Entre más días pasan, la salud de mi madre sigue empeorando, a pesar de todo ella no se enfoca en su enfermedad es muy positiva eso admiro mucho de ella, sinceramente al estar mi mamá en mi casa me gusta y verla feliz con ese brillo en su mirada me provoca una cálida sensación a tranquilidad en mi pecho; mi familia le han tomado aprecio a mi mamá porque de manera frecuente están platicando con ella disfrutan ese momento a su lado, aunque he observado que a mí mamá no le agrada mucho mi hija Lupita yo creo que es porque siempre le da muestras de cariño y como no está acostumbrada que le den amor se molesta pero yo pienso que en el fondo la quiere porque luego se ríe con ella tan natural y espontánea.
Déjenme contarles que el cumpleaños de mi mamá es mañana, quiero que sea un día especial así que le encargó a mis hijos Javier y Carlos que traigan el pastel y yo me haría cargo de lo demás. Al otro día a las diez de la mañana para ser exactos me dirijo a su cuarto para cambiarle el pañal.—Buenos días mamacita —digo con entusiasmo.
—Porque tan temprano vienes —comenta todavía con sueño, abre los ojos de par en par en una expresión de lo más cómica y audazmente añade—. Vete a dormir al rato vienes no te preocupes aquí voy a estar no me voy a salir solo quiero dormir un poco más.
—No va hacer posible porque te cambiaré el pañal porque ya está muy sucio.
Se lo cambio, la limpio muy bien, le quitó su camisón y le pongo un lindo atuendo.—¿Por qué me vistes? —pregunta con enfado porque todavía quiere dormir.
—¿Sabes que día es hoy? —pregunto con alegría y hago bailar mis cejas.
—No —dice desganada.
—Pasen todos —digo en voz alta en señal para que toda la familia entre. Comienzan cantando las mañanitas, y puedo observar a mi madre feliz, en instante sus lágrimas caen de emoción después le sopla a la vela.—Como tu hija deseo lo mejor para tí, y quiero que te la pases bien este día acompañada de está que es tu familia —digo en voz alta con cierto aire de nostalgia, y le doy un beso en la mejilla para luego abrazarla, ese abrazo se lo doy con mucho apapacho desde mi alma.
Enseguida hacen lo mismo mis hijos y esposo.
—Nunca pensé que esto pasaría estar con mis nietos, con mi hija y con mi yerno me han hecho feliz, y a tí Susi te agradezco que hayas recordado mi cumpleaños ya que yo, no sé ni el día que vivo —admite, y una tierna sonrisa ilumina su cara—. En estas semanas que he estado en su casa, quiero que sepan que les he tomado cariño y ¡los quiero mucho! —sus palabras son sentidas y no se va la alegría de su voz. Está es la primera vez que se permite expresar lo que siente, todos comimos pastel con un vaso de leche. Ya para la tarde la llevamos a un pequeño restaurante, nos fuimos en el auto de mi hijo Javier y los demás se fueron en taxi; aunque la familia se fue por separado llegamos todos juntos, mis hijos mayores bajan a mi mamá con mucho cuidado y la sientan en su silla de ruedas. En la entrada hay una agradable melodía de fondo, y nos recibe un mesero para asignarnos la mesa, el lugar no está muy lleno lo cual nos va a permitir reír y hablar de todo. Nos sentamos y pedimos la carta, entre la plática y comida nadie se da cuenta de que han pasado hora y media desde que llegamos el tiempo se pasó volando, sin duda ese día nunca lo olvidará mi madre ni yo tampoco.Los meses pasan sin poderlos detener, y como cualquier día antes de ir al mercado hago nota mental de lo que hace falta, como no voy a dilatar le encargó a Lupita que vea a su abuelita que está en la silla de ruedas, lo bueno que el mercado queda a tres cuadras; salgo de casa y como de costumbre dirijo un fugaz saludo a los vecinos que pasan con un pequeño asentamiento de cabeza. Una vez que llego al mercado compro, frutas, verduras carne, y otras cosas, ahora voy de regreso a casa pero escucho de lejos que gritan mi nombre ¡Susana! ¡Susana! Volteo y veo a mi hermana Yolanda, no lo puedo creer prontamente bajo las bolsas del mandado al piso y con una sonrisa que nace en mi rostro la miro con cariño, ella corre con las manos extendidas y me da un gran abrazo.
