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San bajaba los escalones de dos en dos, con una hoja en mano y la otra la usaba para deslizarla por la pared. Río al llegar al suelo, y sus ojos buscaron entre toda esa gente a su mami. El restaurante de HongJoong estaba lleno, por lo que sus empleados iban de un lado a otro con platillos y ordenes.
—¡Hyung!— El mesero observó a San pero no dejó de caminar, dejó el pequeño pastel en medio de la mesa, y repartió las bebidas según las ordenaron. Les dijo que cualquier cosa que necesitarán podían pedirla, y luego de una reverencia, fue hasta el niño.
—San, HongJoong Hyung te ha dicho que no debes bajar cuando hay mucha gente.
—Quiero que vea mi dibujo.— Lo levantó, y el hombre sonrió negando con su cabeza.
Apuntó al piso superior.— Sube Sannie, yo le diré a HongJoong Hyung que suba cuando pueda, ¿Okay?— No esperó a una respuesta. Le acarició la cabeza, revolviendo sus cabellos, y se fue hacia otra mesa para recoger un nuevo pedido.
El pequeño frunció su ceño y levantó sus labio en una trompa al tiempo que tomaba con ambas manos su dibujo para verlo. Eran todos ellos, su familia, sus appas y hermanos encontrando un tesoro marino. Podía decir que era el mejor que había hecho.
Se iba a dar la vuelta para obedecer y subir, pero reconoció esa cabellera castaña acercándose.— ¡Mami!
HongJoong miró a su pequeño, y apurado, fue hasta él.— Bebé, sube, ¿Sí?
—Mira, mira.— Movió su dibujo frente a él, para que lo admirase.
—Esta hermoso.— Le dijo, casi sin verlo. Le hizo dar media vuelta y dio una palmadita en la espalda.— Ve con tus hermanos.
Besó su mejilla y fue hacia afuera del lugar, a una de las mesas del exterior. San, algo triste, observó a su padre irse. Observó como un hombre se levantaba de su asiento para saludar de manera efusiva a HongJoong. Escuchó la risa de su mami mientras el hombre le hablaba. San se enojó, y subió las escaleras de dos en dos.
En el piso de arriba, MinGi estaba acostado en el tapete de goma que se extendía en todo el suelo, con JongHo a su lado jugando con su cabellera. Por alguna razón, aquello le calmaba y le adormecía, aunque en ocasiones tirara de sus cabellos.
Yeosang y WooYoung coloreaban sus dibujos. Se suponía que los tres llevarían sus dibujos terminados al mismo tiempo, pero San terminó antes y no pudo contenerse. Se sentó enojado, muy al contrario de cuando se había marchado, y arrojó su dibujo a la mesa.
—¿Qué paso?, ¿No le gustó a mami?— Preguntó WooYoung, parándose para ver el dibujo.— Te dije que era mucho azul.
—¡Es el mar!— Apuntó.— Pero no, mami dijo que estaba bonito.
—¿Entonces por qué esa cara?— Yeosang le interrogó, sin verle pues se esforzaba en colorear.
Se la pensó por un momento, pues no estaba seguro de que responder.— Hay un señor feo que quiere robarse a mami.— Se había puesto celoso de verle, ya era claro.
