Capítulo 17 Nodriza

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Ya habían transcurrido dos semanas desde la Noche del Ruido, y el crecimiento de Valeria a nivel personal y físico era notable. Había perdido sus habilidades, pero a cambio adquirió humanidad, y también mentores, aliados, una familia, con la que congeniaba poco a poco. Una vez había logrado asentarse entre la gente de Ciudad Bolívar, Valeria también aspiraba a que sus poderes despertaran gracias al esfuerzo que ponía en sus entrenamientos, cuyos resultados no discutía, más sí el tiempo que le tomaría tener sus poderes de vuelta. Sin embargo, ignoraba que todo aquello le había sido impuesto, tanto para que mejorara en el aspecto físico, como para mantenerla ocupada hasta que Doña Ceci y los demás dieran con la forma de devolverle sus poderes, cosa que ocurría en el Invernadero, donde los eventos tomaban su propio curso. Con respecto a su entrenamiento en natación, justo acababa de aprender a flotar en el agua, y ya podía lenta, pero segura, nadar en la piscina y sin asistencia. Y entre más adquiría pericia en natación, Valeria notaba mucho mejor la diferencia entre nadar y volar, cosas que en principio se le habían hecho similares por la experiencia que permanecer en el agua le brindaba. Pero cuando fue a retomar su práctica en el Centro de Piscinas de Meissen junto con Yuli, no encontró a la chica que se encargaba de enseñarle, Xiomara.

- Ah, Xiomara, ¡Conteste! – expresó Yuli frustrada, y con el celular en mano.

- ¿Te dijo algo? ¿Te contestó algún mensaje? - la interrogó Valeria, apesadumbrada.

- No, no. Y no avisar. Pero conociéndola, con lo responsable que es, fue que le pasó algo. Eso es lo que me preocupa.

Y en eso estaban, hablando de lo preocupadas que estaban por Xiomara cuando el celular de Yuli vibró. Sin vacilar, activó la pantalla y accedió a la aplicación de chat para ver el mensaje que, en efecto, era de Xiomara.

- "Perdóneme Maritza, pero hoy no pude ir"- leyó Yuli.

- Ay... y hoy sí íbamos a practicar clavados- se lamentó Valeria.

- Ya le pregunté, que por qué, y dice "estoy acá con una reunión con estos señores de Oneiros".

- Bueno, devolvámonos a la casa- dijo Valeria, desilusionada.

- Vale, pero déjeme escribirle.

Yuli redactó un mensaje, y poco después vino la respuesta.

- "Sí, yo sé, le hubiera avisado antes, pero es que ellos no anunciaron nada. Vinieron a mi casa a la madrugada, a hablar sobre los niños".

- ¿Vamos a la casa? – preguntó Valeria.

- No, pues... yo la dejo allá, y luego le caigo a la Xiomara- dijo Yuli, mostrándose preocupada.

Valeria notó ansiosa a su amiga, y dejó de lado su decepción por haber perdido la llegada al centro de piscinas para caminar a la par con Yuli hacia donde habían dejado estacionada la bicicleta.

- No, para nada. Vayamos juntas.

Yuli apreció las palabras de su amiga, pero se mostró inquieta.

- Listo, camine, y pues le voy contando una o dos cosas en el camino- asintió Yuli.

Una vez que Yuli montó la bicicleta, Valeria se apoyó en sus hombros para poner sus pies en las salientes laterales de la rueda trasera, y emprendieron camino hacia Candelaria, La Nueva, esquivando casquetes y baches en el trayecto. Una vez avanzaron un buen trecho, Yuli rompió el silencio.

- ¿Usted recuerda que ya le habíamos hablado de esa gente, los de Oneiros, ese grupo que vino a investigar lo que les pasó a los niños?

- Sí. Que hace dos semanas que están aquí en Bogotá, y ya están trabajando- asintió Valeria.

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now