Capítulo treinta y cinco

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   La hora ronda como las once de la mañana. Tomo un taxi y se pone en marcha mientras le digo la dirección para que me lleve al lugar. Verdaderamente estoy alegre porque voy a ir a casa de Pati para ver como está Lupita, las gemelas y la familia en general, está vez voy sola porque Alberto se quedó para ir por Susan a la escuela, ellos ya han venido a visitar a las gemelas y rebozan de felicidad cuando las ven. Un día me comentó Alberto que no quiere ir tan seguido porque no quiere que seamos muchos, de por sí su familia de Pati son bastantes más Lupita y nosotros, por eso ya quiere que este de regreso en casa solo falta un poco mientras se sigue fumigando es como un tratamiento de un mes ya para ese tiempo estará muy limpio. Se me olvidaba decirles que traigo conmigo unas bolsas con fruta, verduras y pollito para que todos coman lo hago como agradecimiento de que están cuidando de mi hija; de inmediato paseo la mirada hacia el cielo, deseo llegar rápido porque se ve muy mal el clima, el color es muy gris llegando casi al negro eso no es un buen indicativo, ahorita las avenidas no están tan atestadas de vehículos como suelen estar pero si llueve esto va a estar con mucho tráfico, de pronto llueve con fuerza parece que se cae el cielo todavía faltan como diez minutos y ya está lleno de autos enseguida le pido al chofer que me deje a dos calles antes porque sino, no llego, le pago y me bajo para luego abrir el paraguas.  Camino sobre la banqueta y observo como en el pavimento se formaron ríos pequeños ahí se estanca el agua sucia y las demás se expande en las calles. Automáticamente el sonido de las pequeñas burbujas de agua llegan a mi oído lo que provoca que empiece a ver como caen una tras otra, casi podría jurar que están brincando de verdad, lo bueno que siempre traigo un buen paraguas para estos tiempos muy cambiantes. Sin embargo siento como la lluvia y el viento están en mi contra pero nada me detendrá; una vez que llegue tocó el timbre dos veces y nada, mejor grito fuerte ¡Patricia! ¡Patricia! —De pronto abre.
—Parece que te están correteando, no abría porque estábamos mi hermana y yo cambiando a las niñas. —Da la razón—, pero pasate que está lloviendo, dame esas bolsa tú vete subiendo.
—Pensé que no servía el timbre por eso grite —le comento mientras subimos las escaleras. Cuando abre la puerta Pati entramos y mis ojos se posan en Lupita, veo que tiene las mejillas acaloradas y su rostro luce con unas pronunciadas ojeras.
—No tienes buena cara —le digo bromeando.
—La verdad es que no porque paresco zombie —responde riéndose de sí, agarra con humor el comentario.
—Porque no vas a dormir mientras yo con Pati cuido a las niñas.
—Si, te tomo la palabra, muchas gracias creo que eso me hace falta. —Ella duerme un poco.
—Mamá quiero comentarte que mi hermana se desvive por atender las necesidades de sus bebés, porque si lloran corre alimentarlas y cuando vuelven a llorar corre a cambiarles el pañal o las carga para arrullarlas asi es una y otra vez, de verdad que cumple con el papel de mamá, sí se estresa pero su amor hacia ellas es mucho. De hecho le dije que les pusiera una pulcerita de color para que no las confunda, porque una noche ví que le dió de amamantar a la misma mientras la otra lloraba porque tenía hambre, inmediato me acerque a decirle aunque ella se apenó pero al mismo tiempo agradeció porque si no la hubiera visto no habría cómido la otra beba, no sé cómo tú pudiste con tantos hijos ¿acaso planeaste tener tantos?
—No planeé cuantos hijos tendría solo llegaron, aunque sí pensaba operarme pero eso lo veían mal en ese entonces, cambiando de tema ¿cómo se portan mis nietos?
—Bien de hecho hay vienen Sandra y Ricardo cargando a su hermana Ana. —Vienen a saludarme con gusto.
—Hola mis hijos ya están grandes —les comento para luego darles besos y apapachos. Mi nieta la más grande tiene 15 años y mi nieto 12 años y la más pequeña es de un año y medio.
—Abuelita vamos hablar en F como me enseñaste —al hablar muestra emoción Sandra. El hablar en F es como tener una conversación para que no nos entiendan los demás.
—Claro hijita pero empiezas tú, quiero saber si haz practicado.
—Tefe quifi efe rofo (te quiero)
—Yofo ifu gufu alfa (Yo igual)
—Cufu anfa dofo ifi refe mosfo alfa parfa quefe defe difi verfe sifi ofo nesfes (cuando irémos al parque de diversiones)
—cufu anfa dofo tefe denfe perfe mifi sofo (cuando te den permiso)
—Ya dejen de hablar en F que no comprendo que dicen vamos a la mesa a comer. —La cara de desesperacion de Pati es evidente.
—Si hija —respondo.
  En la mesa mis nietos me platican como les ha ido en la escuela, hasta que tocan el timbre eso interrumpe nuestra plática muy amena, Pati se dirige hacia la puerta cuando abre puedo escuchar la potente voz de Alberto cómo diciendo aquí estoy, me levanto de la silla y voy hacia él.

Secretos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora