Capítulo 25 Lloran Las Parcas

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- ¿Este hogar está protegido por la Hija de Atlas?

- "Por la Hija de Atlas y La Virgencita"- terminó de leer uno de los miembros del cuerpo de Oneiros en el cartel en la ventana del ahora refugio de niños enfermos por La Plaga del Sueño.

Enseguida, Xiomara abriría la puerta y recibiría a la pareja. Ambos, hombre y mujer, lucían ropas anticuadas. Él un traje negro de chaqueta camisa, corbata, pantalón y zapatos brillantes, y ella, un traje de enfermera antigua de color negro y cuello blanco. Al verla, los dos saludaron asintiendo con la cabeza.

- B-Buenos días. Pasen, que debe estar haciendo frío y todo- los invitó a pasar Xiomara.

- Está bien. A eso venimos, a ver que todo esté bien- aseguró la joven.

En silencio, los dos entraron al que antes fuera un Jardín Infantil, en el que ahora cada niño que Xiomara se encargó de acoger permanecía en colchonetas y envueltos en cobertores, mientras sus signos vitales eran transmitidos desde manillas en sus muñecas y vinchas en sus cabezas hacia un monitor para cada niño. En el lugar sólo se oía el murmullo de las máquinas funcionando y los pasos de los tres.

- ¿Ha habido brechas en la seguridad, o algún incidente que deba preocuparnos sobre el bienestar de los niños? - dijo el joven de Oneiros muy serio.

- N-no... Ni siquiera esa pandilla volvió a molestar. Quisieron hacerlo, pero... pero desistieron.

- ¿Es algo que no reportó? – la interrogó la joven.

- No nos atacaron. Pero supimos que tenían la intención, luego de interrogarlos- aclaró Xiomara.

- Queremos saber todo lo relacionado al respecto. Es probable que por ello debamos reforzar el protocolo de seguridad- aseguró el empleado.

- O incluso trasladarla a usted y a los niños a una ubicación más segura- concluyó la otra mujer.

- Sobre eso, no hay lugar más seguro en Bogotá que Ciudad Bolívar- aseguró Xiomara.

- Aun así, queremos saber la historia y las razones de su conclusión- insistió la mujer.

- Todo lo que les voy a decir está relacionado con ese póster que estaban mirando cuando los recibí. Esta y cada ventana que vean lo tiene - indicó la chica.

Ansiosa, Xiomara sirvió tres tazas de café, y comenzó a rememorar lo que pasó en días anteriores.

Tomó al menos dos días terminar de acomodar los bloques de hielo en un anillo exterior, otro interior y cuidadosamente acomodado para que no generara problemas de tránsito a peatones y vehículos, y un tercero, el epicentro, en bloques amontonados uno encima del otro en la cantera abandonada. Propios y extraños reconocieron que quien lo haya hecho pensaba por el bien de todos, o eso pensaba Manabo cuando revisaba el metraje que grabó gracias a la cámara del dron con el que ayudó a La Hija de Atlas a ubicar cada bloque.

- Asumiendo que todos los bloques hayan sido reubicados en los tres puntos seleccionados para ello en la localidad...

- Y así fue- dijo Valeria, que veía divertida junto con Manabo el metraje.

- Vamos, Valeria, deberías asumir lo que pasó con el antepenúltimo bloque que moviste- insistió Manabo.

- Bien, bien, puede que se me haya resbalado. A cualquiera le puede pasar.

De repente Yuli entró a la habitación de Manabo tras tocar la puerta abierta con los nudillos.

- ¿Qué es lo que tanto grita, que se oye desde el pasillo?

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now