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—¿Qué es esto?.— Pregunto el menor con una sonrisa boba, mirando el interior de su hogar alumbrado con algunas velas.
SeongHwa fue hasta su pareja, ayudándole a dejar las cosas de su trabajo en su lugar, para luego tomarle de las manos y guiarlo a la mesa decorada para aquella noche con flores y una cena ya servida.
—Hoy pensé en hacer algo diferente.— Respondió, dejando que admirada la escena.— Así que ordene tu comida preferida y acomode el lugar.
—Hwa, ¿Es una fecha importante hoy?.— De pronto se vio abrumado.— Si es así debería ofrecerte disculpas cariño, he estado muy ocupado con el trabajo y concentre demasiado en...— Fue interrumpido con un beso, luego ambos rieron, mientras el mayor abraza a HongJoong.
—No te preocupes, no olvidaste nada.— Dejó un beso nuevamente sobre los labios de su pareja y después fue hasta una de las sillas para recorrerla, invitando a su novio a que tomará asiento.— Sólo quería hacerte algo especial para la cena.
HongJoong asintió, tranquilo y con el corazón revoloteando dentro de su pecho.— Gracias SeongHwa.
Sus ojos se iluminaron al darse el tiempo de apreciar su comida servida, se veía toda delicioso. Un pequeño estremecimiento brotó de su estómago hambriento, no había tenido oportunidad alguna de almorzar.
—Provecho, disfruta de la cena Hong.
—Igualmente Hwa.
Y así lo hicieron, conforme el tiempo pasaba la comida desaparecía, el vino en sus copas descendía y una amena y tranquila conversación fluía entre la pareja. Con la hora de partir a dormir acercándose, SeongHwa decidió que era el momento idóneo para darle a conocer su decisión a su pareja.
Se puso de pie, luego de escuchar una pequeña historia de parte de su novio sobre un platillo difícil que planeaba añadir al menú de su restaurante. Caminó hasta quedar al lado de la silla, y tomando ambas manos de su confundida pareja, le puso de pie. El corazón de HongJoong comenzó a golpear fuerte su pecho, no entendía que ocurría pero se encontraba ansioso por el ser besado por el hombre frente a él.
—Te amo.— Comenzó a decir el mayor, haciendo círculos con sus pulgares sobre las cálidas manos del castaño.— Y he decidido aceptar.
—¿Aceptar?— HongJoong preguntó, sintiéndose aún más confundido. Estaba un poco aturdido por el alcohol que recordó a su cuerpo, y la mirada del mayor le estaba quitando el aliento.
—Kim HongJoong.— Dijo, para luego tomar una bocanada de aire.— Quiero hacer una familia contigo. Dame el placer, de adoptar a un niño junto a ti, seamos padres amor mío.
Ahora definitivamente HongJoong pensó que se desmayaría. No podía creer lo que sus oídos acababan de escuchar. Se lanzó a los brazos del mayor, sintiendo como las lágrimas estaban deseosas por rodar en sus mejillas. Les dio permiso, al momento que empezó a sonreír. Luego de eso, siguieron las risas, se sentía tan contento por el hecho de que su novio aceptará dar ese paso con él, no pensó que aceptaría tan rápido.
—¡Oh dios mío!, Hwa, por favor, dime que no estoy soñando.— Exclamó en medio de sus sollozos y risas. Cuál quiera que lo viera así pensaría que estaba loco, pero simplemente se trataba de felicidad extrema.
El castaño acarició la cabellera de su novio, a la vez que lo abrazaba con fuerza esperando a que el llanto disminuyera.
—No amor, estoy más despierto que nunca, dispuesto a cambiar nuestras vidas.
Esperaba que HongJoong se pusiera a hablar sobre el tema, asegurándose de que bromeaba. Pero Kim no necesitaba cuestionarle algo, para él todo estaba seguro. No le hizo falta más que mirar a esos ojos obscuros para saber que todo estaría bien. Ahí estaba, el amor de su vida, listo para tomar un camino incierto a su lado, con sus manos firmemente sujetarse.
—Te amo.— Y unió sus bocas una vez más, transmitiéndole una vez más a que amor infinito que tenía para Seong.
Poco a poco se apartaron del beso, pero continuaron abrazados, moviéndose un poco como si hubiese música lenta a su alrededor.
—Te ves cansado.— Murmuró SeongHwa contra los cabellos rojos teñidos de su amado, para luego besarlo.— Vamos a dormir.
HongJoong aceptó, y ambos se fueron a su habitación para recostarse abrazados, sin siquiera molestarse en apagar las velas que continuaron iluminando hasta que se agotaron, llenando de cera la superficie bajo ellas.
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