Capítulo dieciocho

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  Bueno... bueno... —hizo una pausa Alberto un tanto larga para crear expectación; comienza primero con las preguntas se ve que ya las  tenía en mente, sin embargo las respuestas que da el muchacho son superficiales le importa mucho el dinero, el físico y lo material, pero se ve que quiere a mi hija además si en un futuro se casarán vivirá comodamente en una bella casa eso es lo que pienso por otro lado la jovencita muestran sus respuestas poca importancia hacia mí hijo Alberto, se ve que no ha madurado no sabe lo que dice, su actitud hace que suelte un profundo suspiro como si estuviera intentando tener paciencia pero en mis adentros no quiero que dure su noviazgo, una madre sabe quién de verdad le conviene además la estuve abservando desde la mesa y ví que no tenía modales apoyaba sus codos en la mesa mientras comíamos y más aún se pasaba su cabello por sus manos, eso me parece inaceptable. Logramos conversar más de una hora y después se van.

  Pasan algunos meses y mi hija Pati la veo triste eso me preocupa.

—Hija últimamente no veo que salgas con tu novio ¿pasa algo? —pregunto con la intención de saber.
—Si, mamá él puso fin a nuestra relación me dijo la típica frase "No eres tu soy yo" lo cual comprendí que no me quiere o que tal vez tiene otra mujer, y las cenas caras, los planes de película en el cine, las palabras de amor quedaron en el pasado, aunque ha decir verdad él significaba la persona más importante de mi vida inclusive por encima de tí y papá no sé qué pudo pasar ¡tan solo me hubiera gustado que fuese más sincero conmigo!  Ahora me siento como si un martillo me clavara en mi corazón ¡por qué me duele tanto! ¡cómo le hago mamá para olvidarlo! —exclamá con un nudo en la garganta.

—Hay hija tu tristeza me rompe el corazón, te comprendo muy bien lo que estas pasando te puedo decir que aunque no va hacer fácil quitar todos esos recuerdos, lo que te va ayudar es que te enfoques en tu trabajo y que cierres ese capítulo además eres joven, hermosa e inteligente, estás en la flor de la juventud verás que con el tiempo conocerás a un buen hombre que te amé como te mereces, pero si quieres puedo ir con tu padre a decirle a ese poco hombre sus cosas porque ese niño rico no va a tratar así a mi hija.
—No lo hagas mamá no vale la pena solo te pido que te quedes conmigo —la abrazo mientras llora a cántaros por un largo tiempo, hasta que se queda dormida en mis piernas.

  Pasa un mes después de su ruptura, ahora veo tranquila a Pati y cuando me ve sonríe para que sepa que está bien; una mañana estaba lavando la ropa en los lavaderos pero me distrae lo suficiente que alguien lloré puedo oír que viene desde arriba de la azotea, me aseguro de subir despacio las escaleras sin hacer ruido, casi al llegar veo caminar de un lado a otro a mi hija Pati me hago mil preguntas de que le está pasando, por eso me quedo a escuchar lo que dice en voz alta.

—La primer cosa que aprendí en este mes es que ya no debo estar triste por tí, he arrancado cada pedazo tuyo de mi memoria y lo destroce, la segunda que no necesito de otra persona para sentirme completa como sucedió contigo, ese vacío que dejaste en mí... solamente yo lo puedo llenar, la tercera que no estaré con alguien para olvidarte ni siquiera para distraerme porque lo que tú causaste en mí es una motivación para ser realmente yo y no la mitad de algo, y sí algún día llegará alguien que me quiera de verdad sin que yo lo busque tú solo serás un lejano recuerdo, la cuarta cosa es que aunque duela   no diré más tu nombre, yo soy una mujer que aunque tenga defectos también tengo hermosas cualidades y ningún hombre jamás me va a lastimar mi corazón, estás serán las últimas lágrimas que derramare por tí, el tiempo es el único que puede hacer que este dolor pase y disipe la confusión para así obligarme a aceptar las cosas y lidiar con el hecho de que esto que creí que duraría toda la vida fue solamente un período en mi vida que en nada se parece a la eternidad que tanto nos prometimos.

Escuchar esas palabras me hizo ver que mi hija es muy fuerte, me imaginé en ella cuando era joven hasta saltaron de mi rostro algunas lágrimas, y con mucho cuidado me bajo para no ser vista no quiero apenarla, de repente escucho que azotan la puerta de la casa no pude ver quien era, cuando entro mire que esta furioso mi hijo Alberto.

—¡Te pasó algo! —exclamo preocupada.
—¡Si madre me pasa algo! Sabes me dejo mi novia —refleja angustia en su rostro e inconformidad y añade—. ¿Sabes por qué? —En sus ojos notó lo furioso que está, por una extraña razón me habla en un tono más alto de lo normal.
—No sé dímelo —also los hombros con confusión.
—Por tí mamá, por tu indiferencia y prejuicios ella me dijo que te le quedabas viendo feo cuando la traía a casa, incluso me dijo que tú le dijiste si toda su familia era de piel morena, pienso que desde el primer día que la viste no te agrado solo porque es morena, de hecho recuerdo que de pequeño me dijiste que nunca tuviera una novia o que me casara con una persona de piel oscura porque no eran igual a nosotros —su rostro luce rojo por lo ensaltado, habla y habla no deja que yo diga una palabra.
Siendo honesta es cierto lo que dice, mejor salgo de la casa a caminar para calmar la tensión de mi hijo. El día  está bello, el cielo cubierto por nubes blancas y esponjosas se puede sentir una suave brizna, con un viento que hace que las hojas secas floten delicadamente es como si me quicieran envolver como un regalo, cuando veo una banca me dirijo a sentarme y una tormenta de recuerdos me bombardean.

Veinte años atrás...

Apurate Susana para irnos —dice mamá.
—Si hay voy —dije muy obediente.
—Pero por que te pusiste ese vestido se te ve la piel morena hasta quizás negra y pareces un mono —lo dice con sarcasmo y unas cuantas carcajadas.
—No digas eso mamá es que he estado en el sol y por eso me veo así —titubeo al hablar.
—Si tú lo dices —alarga las palabras—, creo que de los hijos que tengo tú eres la que me salió negra como un carbón —me lo restriega en la cara, remarcando cada palabra como para hacerme daño.
—Me ofendes con tus palabras —en mis ojos puedo sentir que pueden salir en cualquier momento las lágrimas.
—Pero acepta la verdad —arruga la nariz como diciendo que le doy vergüenza o incluso asco.

Actualidad...

Mi madre odia a toda persona negra o morena, siempre ha sido así, me pregunto como siendo tan pequeña recibí maltratos tanto psicológicos como físicos, todavía recuerdo que para ser aceptada por mi madre lo que hacía era untarme crema aclarante y talco para ser blanca aún así ella seguía con las ofensas, sin embargo al verme al espejo cada mañana no me veo como ella decía porque yo soy de piel blanca yo creo que lo hacía para molestar o porque no me quería ya que soy igual a mi padre y como él la había abandonado se desquitaba conmigo, y yo inconscientemente he seguido su ejemplo al decirle a mis hijos que no tengan novias morenas ¡eso se les ha quedado grabado es su cabeza! Por lo menos ahora es Alberto pero quizás también sea otro de mis hijos, ¡por qué me cuesta ver a las personas con piel oscura! ¡hasta no puedo estar cerca! Es un trauma que tengo por la culpa de mi madre espero que algún día pueda desvanecer este sentimiento porque no quiero hacer sentir mal a las parejas de mis hijos.

De regreso a casa miro hacia el cielo eso me relaja hace que no piense en lo que pasó con mi hijo, no obstante cuando bajo un poco la mirada veo que viene mi hijo Alberto de inmediato se me eriza la piel quiero desviarme del camino pero logra verme y viene  directamente hacia mí.

—¡Donde estabas! Te duele escuchar la verdad —se aventura a afirmar, su mirada es desafiante.
—No me alces la voz soy tu madre y merezco que me respetes, escucha lo que te voy a decir no quiero que interrumpas —ordeno con voz firme, pongo mi mejor esfuerzo en hablar tan claro como los nervios me lo permitan porque solo recordar el pasado me pone así.

Le cuento lo que sufrí por culpa de su abuela, el pone más de la debida atención luego añado—. Siento mucho todo lo que causé te prometo que voy a esforzarme a cambiar mi actitud, pero te voy a decir algo cuando tu padre le hizo preguntas la primera vez que estuvo en casa sus respuestas dieron mucho de que hablar, además cuando se quedó unos días porque sus padres la hecharon de casa no ayudo en nada, ni siquiera se preocupaba si ya habías desayunado para irte a trabajar, ¿cómo crees que hubiera sido si te casabas con ella? Entiende si ella te ama regresará contigo, pero si no lo hace es porque no quiere más seguir contigo.
—Tienes toda la razón mamá —comprende lo que le digo.
—Busca a una mujer que entienda de atole, escoba y metate con esa cásate.
—¿Qué quieres decir? —no entiende esas palabras porque nunca antes habían cruzado por su cabeza.
—Que busques a una mujer hacendosa —se lo digo en pocas palabras.
—piensa en eso hijo. —Ya no dice nada, se da la media vuelta y se va reflexionando con lo que le dije espero que comprenda.

Secretos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora