- Es una mala idea- sugirió Yuli.
- ¡Es el momento, Yuli! Si te pudiera describir la sensación- exclamó contenta Valeria.
Si una cosa le dio el tener de vuelta sus poderes, esa era la el experimentar el vuelo de vuelta. Y eso era algo que rondaba por sus pensamientos desde hizo uso de esta facultad en la cantera, lugar donde justo ahora se encontraban.
- Bien, entiendo que te quieras ir de aventurera, pero si abusas...
- Lo sé, lo sé- interrumpió Valeria.
- Te vas a lastimar. Y pues Doña Ceci se va a enoja, a pesar que ya hicimos las paces con ella, y todo. Ella diría que esto es muy irresponsable- aclaró Yuli.
- Yuli, te creía más... intrépida.
- Intrépida. ¿De dónde sacas palabras así?
- Manabo y Shizuka hablan de ese modo, y alguna debió quedarse para que yo la mencione en el momento indicado- dijo Valeria.
Aunque el frío era más intenso en la cantera, Valeria iba vestida como siempre, sin importarle mucho, aunque no dejaba de proyectar su aliento en sus nudillos y de saltar varias veces para calentarse. Yuli que se aferraba a un abrigo, la miraba incrédula.
- ¿Es por lo que Manabo no te pudo acompañar hoy? - inquirió Yuli.
- ¡Sí! Luego que corrí esos bloques de hielo, él y yo habíamos quedado de venir al día siguiente. Y él me guiaría con su dron para practicar. Pero por Doña Ceci él no está aquí, y no creo que quiera practicar nada porque va a venir cansado, y...
- ¡Bien! ¿Pero sabes? Si Manabo estuviera con nosotras, nos habría dicho las limitaciones que tienes al volar. Él sabe casi todo acerca de ti, y de cómo están las cosas en Bogotá hoy día- dijo Yuli, al tiempo que se apretaba el abrigo contra el cuerpo y contemplaba el cielo.
Nubes plomizas bailaban en el cielo de la mañana, amenazando con caer pesadamente sobre construcciones y gente con una tempestad que podría desbordar ríos. Pero al igual que todo el mundo en Bogotá, Yuli creía percibir que algo más aparte del clima inconsistente permanecía en el cielo desde el 29 de febrero.
- Si va a volar, hágalo ya, que nos va a caer el aguacero- le recriminó Yuli.
- ¡Voy! - exclamó Valeria, a la vez que extraía de su cangurera el A-Sweeter.
Llevándole la contraria a Yuli, Valeria se tomó su tiempo. Y Yuli notó aquello a la vez que documentaba todo con la cámara de su celular. El A-Sweeter se desacopló en tres partes y Valeria se lo puso de golpe en el hombro izquierdo. Al hacerlo, salieron despedidas dos correas por la presión del gas en su interior.
- E-Eso... ¿Es un cinturón? - preguntó Yuli.
- Sí, lo iba a ser. Pero Manabo quería que las correas me rodearan la cintura por sí solas, pero era imposible para Shizuka hacer algo así- le explicó Valeria.
- No, tú no entiendes. La forma del dispositivo y el cómo te lo pones en el hombro. Todo es como si te lo pusieras luego de haber ganado un campeonato de lucha.
Tras esto, Valeria se detuvo a observar el A-Sweeter con las correas, y tuvo un respingo.
- ¡Ah, sí sí, como en uno de los afiches que le arreglé a Doña Ceci! Y lo usaba El, mmm... El León Colombiano.
- Ah, sí, sí. Menos mal no se rompió la foto que la Doña se sacó con él, o su historia acaba esa misma noche- rió Yuli.
- Bien, sí... pero bueno, puede que por verlo a él se me haya ocurrido. Que se pone mucho mejor en el hombro que en la cintura - dijo Valeria a la vez que apuntaba las chapas de las correas en el cinturón de la cangurera.
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La Hija de Atlas: #1- Morder el Polvo
Fantasy"Flotabas, y estoy segura que tú fuiste la que convirtió en polvo el concreto de las paredes. ¿Qué cosa eres?". La oleada de terror que trajo La Noche del Ruido en Bogotá duró lo suficiente como para neutralizar a casi todos los niños en la ciuda...