Capítulo veintinueve

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   Pasan un par de días, decido ir a ver al dueño para avisarle que mi esposo esta de acuerdo que los quince años fueran en la azotea, pero como lo veo en la esquina de la tienda donde vive enseguida me acerco a él.

—Buenas tardes —saludo con un asentamiento de cabeza—, hablé con mi esposo y está de acuerdo con la propuesta que nos dió —digo de inmediato.
Al verme lo noto algo raro.
—No, sé como decírselo señora Susanita... —responde un poco apenado y con un tono nervioso.
—¡Que pasa! —por su forma de hablar supe que algo andaba mal.
—Que creé que ya no se va a poder hacer en el lugar acordado —responde dando la noticia.
—¿Eso por qué? —tengo los ojos de par en par abiertos por lo sorprendida, porque ya teníamos todo planeado que fuera ahí.
—No le puedo decir le pido una disculpa por darle falsas esperanzas —se va de mi vista, encaminándose hacia su casa.
—Que cambio tan radical del señor, en serio estoy bastante molesta —lanzo un gruñido de frustración—. Ahora no sé dónde se podrá hacer tengo que sentarme y organizar mis ideas.
   Camino para buscar un lugar tranquilo, a pesar del aire fresco caen gotas de sudor en mi frente yo creo por los nervios porque ya se aproxima la fecha, mejor las retiro con una servilleta que tenía guardada en mi bolsa de la blusa sin duda perdí algo de ánimo, quiero sentarme pero no veo ninguna banca que esté cerca así que voy hacia un gran árbol, me deslizó por el tronco hasta sentarme en el suelo, mi cabeza da vueltas no quiero que mi hija se quede sin su fiesta, siento los rayos del sol sobre mi cabeza y hombros es muy agradable su calor, pienso que a lo mejor el sol me va a dar unos rayitos de ideas y ¡eso es lo que sucede! Las ideas empiezan a brotar y en voz alta menciono los posibles lugares.

—Puede ser en el salón pequeño que está cerca de la casa, pero está fuera del presupuesto y ¡sí cierro la calle donde vivo! Pero tengo que pedir permiso a la delegación y no sé cuánto tiempo tarde para darme una respuesta y ¡sí mejor se hace en los dos patios dónde vivo! Son grandes para invitar por lo menos a cincuenta personas, antes de hacer plan le pediré permiso a la dueña. Estuve cerca de 30 minutos dándole vueltas a mi cabeza a este asunto, espero que la respuesta sea satisfactoria.
   Me pongo de pie y camino hacia la casa de la señora Socorrito, apresuro el paso; cuando llego me falta la respiración creo que es por falta de condición espero unos minutos para reponer mi aire luego toco su puerta, abre ella y se ve que va de salida con su hija.

—Hola Susanita que te trae por acá —se percata de mi presencia.
—Es que le quiero pedir un favor muy grande —al hablar muestro una sonrisa no sé si de nervios.
—Dime ¿Cuál es? —desea saber mi petición.
—Mi hija la más pequeña va a cumplir quince años, quiero saber si me da permiso en que sea en los patios donde vivo.
—¡Claro que sí! Cómo crees que te iba decir no, sé de la emoción que alberga el tener quince años —expresa portandose muy accesible y amable.
—¿Cuánto dinero me los va alquilar? —pregunto para estar prevenida por los gastos.
—Nada, solo te pido que los patios se mantengan bien limpios cuando termine la fiesta —me agarra del brazo como diciendo que no me preocupe.
—Muchas gracias, de eso no hay problema yo me encargaré —aseguro, y de agradecimiento le doy un caluroso abrazo. Ella se va por su camino y yo por el mío pienso en el refrán cuando una puerta se cierra, otra se abre . Llego a casa mi hija Lupita se esta midiendo su vestido.
—Mira mamá ¿Cómo se me ve? —se da vuelta para mostrarmelo.
—Hermoso hija, ven acercate te tengo que decir algo. —Viene hacia mí.
—Bueno... Bueno... —hago una pausa un tanto larga para que la intriga pudiera con ella.
—Creo que no es nada bueno lo que vas a decir —sus ojos visualizan mi rostro.
—Mira, no se va hacer tu fiesta donde teníamos planeado —digo muy seria.
—Entonces queda cancelado todo ¿verdad mamá? —insinua respirando profundo e hizo un esfuerzo por tratar de aceptar la situación.
—Calma no te adelantes al decir que está cancelado ¡si se va hacer tu fiesta! —exclamo con emoción.
—No te entiendo —se confunde.
—Tu fiesta se hará aquí en los patios.
—Ohhh...  Es una buena noticia mamá, ya me estaba imaginando que no se harían, les diré a mis hermanos para así poder ensayar en el patio en este mismo momento. —Se va corriendo.

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