Capítulo 1

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Clary se despertó al notar que alguien le tocaba el cabello. Se giró somnolienta y, al encontrarse con un hombre de cabellos rubios y ojos oscuros, gritó de miedo. Valentine, con rapidez, sacó a la pequeña de la cama, posó una mano sobre su boca y con la otra cogió un cuchillo serafín, lo nombró y lo colocó en el cuello de la niña. Esta comenzó a llorar y a temblar asustada. Segundos después la puerta se abrió estrepitosamente y se encendió la luz. Un hombre de unos treinta años de edad, moreno y de ojos color ópalo con gafas miraba pálido la escena que tenía ante él y justo a su espalda se encontraba Jocelyn Morgenstern quien, al ver a su marido reteniendo a Clary y amenazándola con un cuchillo en el cuello, chilló y se tapó la boca con ambas manos. Valentine apartó la mano de la boca de la niña y le agarró del brazo.

—Jocelyn, al fin te encuentro. Lucian— los miró diciendo el último nombre con desprecio.

—Valentine, ¿cómo lo has hecho? ¿cómo diste conmigo?

—Ha sido difícil, pero he dado lo mejor de mí—dijo con una sonrisa petulante.

Jocelyn tragó saliva con lentitud. El sabor del miedo estaba presente en su boca y su cuerpo se mantenía alerta como en los viejos tiempos cuando, como cazadora de sombras, salía a matar demonios.

—Suéltala—susurró—. Suelta a mi hija.

—Lo haré si vienes conmigo.

—No pienso hacerlo, Valentine.

El otro hombre dio un paso hacia adelante y automáticamente Valentine apretó el cuchillo contra la garganta de Clary.

—Yo que tú no haría eso, Lucian—dijo con una mirada de advertencia— Jocelyn, no tienes opción. Si no vienes la mataré.

—Mami... tengo miedo—dijo la pequeña con lágrimas en los ojos.

—No pasará nada, amor. Todo va a estar bien.

—Eso dependerá de ti.

—Si le haces daño te vas a arrepentir toda tu vida—dijo el hombre.

—¿De qué me arrepentiría? ¿De matar a tu hija?—dijo con voz socarrona bañada en un tono ácido y de dolor.

—No es su hija—intervino Jocelyn.

Valentine la miró sin comprender. Volvió la vista a la pequeña quien seguía temblando sin entender nada de todo aquello. Una idea surgió en su mente casi como un destello de luz cegadora.

—¿Cuántos años tienes?— Le preguntó.

—Ci...Cinco años— contestó con voz quebrada.

Su rostro se volvió pálido con aquella información. Aflojó el agarre y fue apartando el arma del cuello de la pequeña. Clary aprovechó y corrió hacia su madre quien se arrodilló, la cogió en brazos y la apretó contra ella. Por otro lado, Jonathan, quien observaba todo con desgana, fijó su vista en la chica pelirroja con un renovado interés. Esa niña era su hermana. Su hermana pequeña.

Una Pequeña MorgensternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora