Capítulo 11 Potencial

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- ¿Llena de sorpresas? ¿Y por qué? – preguntó Valeria.

Sin decir nada, Yuli le tomó dos fotos a la cara de la chica con su celular, y se las enseñó una vez amplió la imagen en la zona de las mejillas.

- Las cicatrices, ¿ves? Ya no están. –expresó Yuli.

- No sé, ¿sí? - preguntó Valeria al tiempo que se pasaba las manos por la cara.

Yuli, a falta de un espejo, puso su celular en modo cámara para selfie para que su amiga comprobara que le decía la verdad.

- Sí, se fueron las quemaduras con las que llegaste. Y tanta fue la vaina que pasó anoche, que ni nos dimos cuenta, sino hasta ahoritica.

- Pues habrá sido lo único bueno de haberme comido esa fruta - declaró Valeria luego de cerciorarse de que las demás cicatrices que tenía en otras partes de su cuerpo también se habían desvanecido. Luego tomó con las dos manos el tazón rebosante de chocolate para beber de él, pero una palmada en la espalda casi le hace regar la bebida.

- ¡Ah, pero qué! ¿Y todo lo demás que puede hacer qué?

- ¡Casi me hace quemar, idiota! – gritó Valeria. Pero Yuli tan sólo sonreía.

Tras dejar a Valeria y a Yuli solas, Doña Ceci avanzó al cuarto de Manabo para dejarle a él también su desayuno, más fue una sorpresa el encontrar junto a la puerta otra bandeja con comida intacta y fría en ella. Disgustada, Doña Ceci abrió la puerta de un empujón y entró a la habitación.

- ¡Manabo, el desayuno! – gritó Cecilia en cuanto entró.

Y lo que encontró allí la estremeció. La habitación, completamente a oscuras, estaba vagamente iluminada por la única fuente de luz del lugar, la pantalla de la laptop de Manabo, que sentado en mitad del cuarto, ni se inmutó ante su presencia. Cecilia entonces encendió las luces del cuarto.

- ¡Señora Cecilia! –exclamó el joven sorprendido.

- Ni comió ni se acostó, ¿No? – observó Doña Ceci al darse cuenta también que su futón - un colchón para dormir- estaba intacto.

- En un rato, señora Cecilia... tomaba unas notitas acá, y ....

Y Manabo cabeceó, a la vez que dejaba caer de sus manos un viejo cuaderno lleno de apuntes en caligrafía japonesa. Era evidente para Doña Ceci que el chico estaba agotado por la falta de sueño, pero parecía reacio a dejarse llevar por el agotamiento y descansar.

- Ah... sí, yo tenía que tomar apuntes, Señora Cecilia. Después de lo de anoche. Ahora como, duermo, me baño y eso... -le prometió Manabo.

- ¿Usted sabe que la hija de Jack me va a matar cuando sepa que se volvió otra vez adicto a ese computador?

- En una lucha hipotética entre usted y Megumi-San, usted tendría la victoria asegurada, Señora Cecilia.

- Sólo coma, y apague esa cosa un ratico. Prométamelo – insistió Doña Ceci.

- Sí señora.

Antes de retirarse, la mujer dejó la bandeja con el desayuno al lado de Manabo, esperando que el aroma del chocolate lo tentara para que comiera. Pero Manabo la detuvo.

- Es una de ellos.

- ¿Ah?

- Basándonos en lo que nos dijo Yuli, Valeria no es la más fuerte, ni la que más daño hizo de entre todos esos monstruos, pero tiene potencial.

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now