Capítulo 15

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—¡Valentine— gritó Jocelyn—! ¡Por favor, Valentine, sé que llevas el anillo!

—Has tardado más de lo que me pensaba en llamarme, Jocelyn— dijo él apareciendo tras ella—. Y bien, ¿qué harás ahora? ¿Vendrás conmigo?

—No pienso volver a tu lado nunca, Valentine. Solo quiero tener a MI hija de vuelta— dijo recalcando el "mi".

—Querrás decir nuestra hija. No pienso devolverte a Clarissa. Tú me abandonaste cuando ella estaba en tu vientre y pienso recuperar el tiempo perdido. Tienes dos opciones, Jocelyn: o vuelves conmigo y nuestros hijos o te olvidas de Clarissa. Tú decides.

—Por favor, haré lo que desees pero dame de regreso a Clary— suplicó.

—¿De verdad— preguntó pensativo—? Bien, te quiero a ti de regreso y la Copa Mortal.

Antes de que ella pudiera refutarle, Valentine giró su anillo y se desvaneció.

***

Clary estaba sentada bajo uno de los numerosos árboles que rodeaban la mansión mientras dibujaba. Sentía como si hubieran pasado siglos desde la última vez que se había sentado a dibujar. Un vago recuerdo de su madre apareció en su mente y, como acto reflejo, comenzó a trazar la escena sobre el papel.

—¿Qué estás haciendo— preguntó Jace sentándose junto a ella—?

—¿Tú que crees— contestó irónicamente sin despegar la vista del papel—?

—¿Quién es esa mujer— preguntó curioso el rubio observando con extrema atención el boceto—?

—Mi madre.

—Querrás decir...

—Ha querido decir lo que ha dicho— cortó Jonathan, acercándose a ellos.

—¡Jonathan! No hay necesidad de hablarle así...

—¿Estás de acuerdo con que llame a nuestros padres así?

—Ha sido adoptado por papá. Jace puede llamarlos como quiera. A mí, sinceramente, me da igual. Solo quiero que me dejéis dibujar tranquila.

—Está bien— aceptó molesto mientras Jace sonreía triunfante—, ¿por qué no vienes conmigo a mi habitación y dibujas allí?

—Deberías entrenar— acusó Jace a Clary—, en un futuro eso es lo que te salvará la vida, no hacer garabatos en un papel.

La pelirroja volvió a alzar la vista de su cuaderno. Miró al rubio con una diminuta llamarada de odio.

—Yo ya hice todo lo que padre me mandó a hacer. Estoy en mi tiempo libre y en mi tiempo libre hago lo que quiero— chistó.

Se levantó decidida, molesta. Cogió su cuaderno y sus lápices. Jonathan extendió su mano hacia ella quien la tomó sin pensárselo.

—Pero yo quiero practicar contigo— dijo Jace en un susurro—. Aunque solo sean diez minutos.

Clary observó a su “hermano” de reojo. Tomó una profunda bocanada de aire y soltó la mano de Jonathan.

—Está bien.

—Clarissa, no deberías de hacerlo— se quejó Jonathan con una mirada de odio hacia el postizo.

—Solo serán diez minutos. No me pasará nada.

Entregó sus cosas a su hermano quien posaba una sonrisa escueta y malhumorada. Se acercó a Jace y le cogió una de sus espadas.

—Solo diez minutos— sentenció alejándose junto a Jace.

***

Los diez minutos se habían convertido en una hora. Jonathan contemplaba la escena desde la ventana de su habitación. La lucha entre esos dos era intensa a la vez que instructiva. De cuando en cuando podía escuchar alguna que otra carcajada proveniente de su hermana y algo en él se encendía un poco más. Esa vez, muy a su pesar, había ganado el chico ángel.

Una Pequeña MorgensternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora