Jonathan se encontraba parado frente a la puerta del cuarto de su hermana. Su padre había dado órdenes estrictas de no molestar a Clary mientras esta se recuperaba. El peliblanco no tenía ni idea de qué era lo que le había pasado a la chica, y Valentine no se encontraba del mejor humor como para preguntarle. Sabía que, si llegaba a importunar a su padre cuando estaba de ese humor, acabaría siendo azotado solo para su desquite. Que se hubiera acostumbrado al ardor del látigo contra su piel no quería decir que fuera tan idiota como para buscarlo. Por supuesto que había otros medios para enterarse de lo sucedido. Pero preguntarle al Chico Ángel o a su madre biológica no era una opción.
Al menos, él no quería verlo como una opción.
***
Jocelyn se despertó aturdida. No recordaba haberse quedado dormida, ni siquiera recordaba haber entrado a la habitación que compartía con Valentine. Se levantó de la cama torpemente. Caminó hacia la puerta e intentó abrirla, pero no pudo. Todo su cuerpo se tensó, que estuviera encerrada no era una buena señal. Comenzó a desarmar la habitación en busca de cualquier cosa que pudiera ayudarle a salir. Revolvió todos y cada uno de los cajones, deshizo la cama y buscó bajo ella, sacó los libros de su lugar en las estanterías y, finalmente, tras una de estas, encontró una puerta. Giró el picaporte y agradeció al Ángel que estuviera abierta. Una brisa helada la recibió junto con unas escaleras de mármol. Tomó un largo suspiro. Sabía que bajar podía ser peligroso, pero tampoco tenía más opciones. Con ambas palmas de la mano apoyadas en las rocosas paredes, descendió esperando que hubiera alguna piedra de luz en el camino. Una vez había leído que el infierno era un lugar frío. Estaba comenzando a creerlo.
Tras un par de minutos, llegó a una especie de armería. Observó los estandartes que decoraban el lugar con detenimiento. Aquel sitio le podría valer más adelante, pero no en ese momento. Con paso decidido, se acercó a una mesa en donde encontró una serie de estelas y cogió una de ellas. Corrió escaleras arriba, cerró la puerta y ordenó, lo mejor que pudo, la habitación. En un papel escribió un par de palabras y lo envió, mediante un mensaje de fuego, a Luke. Si sabía el lugar exacto de su localización, él podría contactar con la clave o buscar ayuda para que se capturara a Valentine y ella y Clary podrían escapar de esa casa de locos. Escondió la estela tras la cabecera de la cama. Si su marido (porque a pesar de ya no amarle, ante los ojos de la ley, seguía siendo su esposo) la llegaba a encontrar en posesión de una estela las cosas se podrían complicar aún más y, si ya veía poco a su hija, prácticamente alejaría a Clary de ella.
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Una Pequeña Morgenstern
FanfictionHace cinco años Jocelyn Morgenstern huyó del Círculo y de su esposo, Valentine, junto con la Copa Mortal. Desde ese día él ha tratado de encontrar a su esposa para traerla a su lado y así obtener la Copa de nuevo. Valentine, tras tantos años de bús...