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HongJoong estaba convencido de que no existía mejor hombre sobre la tierra que Park SeongHwa.
El cambio de horario y un viaje era algo agotador, pero su novio estuvo poniendo todo su esfuerzo para pasar el día con sus pequeños jugando con sus juguetes nuevos. HongJoong le pidió que descansara, que ya al día siguiente podía hacer todo eso, pero el pelinegro insistió en que les había extrañado demasiado y que para compensar el tiempo deseaba jugar con ellos hasta no poder más. Y por supuesto que sus hijos tenían más que la energía suficiente, por lo que todos exigían atención de SeongHwa, no con mala intención pues no eran consientes de lo cansado que se sentía el mayor, pero de todas formas le hicieron jugar con ellos.
Por eso, siendo las 6 y media de la tarde, SeongHwa tuvo que despedirse de sus hijos por ese día, explicándoles que se sentían tan cansado que dormiría hasta el día siguiente. Accedieron, pero WooYoung le hizo prometerle que el día siguiente jugaría otro rato.
Los ojos del pelinegro amenazaban con cerrarse, y cuando lo hacía, cada vez tardaban más en volverse a abrir buscando a una persona en la habitación. HongJoong estaba de pie, mostrando su extensa espalda mientras arreglaba unos cajones de ropa. Se giró a los segundos, y sonrió de lado al ver que su novio le observaba.— Ya duerme, estás exhausto.— Le recomendó, mientras caminaba hacia la cama y luego gateaba sobre ella hasta quedar al lado del trigueño.
Se recostó, solo un momento para verle, y este se deslizó con lentitud hasta abrazar al castaño. Dulces sonrisas se dedicaron antes de que el menor se acomodase entre los brazos de su amado.— Extrañe mucho esto.— Susurró, cerrando los ojos.— Te necesite tanto.
HongJoong respondió besando la cabeza de su novio, para luego restregar su mejilla contra sus cabellos.— También yo.
Sintiéndose el uno al otro, SeongHwa comenzó a dejarse llevar por el sueño, sintiéndose tranquilo. Estar en su hogar, entre los brazos de HongJoong, escuchando los gritos y risas de sus pequeños en la habitación continua. Obviamente ellos no tenían sueño en absoluto, y sus energías durarían unas horas más.
HongJoong aguardó unos minutos, al menos hasta que escuchó que San decía algo cómo aventarse desde la litera hacia el puff de Apeach, para rebotar y regresar a la cama, y Yeosang se negaba diciendo que iba a explotar. El adulto, muy a su pesar decidió dejar a su novio descansando para ir a ver que no hicieran nada que les lastimara. Tenían mucho tiempo sin tener un momento así de pacífico con su novio, o mejor dicho, era uno de los momentos más tranquilos que habían tenido en todos esos meses pasados.
Intentó levantarse, pero los fuertes brazos de su novio parecían no ceder, suspiró, mirando la disimulada sonrisa del pelinegro.— Quédate, te extrañe mucho.— SeongHwa cansado, o enfermo, se volvía un bebé necesitado de mimos y atención.
—Y yo a ti.— Besó su nariz, para luego reír al ver que la arrugó.— Pero no quiero que alguno termine con un yeso, no de nuevo.
