Capítulo 31 ¡Yo soy Belial!

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En uno de los potreros circundantes a los bloques de hielo que Valeria misma colocara para poner a prueba sus poderes, transcurría una escena que esperaba encontrarse luego de seguir las marcas de llanta de bicicleta: Yuli le hacía frente a un desganado Estiven, o más bien a su brazo derecho, que parecía actuar de manera independiente, y estaba a punto de arrojar una ráfaga de golpes.

- Por lo que dijo ese pelado, el brazo de Estiven es otra cosa ahora- recordó Valeria las palabras de un aterrorizado Dilan.

Recordaba bien como Estiven le arrojó un golpe tras otro, y sabía que lo que estaba a punto de pasar no se comparaba nada a lo que experimentó aquella vez en la lona, y sin pensarlo dos veces metió la mano a la cangurera y sacó el A-Sweeter, se lo colocó en el hombro tan rápido como pudo y comió las suficientes tiritas de A-Snack, seis en total, para transformarse. La intención de ello no era otra que salvar a Yuli, y con ese deseo tan intenso en mente, reprimió las visiones que aparecían siempre que las comía para manifestar las hélices, y tras transformarse, en su lugar apareció una visión de algo que realmente no esperaba.

- El avión...- dijo Valeria con la voz temblorosa.

Por un instante, Valeria podía ver la hélice del avión antes de manifestarlo. Pero era tan breve que, por un acto automático, al evocarla, era capaz de materializarla. Pero al ver al avión completo en su mente, descubrió que tenía más opciones en el momento en que el avión se dividió pieza por pieza. En ese momento, la necesidad de proteger a Yuli emergió y la opción de invocar una hélice fue reemplazada por otra.

La Mano vacía esperaba terminar ya con Yuli, pero un golpe tras otro se encontró con una barrera de metal cuyo eco resonaba con cada puñetazo. Luego de arrojar el último de la tanda, retrocedió y se dio cuenta de qué era.

- Es un ala...- dijo asombrada Yuli.

- ¿Un ala de avión? - preguntó Estiven.

- ¿De dónde salió, y cómo? - preguntó La Mano vacía.

- Fui yo. Y es que casi no llego a tiempo, Yuli- dijo Valeria jadeando.

Y ahí estaba ella, con el traje de heroína puesto, y recuperando su postura, cruzó los dedos y los hizo tronar con un estruendo que incluso La Mano Vacía se estremeció.

- ¡No, no, no, no quiero matarla! - dijo Estiven a su mano.

Pero el brazo de Estiven se tiñó de color rojo y se hinchó hasta tres veces su tamaño mientras se contorsionaba para girarse hacia él, generándole un dolor tal que sobrepasaba su tolerancia al mismo. Su mano, ahora bestial y cuyos dedos terminaban en afiladas uñas, reveló en la palma una cara con sus rasgos deformados por la ira.

- ¡Derrotarla! ¡es derrotarla! ¡Nos quitó todo! Por ella, ¡La Mano Vacía nunca estuvo en un campeonato mundial, y su portador no es nadie! - expresó con ira la mano.

La Mano Vacía sabía de lo que hablaba. Tal vez en el momento en que se ubicaban esas afirmaciones no era más que la mano derecha de Estiven, pero los recuerdos de éste los vivía como propios, y de ahí la ira y resentimiento que sentía. Por eso sentía el momento cuando Duvan encaró a Estiven como si lo hubiera vivido, una mañana de sábado en la que todos estaban reunidos en el gimnasio.

- ¿Deja de tomar esa vaina y me pone cuidado, Estiven? – le pidió Duvan, a la vez que le retiraba la botella con ají.

- Creo que puedo tomar ya todo lo que quiera desde hoy. Yo ya sé lo que me va a decir- expresó Estiven a la vez que levantaba los hombros con necedad.

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now