intriga del abandono. Y a pesar de todo, jamás me ha dejado sola y ha sabido expresarme el amor de madre con su corazón dulce y sincero, completamente fiel.
Vivíamos solo nosotras. Su única hija, mi hermana mayor, decidió continuar con su vida en París. Cuánto la admiraba y cómo sigo haciéndolo. Solía mirar cada uno de sus ensayos, cada uno de sus pasos y analizarlos completamente hasta aprenderlos. Cuánto amaba aquellos momentos en que bailábamos juntas, saltando y girando, riendo sin parar, ignorando que su influencia sería mi nueva pasión. Tuve las mejores maestras. Mi madre, nos corregía y yo imitaba cada paso que mi hermana realizaba con aquella fluidez única, con aquella liviandad del agua, con aquella sutileza del aire y con la agilidad de un ave que emprende su vuelo. Y voló, voló por sus sueños. Dejarla ir, siempre fue doloroso, pero vale la pena mirar la sonrisa y la esperanza que inunda el corazón de aquella chica con una hermosa cabellera dorada cual rayos de sol. Mi margarita preferida, mi Meg.
- !Lina! ¡Ven, vamos a cenar!- la voz de mi madre me atrajo al presente, a la realidad.
- ¡Voy, mamá! ¡Espera un poco!- dije gritando, pero con dulzura. El respeto que impone su figura muchas veces suele dar ciertos... escalofríos.
Me levanté y limpié mi pantalón lo más rápido que pude. Lo sacudí y una vez lista empecé a correr. Llegué a casa y me encontré sola. Escuché la voz de mi madre en el segundo piso, casi suplicante.
Todas las noches era lo mismo. Desde que era niña podía ver a mi madre hablando con la puerta de la última habitación. No entendía por qué seguía insistiendo, pues ya había pasado demasiados años en la misma situación.
- Otra vez ha decidido no salir, ¿verdad?- la miré haciendo un gesto de desaprobación - No te preocupes, mamá, yo le iré a dejar la comida más tarde.
Cuando era niña, solía escuchar a alguien cantar. Eran canciones hermosas, llenas de potencia, llenas de sentimiento y, sin duda, con mucho dolor. Las teclas del piano se conjugaban en una especie de frenesí imparable, eterno. A veces estruendoso e intenso, realmente insoportable. Y claro, un poco molesto por las noches, pero aquello no impedía que saliera de mi cuarto y, con pasos lentos, me acercara a su puerta para escuchar. Poco a poco, cada noche, podía sentir cada una de las notas ser parte de mí y adueñarse de mi corazón. Por algún extraño motivo, el dolor expresado en cada compás, en cada acorde, era capaz de hacer correr un pequeño torrente de lágrimas por mi rostro.
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Los Límites de Nuestro Amor Eterno (Un fanfic de "El Fantasma de la Ópera)
Fanfiction(Les prometo que es una historia hermosa♡) Las huellas de la vida van quedando tras las personas con cada paso que dan. Los sueños, la dulzura y el amor rodean y crean todo un espacio en donde el tiempo parece detenerse. Lina, una chica huérfana y a...