Los entrenamientos en la Casa de la Cultura de Arborizadora Baja continuaron dos semanas más, y como era de esperarse, Valeria adquirió bastante destreza y habilidad, ignorando que buena parte de esos resultados fueron gracias a la acelerada recuperación de su cuerpo cuando ingería el agua de cáscara de manzana dorada que preparaba Doña Ceci para ella.
Una vez más, Valeria estaba preparada para probar sus efectos, luego de que ejecutaron en ella una última llave.
- Sú..plex... -vociferó Valeria
- Dios mío, creo que esta vez sí me pasé- exclamó Germania.
- ¿Qué ocurrió? - dijo Doña Ceci, subiendo a la lona.
- ¡Es que ella insistió! Quería que le aplicara la Súplex... ¡Por favor, no la muevan mucho! - rogó Germania.
La luchadora se echó para atrás el cabello lacio y tembló ante la idea de haber causado heridas de gravedad a la chica. Yuli reapareció y compartió mirada cómplice con Doña Ceci.
- Listo, que Yuli se encargue. Traigan camilla, y ayúdenmela a llevar a los casilleros- pidió Doña Ceci.
Zoila se apresuró a traer la camilla hasta el cuadrilátero, y tanto ella como las demás, se ocuparon de trasladarla lo más rápido posible, pero se detuvieron un momento por indicación de Doña Ceci.
- Nosotras nos encargamos.
- Pero la pelada necesita que la miren, ¡Que le quebré la nuca! - insistió Germania.
- No, es un desmayo y ya. Vaya, y ahorita la viene a ver, si es que está tan preocupada- Dijo Doña Ceci, sellando el asunto.
Germania desconfiaba, pero de todas formas se retiró. Zoila suplicó que la mantuvieran al tanto antes de irse también.
- Se pondrá bien- Dijo Germania a Zoila.
- ¿Cómo sabe, señorita?
- La he visto. Golpeada, lastimada un día, y al siguiente ni moretones.
- Pero esta vez es más grave, señorita.
- Sí, y era la idea, ver como de jodida la podía dejar para después ya verla recuperada.
- Pero, ¿Por qué haría eso, señorita? – la increpó Zoila, horrorizada.
- Quería probar su resistencia.
Poco después, Yuli y Doña Ceci reaparecieron con Valeria, que apoyaba sus brazos sobre los hombros de sus amigas. Y tal como Germania explicara, ya no mostraba signos de haber sido lastimada.
- Por poco me la mata, Germania. A ver si tiene cuidadito la otra- le dijo Doña Ceci.
- ¿Está bien? Pero, ¿Y la fractura? - inquirió la mujer.
- No, ¿cuál fractura? que le dio un golpe que por poco la destutana. Ella está bien, tranquila. La llevamos a la casa a que tome aire y un descansito.
- Señora Cecilia, por favor cuídela mucho- se despidió Zoila.
- Sí, yo la cuido- prometió.
Mientras las tres se alejaban, Zoila reflexionaba.
- Yo un día le di unas patadas de canguro en el pecho a la niña Valeria, la hice escupir sangre y todo, y al día siguiente estaba como si nada.
- ¿Ve? Pero ya le puedo dar la razón completa a un amigo.
- ¿Qué amigo, Señorita Germania?
YOU ARE READING
La Hija de Atlas: #1- Morder el Polvo
Fantasy"Flotabas, y estoy segura que tú fuiste la que convirtió en polvo el concreto de las paredes. ¿Qué cosa eres?". La oleada de terror que trajo La Noche del Ruido en Bogotá duró lo suficiente como para neutralizar a casi todos los niños en la ciuda...