Capítulo 38 Tres contra La Mano Vacía

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Para La Hija de Atlas el volar le recordaba cuando practicó zambullidas y saltos en la piscina de Meissen con Yuli y Xiomara, pero al contrario de aquellas veces, ya no se sentía limitada por una masa de agua que la rodeara. Se podía permitir flotar y también esquivar con mayor velocidad uno a uno los golpes de la ráfaga de puñetazos que le propinaba la Mano Vacía, los cuales le arrojaba con evidente furia. Una vez tuvo claro que le era imposible atravesar la barrera de golpes para conectarle un ataque, La Hija de Atlas rápidamente se elevó por encima del Guerrero Fantasma, dio un giro y se dirigió hacia su cara con una patada justo en la marca roja de su máscara. El impacto provocó que detuviera los golpes y que terminara empujándolo a varios metros, pero sin lograr tumbarle.

- ¡A eso me refería con lo que debían mirar lo que podía hacer La Hija de Atlas! - Exclamó emocionado Manabo.

- Se acabó. Un round más y lo rompo en dos como un palillo- advirtió Valeria.

- Increíble como aguantó esa patada- opinó Diego.

- No para los que miramos bien- aseguró Doña Ceci, que señaló hacia Estiven.

Y detrás de Estiven, todos sus adeptos se reincorporaron tras absorber el impacto de la patada de Valeria una vez se situaron detrás de su líder.

- ¿Romperme a mí? Antes va a tener que pasar también por todos los demás - exclamó Estiven al sobarse el cuello con la mano izquierda.

Y al tiempo que el Guerrero Fantasma, todos los demás se sobaron las nucas en un inusual ejercicio de coordinación.

- ¡Quiero la cabeza de La Hija de Atlas! - gritó La Mano Vacía, revelando la pequeña y perturbadora cara en la palma de la mano de Estiven.

Una horda de seguidores de la Horda de la Mano se preparaba para acatar las órdenes de ésta, cuando un objeto contundente se dirigía directo a la cara del Guerrero Fantasma. Estiven lo reconoció de inmediato, y La Mano Vacía se desdibujó en el aire para atraparlo. En cuanto tuvo el objeto entre sus dedos, tanto ella como Estiven estallaron en cólera al reconocerlo.

- Su cabeza...- repitieron al mismo tiempo los dos.

El casco del prototipo inicial del traje de La Hija de Atlas comenzó a crujir mientras La Mano Vacía lo apretaba con fuerza. Luego vio como Yuli lo saludaba a lo lejos.

- Ahí está. Eso es lo más cercano que van a tener de la cabeza de la pelada, ¿Oyeron? ¿Oyó, Estiven pendejo? - gritó Yuli.

- Le tiraste el prototipo... Es una pieza de museo...- se lamentó Shizuka.

Manabo quiso reprocharle a Shizuka el que le diera importancia, pero lo detuvo ver que, entre la multitud de seguidores de Estiven se levantó Grigori, que se abalanzó hacia Yuli. Hasta ese momento, para ella Grigori era como el colosal pero bonachón tío que nunca tuvo, y que alguna que otra vez la cargó en su hombro como haría un hombre adulto con una niña pequeña. Pero ahora el terror invadía cada hueso de su cuerpo, que sintió que le fracturaría a continuación.

Yuli se preparó para recibir el impacto, pero el enorme luchador se quedó suspendido en el aire. Éste se retorcía y sacudía, dando gruñidos primitivos al sentirse atrapado, y manoteando hacia Yuli, a quien quería alcanzar para hacerla pedazos, pero esta se alejó paulatinamente de debajo de él, pudiendo apreciar porqué no cayó sobre ella.

- No sé... si en la Perrera... tengan jaulas para... contenerlo...- dijo Valeria mientras se esforzaba en retener a su adversario de la camisa.

Y ahí estaba ella, flotando tres metros sobre el piso con el corpulento luchador para ponerlo lejos de Yuli.

- ¡Cráneo! ¡Aplastar cráneo y llevar cabeza a la Mano Vacía! - exclamó con ira Grigori.

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now