Le temblaba la mano derecha. Sentía que quería sacarla, pero por más que odiara a Yuli, no lo haría. Si siquiera se la llegaba a enseñar, la liquidaría. Así que la guardó en lo más profundo del bolsillo de su chaqueta y elevó su puño izquierdo para ponerse en guardia.
- Pero serio, Estiven. Si va a mandar traques, le veo las dos manos pues- le exigió Yuli.
- No, mija, si le voy con las dos, queda en desventaja.
- ¿Qué esconde ahí o qué?
- Si va a pelear, pelee, párele a la garladera.
- Pff, garladera, dice- susurró Yuli y luego escupió a un lado.
- Postura, Yuli, Postura- le dijo Estiven a la vez que situaba sus pies para recibir la carga que estaría a punto de darle Yuli.
Yuli, que estaba más que dispuesta a arremeter, sintió como las palabras sacaban a flote los recuerdos, y se vio transportada dos años en el pasado, antes de la crisis de la Plaga del Sueño, antes de la destrucción y aislamiento de la ciudad al resto del país, del mundo, antes de conocer a sus amigos, a Doña Ceci, antes de animarse a hacerse luchadora.
Todo parecía tan lejano ahora, sin el miedo a la plaga extraña ni a los monstruos abominables...
Hace dos años, Yuli no era ni la mitad de fornida que era ahora, y subía por las escaleras hasta llegar al segundo piso de un edificio de tres plantas, donde estaba ubicado un gimnasio.
- Éste... ¿Buenas? Vengo a entrenar- dijo Yuli al entrar.
- Sí, pelada, siga, y le hablamos de las rutinas y eso- la recibió una mujer desde una mesa.
- Gracias. Este...Yuli, mucho gusto- se presentó, extendiendo su mano.
- Bienvenida, Yuli. ¿te deseas poner en forma, o...?
- Bueno, sí, y saber cómo pegar y eso- contestó la chica a la vez que le enseñaba a la mujer un volante, y le señalaba un texto donde anunciaban que daban clases de boxeo.
- Vale, se puede poner en forma y aprender defensa personal. Usted escoge el horario- le dijo la mujer a la vez que se echaba el cabello castaño y lacio hacia atrás con una mano mientras caminaba con ella por el gimnasio.
- Sí, me gustaría. Por las noches, que es el único momento que tengo, así como libre.
- No hay problema. ¡Duván, llegó nueva cliente! – dijo la mujer a un hombre fornido que estaba con otros dos muchachos, quienes golpeaban el cojín que el hombre sostenía frente a ellos.
- Hola, bienvenida. ¿Entonces quieres practicar? – dijo el hombre a la vez que se acercaba a ella para tenderle la mano.
- Sí, quiero... quiero practicar- dijo Yuli, disimulando una mueca. Sintió el fuerte el apretón de manos que le daba Duván, y quiso soltarse de inmediato, pero tuvo que esperar.
- Bien, vamos a formalizar la inscripción, y comenzamos mañana.
- Sí... - dijo Yuli, caminando junto con el hombre.
Mientras se alejaban, uno de los muchachos tocaba con el codo al otro, y con un ademán de la cabeza le decía que mirara a Yuli.
- ¿Eh, que tal la vio?
- Pues normal- dijo Estiven sin prestarle mucha atención.
- ¿Normal? Está apenas. Y vino a entrenar.
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La Hija de Atlas: #1- Morder el Polvo
Fantasía"Flotabas, y estoy segura que tú fuiste la que convirtió en polvo el concreto de las paredes. ¿Qué cosa eres?". La oleada de terror que trajo La Noche del Ruido en Bogotá duró lo suficiente como para neutralizar a casi todos los niños en la ciuda...