Capítulo 24 Perspectivas

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Era una verdadera noticia para todos los involucrados con el cuidado de los animales mutados que otro de ellos desarrollara inteligencia humana, y si distaba de la nobleza que demostraba Calibán, quizás el miembro más ilustre de La Perrera, lugar donde los luchadores tenían a los animales afectados, destacaba también por ser el único gato residente. Era de pelaje negro, salvo por una mancha blanca en el pelaje de su oreja derecha. Sus ojos verdes parecían sacar chispas cuando veía a través de las rejillas a los luchadores, y modulaba sus maullidos de tal forma que parecía que hablara a quienes lo miraban expectantes.

- Los odio- les dijo.

- Ya estuvo bien, "Perita en Dulce"- dijo la Doctora Natalia, mientras se abría paso ante los luchadores impresionados por su fisonomía humanoide, lo que lo acercaba más a la apariencia de un pequeño mono.

- Pero Doctora, ¿Qué piensa hacer? Esa fierecilla no reconoce ni respeta la fuerza. Me hizo heridas cuando me acerqué a cambiarle el agua, cosa que no significan nada para alguien que ha recibido más Brainbuster en su vida de las que puede recordar- dijo Grigori al enseñarle las marcas de zarpazos en su mano.

- Un gato malgeniado no me va a hacer retroceder para aplicarle las vacunas. Y a las buenas o a las malas le voy a enseñar que es por su bien- dijo la Doctora sin sentirse intimidada.

Decidida, y ya con un prontuario de mordidas y rasguños por parte de pacientes animales de toda clase, la veterinaria ya se había insensibilizado ante cualquier daño que le pudiera ocasionar el animal, asumiendo que la mordería o rasguñaría si intentaba acercársele. Pero otro de los espectadores se interpuso.

- Doctora, hablaré con él- dijo Calibán mientras jadeaba y sacaba su lengua una y otra vez de su hocico.

Reconociendo el porte humilde de Calibán, y sus intenciones, la Doctora Natalia dejó el camino libre para que el perro se ocupara del gato, ya que su lógica le dictaba que, probablemente, entre animales mutados se entenderían.

Para el gato, ver a Calibán le hizo erizar cada pelo de su cuerpo. Sus rasgos, que tenían más de humano que de perro la hicieron enojar, pero incluso en medio de su furia, no pudo pasar por alto la nobleza del perro. Y en sus ojos se reflejaba que no quería hacerle daño.

- Deja que tu igual te dé la bienven...

- ¡No! – gritó el gato.

Y un hilillo de sangre brotaba de la mano de Caliban, a la vez que las garras desenfundadas del gato estaban teñidas de carmesí. Sin embargo, estaba más sorprendido el felino, al ver que su naturaleza lo había traicionado.

- ...ida- terminó de decir Caliban.

- L-Lo siento, No estaba lista- dijo la criatura.

Tanto fue la sorpresa de los que presenciaban la escena y el perro – exceptuando a la Doctora- abrieron los ojos como platos. Grigori especialmente se pronunció.

- ¿Una devushka? ¡Pero si pensé que era un mal'chik?

- Daba todas las señas de ser una hembra. Su mal carácter la delataba, para empezar- dijo la Doctora Natalia.

- Una gata. Fierecilla salvaje. Desde hoy te llamarás Catalina- expresó Calibán al tiempo que se quitaba la chaqueta para cubrirla.

- Me gusta...Catalina- expresó la gata con un ronroneo.

Catalina a su vez notó que en Calibán no había rastro alguno de rencor, y aceptó acompañarle, acurrucándose en su regazo.

- ¡Bien, Calibán! Aprendan- les dijo la Doctora Natalia a los presentes, al tiempo que seguía a ambos animales

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now