Capítulo seis

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   Abre la puerta Daniel para que podamos entrar: las luces están prendidas a lo alto, esto me permite ver bastante bien por todo alrededor, se esmeraron en la decoración. Tiene una sintonía de colores café, baige, y cortinas de color azul claro es como si estuviera en medio de una pastelería. Quedó realmente admirada porque es una casa antigua, con hermosos muebles que por cierto se ven muy costosos.

—Hay que subir arriba, te enseñaré nuestro cuarto. —Subimos las escaleras, mientras él lleva cargando las maletas—. Abre cariño la puerta.

  —¡Claro! —la abro con gusto. Llegamos a un gran dormitorio con grandes ventanales.

—Esta será nuestra habitación —anuncia muy feliz. Estoy realmente asombrada quedó muda y distante, estaba más allá de la sorpresa y de la emoción. Era bastante grande y rústico: las ventanas tenían cortinas que alegraban las paredes del cuarto, por un segundo contemple la cama bien hecha, todo es demasiado lindo. Instantáneamente, siento entre mis piernas que algo escurre como agua ¿acaso me hice pipí, sin que yo lo sepa? ¿qué pasa?

—¡Dónde esta el baño! —digo desesperada a Daniel.

—Esta enfrente de tí en esa puerta de madera —señala el baño. Pero me mirá con el ceño enmarcado, quiere saber que me pasa.

  Entro rápido al baño, bajo la mirada y veo como sobre mis piernas fluye sangre. Sentí miedo porque no sé que le pasa a mi cuerpo y hasta mi vestido está manchado, ¡Daniel ven rápido! —grito con mucha angustia.

—¡Qué tienes! —exclama entrando de inmediato al baño. Se ve asustado, sus ojos casi se salen de sus órbitas, porque ve como la sangre emanaba de mis piernas, él sabía que algo andaba mal desde que yo entre al baño—. ¡Qué te está pasando!

—No lo sé. Solo sentí hace unos minutos que algo escurría entre mis piernas —mi voz tiembla al hablar.

—Vamos con el doctor —jala mi mano derecha con desesperación.

—Deja me cambio —me rehusó a salir porque me da pena ir manchada.

—No, vámonos así. —Tiene prisa por ir al doctor, piensa que puede ser algo grave.

—Estoy mareada, no creo caminar —le comento con voz casi imperceptible. De un segundo a otro mi entorno se va oscureciendo y caigo al piso sin saber nada.

Cuando despierto, estoy en una cama de un consultorio y a mi lado está Daniel y un doctor joven como de unos veinticinco años.

—¿Qué me paso doctor? —cuestiono muy preocupada. Me levanto para verlo mejor.

—Es tu ciclo menstrual, es lo de lo más normal no hay nada que temer —dice con calma.

—¿Qué es eso? —pregunto claramente confundida.

—El ciclo menstrual es lo que suele denominarse como tú período. Es el sangrado mensual de una mujer —explica para que sepa.

—¿Por qué viene esto?—cuestiono con los ojos muy abiertos.

—Porque el cuerpo femenino, está liberándose las células de recubrimiento del útero y la sangre menstrual fluye a través de una abertura en el cuello uterino, y abandona el cuerpo a través de la vagina.

—¿Esto me va a durar mucho tiempo? —sigo preguntando.

—No. Por lo general, el periodo dura entre tres y siete días, eso sí será una compañera de vida, mes tras mes. 

—¡Por qué tiene que ser así! —exclamo con muecas.

—Es lo que tienen que pasar todas las mujeres —se queda en pausa por un momento, y luego menciona—. Te puedo preguntar algo —se me queda viendo fijamente.

Secretos del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora