En el mensaje estaba bien clara la ubicación: la casa solariega de los Morgenstern. Luke había recibido la nota hacía un par de horas. Se encontraba sentado en uno de los sofás de la casa de Ragnor, con la vista fija en él. El brujo estaba rellenando un colgante con un líquido aguamarina un tanto brillante. Si bien Lucian no sabía para que era, no le interrumpió para cuestionarle. Llevaba sintiéndose cansado y aturdido tanto tiempo que ya no le importaba la forma de traer consigo a Jocelyn y Clary, solo estaba interesado en el resultado final. Si fuera lo que fuese aquel líquido le permitía volver a reunirse con ellas, era cien por cien bien recibido.
Por momentos no sabía si todo aquello era una buena idea pues, aunque consiguiera romper la barrera y entrar a la mansión Morgenstern, podría ser fácilmente reconocido y capturado por los hombres de Valentine o, incluso, por él mismo. Dudaba mucho que, si llegase a darse esa situación, su ex parabatai le volviera a dejar marchar para que él se quitase la vida. No, definitivamente, Valentine le arrebataría la vida sin tan siquiera mostrar un ápice de pena o dolor por el lazo que una vez hubo entre ellos.
— No merece la pena gastar el tiempo en los "y si" y los recuerdos tortuosos del pasado. Si algo debe de pasar, pasará y, si algo debió pasar, hubiera pasado.
—¿Ahora también lees mentes?- Preguntó el castaño quitándose las gafas.
—No, tengo ojos y, aunque te parezca algo sorprendente, soy capaz de ver con ellos. Estabas tan sumido en tus preocupaciones y en los acontecimientos pasados que has apretado tanto tus vaqueros que los has agujereado en la rodilla. Si Magnus estuviera aquí se debatiría entre alabar la destrucción de tu outfit de leñador o regañarte por la mala elección del conjunto y las fábricas de este. Para tu suerte, a mí eso me trae sin cuidado.
— Es imposible no pensar en lo que puede pasar una vez llegue a donde ellas se encuentran. Si me capturan es como si todo lo que he estado haciendo para hallarlas y rescatarlas no hubiese valido para nada. ¿De qué me serviría llegar tan cerca y no lograrlo?
—Sencillo- contestó el brujo con una media sonrisa en el rostro-, te serviría para aprender.
***
Clary sabía que ya era hora de abrir los ojos, pero no quería. La pequeña sentía todo su cuerpo agarrotado, con impulsos de dolor de un extremo al otro. El olor de la habitación le hacía saber que se encontraba en casa, a salvo, pero, por algún motivo que la desconcertaba, no se sentía así. Había algo en el fondo de su mente, una voz, tan lejana pero constante, que susurraba ininteligible... ¿Debía de intentar escucharla o simplemente era algo creado por su mente debido a todo el estrés y el cansancio arrollador de las últimas horas? Tras unos dolorosos minutos decidió atribuirla al malestar general que sentía. Finalmente, terminó por abrir los ojos. Se irguió, despacio y temblorosa, tomando la resolución de salir de allí e ir a buscar a su padre o a su madre. Ambos debieron de asustarse muchísimo al encontrarla en aquel estado y, a pesar de que Jace les habría resumido la pequeña aventura desventura, ni siquiera él habría podido explicarles su lamentable estado.
Con pasos temblorosos abandonó su cuarto. Ya era muy tarde y, si no hubiese sido por su piedra de luz, no vería absolutamente nada. Oyó la voz de su padre salir de su despacho así que se dirigió hacia allí lo más rápido que le permitía su cuerpo. Valentine estaba realmente molesto. Se encontraba frente a su escritorio, discutiendo con dos de sus hombres y el Cónsul. Claryno pudo evitar pararse en la puerta y escuchar a su padre.
—¿Quieres saber qué pienso de ti en este momento, Malachi?- Preguntó sardónico el peliblanco.- Pienso que eres un completo inútil. Creo que tu trabajo era bastante sencillo. Impedir que ninguna patrulla se aproximara a los límites colindantes de la barrera. ¡Casi se llevan a mi hija! ¡¿Comprendes?! ¡Si alguna vez la Clave consigue poner sus manos sobre Clarissa o Jonathan estaríamos acabados! ¡Sería el fin del Círculo!
—Con todo respeto, señor, son solo unos niños. Si alguno de ellos hubiese acabado en las manos de la Clave no causarían ningún daño. Principalmente porque los tomarían como niños con la visión o como hijos de alguna antigua familia de cazadores que se desligó de nuestro mundo. Además, son solo niños, ¿qué podrían hacer ellos que destruyese nuestros planes?
—Con eso, solo demuestras lo increíblemente idiota que eres. Clarissa puede crear runas y Jonathan es demasiado fuerte y ágil para su edad. Si la Clave les impusiera sus enseñanzas sobre las alianzas entre los nefilims y los submundos como algo bueno y consiguiera convencerles, dime, ¿cómo podríamos derrotar a nuestro enemigo si tuviera entre sus filas a alguien capaz de otorgarle runas cuyo poder desconocemos y a un guerrero capaz de derrotar a diez él solo en pocos minutos?
El Cónsul no se atrevió a contestar. Se inclinó ante Valentine con solemnidad y desapareció en el aire. Clary, por otra parte, se llevó las manos al pecho y, por primera vez en años, se preguntó si todo el trato que recibía de su padre se debía únicamente a su don y si, en realidad, todo lo que él le había enseñado era cierto. ¿Podía ser que los subterráneos no fueran los malos de la historia al fin y al cabo?
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Una Pequeña Morgenstern
FanfictionHace cinco años Jocelyn Morgenstern huyó del Círculo y de su esposo, Valentine, junto con la Copa Mortal. Desde ese día él ha tratado de encontrar a su esposa para traerla a su lado y así obtener la Copa de nuevo. Valentine, tras tantos años de bús...