Son las cinco y media de la mañana soy una persona muy tempranera: Es hora de levantarme y comenzar mi rutina del día a día, empiezo estirandome para deshacerme del resto de sueño que queda en mí, pasan cinco minutos y ahora sí a comenzar mi quiacer, barro los patios, lavo mis ventanas que dan hacia la calle después me alistó para ir por la leche liconsa para hacer más gelatinas de leche. Salgo de la casa todavía está oscuro porque el sol se digna a asomar. Me voy caminando a paso firme está vez no tomo camión porque quiero respirar el aire fresco, luego de diez minutos la luz comienza a salir, mi mirada se queda en un árbol frondoso con hojas de tono verdes con amarillo como si fuera un degradado echo a mano, cada hoja de hierva brilla por las diminutas gotas que la brizna dejo, se mueven de un lado a otro como si saludarán a la luz del día, sin duda las pequeñas cosas de la creación me da alegría apesar que experimente diversas circunstancias. Por fin llegó doy los buenos días a las personas y pido cuatros litros, me los dan y del monedero saco los cetavos para pagar, de ahí pasó al mercado y compro lo necesario para la comida; de regreso a casa Alberto ya tiene preparado el desayuno nos sentamos en la mesa a comer los cuatro, las gemelas todavía están dormidas porque no pegaron los ojos hasta las dos de la mañana. Al ir comiendo juntos el buen desayuno huevos divorciados junto a un café de olla calientito, que con tan solo oler el aroma me hace disfrutar ese momento, comemos sin prisa intercambiamos comentarios entre algunos bocados y Susan nos puso al día que ha sacado buenas calificaciones por supuesto todos la felicitamos. Terminando ese exquisito almuerzo sencillo siento mi estómago lleno, hasta el tiempo parece ser más ligero. Tras eso Susan se alista para ir a la escuela, y Lupita se va a amamantar a las niñas y más tarde las deja en la cuna con algunos peluches en las orillas para que no se sientan solas y se dirige a lavar los trastes, pero sigue vigilante en cuanto a sus hijas mientras los lava, yo me voy al baño a lavarme los dientes y la cara naturalmente me retoco un poco para enseguida buscar en el ropero algo presentable nada extravagante, mi blusa y mi falda un buen conjunto me gusta estar presentable para vender las gelatinas que preparé un día antes, ¡se que son gelatinas! Pero la presentación vale mucho para que me compren. Ya lista agarro mis cubetas llenas de gelatinas de agua y de leche, y para que no se amontonen pongo una tabla de separación: ya es tiempo de irme porque observo en mi reloj de pulso la misma hora que tengo que salir para encontrar a los clientes. Me despido de la familia, antes le encargó a Lupita que haga temprano la comida y que su papá deje a Susan a la escuela ya que hoy Alberto no fue a trabajar. Salgo de la casa directo a la parada para tomar el bus, a la hora que se detiene subo con cuidado las escaleras, pago mi pasaje y me siento en el primer asiento libre que encuentro, pasado los quince minutos le indico al chófer que bajo en la esquina de una lavandería, él muy amable accede con gusto, ahora solo me falta atravesar la avenida, entre tanto veo como los autos transcurren con mucho ruido porque apenas se están llendo a sus trabajos, y a los lados las personas caminan de prisa y otras a paso lento, cuando se pone el semáforo rojo cruzó y en menos de cinco minutos entro a la delegación ahí es dónde vendo y ¿Qué creen? Ya me están esperando las personas.
—Hola buenos días a todos —saludo buscando dar a mis voz un tono casual.
—Creí que hoy no iba a venir señora —alarga las palabras Cindy como queriendo que todos oigan, ella es una joven de buen parecer además que es una buena clienta.
—No como cree, el trabajo es primero.En cuanto termina el momento de los saludos empieza a pedir Cindy.
—Deme dos de cada sabor. —Me paga y me dejó llevar a través de ese largo pasillo, camino ofreciéndoles a cada persona las gelatinas, de inmediato se me amontonan por supuesto ya me conocen y me dicen de cariño Susanita, ese tiempo que estuve ahí se me acabo todo, doy gracias a Dios por este día tan fructífero. Salgo de ahí hago una pausa y observo a mi alrededor a niños con sus papás andando por las calles es una escena que puede transmitir unidad, también hay aves en el piso reluciendo sus largas patas y ese sol brillante con espesas nubes que adornan el cielo dando un toque tierno, bajo la mirada y echó un vistazo a mi reloj de pulso, es buena hora y voy de regreso a casa.
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Secretos del alma
Teen FictionSusana es una niña que no disfruto de su infancia como muchos niños ya que trabajaba haciendo limpieza en casas con tan solo 15 años para mantener a sus dos hermanos menores ya que sus padres siempre se concentraban en sus problemas, nunca imaginó q...