Capítulo 28 Mi Hobby

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"Eritia..." "Eritia" "La Taiga arde" "Y las tinieblas...".

Reconocía la voz, y la invadía la tristeza, y la nostalgia. Pero no tenía tiempo para eso. Una sacudida tras otra la regresó a la realidad, y no paró hasta que abrió por completo los ojos. Ante ella, Doña Ceci, que no dejaba de repetir su nombre.

- ¡Valeria! ¡Valeria! ¡Despierte, mija, despierte!

- ¡Por Dios, señora! ¡Su estado, recuerde que la joven no está bien! - le dijo el Doctor Urrutia, tomándola de un brazo para evitar que siguiera zarandeando a Valeria, pero la fuerza de la mujer lo superaba.

- ¡no me importa, tiene que volver!

- ¡Doooña Ceeecii! - dijo Valeria al tiempo que la sacudían.

Finalmente, Doña Ceci dejó de tomar a Valeria por los hombros y esperó a que la chica se reincorporara, pero Valeria no se puso de pie.

- Ta... Taiga...la... Taiga...

- ¿Traiga? ¿Qué quiere que le traiga? ¡Valeria! - gritó Doña Ceci.

Viendo que la chica seguía sin reaccionar, Doña Ceci levantó el brazo y extendió sus dedos. La palma descendió sobre la mejilla izquierda de Valeria en medio de una sonora cachetada que enseguida la despabiló.

- ¡Ay, Doña Ceci! ¿Qué ocurre? ¿Por qué me pegó?

- ¡Deje de hacer preguntas pendejas! ¡Se paró ya! – le aseguró Doña Ceci, a la vez que la tomaba de la camisa con ambas manos.

- Señora Cecilia, por favor, el estado de la joven es...- alcanzó a decir el Doctor Urrutia.

- Doña Ceci... - exclamó Valeria.

- ¿Qué les costaba... qué les costaba esperarse para hacer esa prueba de vuelo, ah?

- Lo siento, Doña...

- Aterrice, Valeria, Aterrice- le dijo Doña Ceci, a la vez que bajaba la cabeza.

Ruth, sin mediar palabra, miraba la escena. Al Doctor Urrutia le costaba seguir a Doña Ceci, pero si de algo estaba seguro, es que la cicatriz que la mujer tenía en la frente la obtuvo enfrentando una vida no precisamente fácil.

- ¿Doctor? La niña ya está bien - le dijo Doña Ceci.

- ¿Cómo dice? Eso lo decido yo, señora - dijo el Doctor Urrutia, firme en sus convicciones.

- De-De veras Doctor – djo Valeria mientras se tallaba un ojo con una de las manos.

- Usted dijo que sufrió visión de túnel, ¿Verdad?

- Sí, pero ustedes no me dijeron bajo qué causas...

- Y en su experiencia tratando pacientes, ¿le parece que ella está con visión de túnel, Doctor?

- ¿A dónde quiere llegar? – le preguntó el Doctor, tallándose el mentón con la mano.

- Déjenos ir.

- No.

Al rato, Doña Ceci, Ruth y Valeria se dirigían a la salida. Vanesa, pensativa como estaba, no reparó hasta muy tarde cuando vio salir a las mujeres, que no le prestaron nada de atención, a pesar que quería agradecerles por interceder con el Doctor Urrutia para que la dejaran ver a sus abuelos. Sin embargo, no pudo dejar de reparar en la más joven de las tres, Valeria, y de quien hasta el momento tenía la certeza de que era una niña. Mientras Doña Ceci la llevaba con ella tomándola de la muñeca, Valeria se giró para mirar hacia las puertas cerradas. A Vanessa algo pareció atraerle de ella, y era algo más allá de los ojos azules y la inocencia que proyectaba en ellos, invadiéndole de repente un extraño sentimiento de nostalgia.

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now