—Hermanita chula por fin te encuentro —menciona con nostalgia y empezamos a llorar las dos, y una a la otra nos miramos.
—Tanto tiempo sin vernos ¿dónde has estado todo este tiempo? —hago ademanes al hablar.
—Estoy viviendo lejos pero lo importante es que estoy aquí, te debo confesar que me casé y tuve dos hijos varones y unos años después me divorcié —cuenta por lo que pasó.
—Lamento escuchar eso —resoplo con pena.
—Yo no —dice muy sincera.
—¿Entonces no te has vuelto a casar?
—No... Para qué quiero un hombre a mi lado ¡yo puedo salir adelante junto con mis hijos! —se ve muy segura de sí misma.
—¿En qué estás trabajando? —pregunto para saber un poco más de ella.
—Limpio casas, o vendo algunas cosas eso sí no me he quedado sin comer yo ni mis hijos y esto es gracias a que tú me diste el ejemplo.
—Yo, ¿cómo es eso? —lo que dice me toma por sorpresa.
—Porque de pequeña veía como trabajabas duro para que comiéramos todos, el hecho de recordarlo hizo que luchará por salir adelante, eso es lo que hacen las mujeres fuertes y valientes ¿no?
—Hay hermanita gracias por decirme eso, no pensé que te dieras cuenta —al hablar la miro con ternura.
—Pero dime ¿cómo te ha ido a tí Susi?
—Bien, gracias a Dios aunque no se, si te enteraste que me volví a casar y tuve seis hijos sin embargo hubieran sido ocho ya que se me murieron dos —expreso con un sentimiento de tristeza.
—Mis condolencias hermana y, ¿tus otros dos hijos Guillermo y Lourdes los has visto?
—Lourdes hizo su vida y de vez en cuando viene y Guillermo solo lo he visto una vez —respondo sin guardar nada.
—¿Entonces mi madre no está con Guillermo? —pregunta con admiración.
—No, ella está en mi casa porque se puso grave.
—No puede ser —expresa abriendo la boca con sorpresa para después añadir—. Pensé que ella no estaría sola, porque cuando me fui estaba su esposo, nuestro medio hermano y Guillermo.
—Su esposo murió, eso lo sé debido a que la señora quien la estaba cuidando me lo informo, pero no sabía que tenemos un medio hermano —declaro muy sorprendida por la noticia.
—Asi es, tenemos un medio hermano él es diez años menor que nosotras en definitiva no me cae bien por varias razones y la verdad me siento culpable de haber dejado a mamá, todavía recuerdo cuando me fuí de casa estaba llorando y no me importo ¡quería sentir lo que es ser amada! Pero creo que no fue la mejor desición, eso sí no me arrepiento del tener a mis hijos porque son una bendición.
—Lo hecho, hecho está, no puedes cambiar nada ahora a vivir el hoy —digo muy positiva.
—Es verdad —muestra una sonrisa cómplice.
—Quiero saber cómo sabías que estaba en el mercado.
—Fui a tu casa y tú hija me dijo, y bueno la dirección me la otorgó una vecina donde antes tú vivías.
—Ahora entiendo, qué te parece si vamos a mi casa y visitas a mamá.
—Claro tengo tantas ganas de verla, te ayudo a cargar las bolsas. —No deja que agarre ninguna bolsa por lo que veo es muy fuerte.
Nos fuimos camino a casa platicando, cuando llegamos a la puerta meto la llave en la cerradura la giro y entramos.
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Secretos del alma
Teen FictionSusana es una niña que no disfruto de su infancia como muchos niños ya que trabajaba haciendo limpieza en casas con tan solo 15 años para mantener a sus dos hermanos menores ya que sus padres siempre se concentraban en sus problemas, nunca imaginó q...