Capítulo cuatro

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   Todos los días son amargos y grises lo único que me distrae es trabajar; mi mamá no pregunta en qué trabajo, está claro que no le importo aún así sigo adelante para poder comprar lo que haga falta.

  Les confieso algo, siempre estoy con las pilas bajas. No puedo seguir el ritmo que mi cuerpo estaba acostumbrado, muchas veces me pregunto si en algún momento va a salir el sol, ese suceso haría que mis días ya no fueran solo una rutina con la que trataba de mantenerme ahí, respirando y haciendo lo mejor que pudiera para seguir soñando con un mañana mejor. Deje de contar y atesorar los días, quise rendirme sin embargo tuve una pizca de ánimo porque al salir del trabajo, me detengo y recuerdo con nostálgia cada parte que mi hermano concurría, podía verlo con su alegría, entusiasmo y gran calidez que desprendía. Y en casa percibía su esencia, tenía el deseo en los ojos de verlo vivo, imaginaba ese momento, eran los gritos de mi corazón. Logré reunir la suficiente conciencia para saber que ya no lo veré. Ahora la casa tiene esa sensación fría y no cálida.

  De nuevo me invadía la melancolía, ni siquiera el agua del grifo era capaz de ocultar su tristeza, porque gotea, gota a gota. Hace un año era algo habitual que goteara, pero hoy me acompaña en mi sentir. Mi corazón se oprime ¡no puedo aceptar que murió! Este dolor crece sin cesar. Si bien, es una certeza innegable que él... ya no está. Ese pensamiento me impide estar en paz. Desde mi punto de vista, todos tenemos nuestras propias dificultades; algunos los pueden soportar otros como yo nos tumban.

  Por cierto, mi madre sigue sin dirigirme la palabra. Y por si fuera poco Yolanda, no me habla porque le prohibió mamá, solo estoy yo y mi sombra que me acompaña a donde voy.

  Cierto día en la noche cuando estoy a punto de dormir, empiezo a escuchar risas que provenían de la sala, eso me parece sumamente extraño sin dudarlo decido levantarme de la cama. No salgo solo me acerco a la puerta a oír, escucho una voz varonil pero como tengo curiosidad el saber quién es, abro la puerta lentamente no logro ver nada, me desespero, mejor salgo para ir al baño es una buena excusa. Avanzó con sigilo y espió por el borde de la pared aún así, mamá alcanzó a verme.

—Susana ven para acá —ordena con autoridad, me dirijo hacia ella y luego comienza a decir—. Ella es mi hija la mayor —me presenta con aquel hombre desconocido, ignoro lo que está ocurriendo.

—Es muy bonita igual que tú —anuncia, sus ojos son como un escáner de fotocopias porque se queda viendo mi cuerpo con morbo de arriba hacia abajo.

—Saluda no seas descortés. —Mama me mira sacando los ojos para que lo saludé. A la de a fuerzas estrecho las manos con él, de inmediato la suelto. Su presencia hace que me sienta incómoda.

—También tengo otra hija llamada Yolanda y un hijo que hace poco murió —comenta mamá como si le estuvieran preguntando.

—Lo lamento mucho ¿cómo paso eso? —pregunta con interés. —¿Será que quiere saber porque de verdad le interesa? —cuestionó desde mis adentros.

—Perdona no quisiera hablar de ese tema, en otro momento te platicaré, ¡Yolanda ven enseguida! —grita mamá para que salga de su cuarto, pronto se presenta.

—Que bueno que estén aquí las dos presentes. Quiero comentarles que Federico pronto va a vivir con nosotras, porque nos casaremos  —dice en un tono alto anunciando la noticia, sus palabras me caen como un balde de agua fría. No puedo creer lo que está diciendo parece un mal chiste.

—Ya que lo saben, váyanse y déjenme a solas con su futuro papá —nos corre haciendo gestos con sus manos.

—¡Papá! Yo no tengo papá —susurro enojada, y para no discutir doy la media vuelta. De regreso a mi cuarto, me meto bajo las sábanas. —¡Ese señor, no me da buena espina! ¡cómo puede casarse de nuevo! —Quiero gritar, pero no puedo. Inhaló y exhaló para no perder el control, con esta noticia no puedo dormir miro hacia un punto fijo pensando en lo sucedido; transcurre la noche  corre sin detenerse. En verdad obligo a mi mente a no pensar en eso, hasta que logro cerrar mis ojos y duermo profundo. No me doy cuenta de la noción del tiempo y ya es de mañana, me levanto y empiezo alistarme para trabajar pero noto que mi hermana no durmió en su cama, salgo de la habitación y veo a Yolanda.

Secretos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora