La madrugada en Kennedy, como en toda Bogotá, se manifestaba fría y nublada. El aire gélido aullaba en la calle, y los madrugadores se exponían a él, bien abrigados, para comenzar su jornada laboral desde temprano. La autopista también rebosaba de actividad con un tráfico ligero, donde lo buses iban y venían sin mayor demora y con menos de la cantidad de pasajeros. Esto facilitó a Yuli las cosas para llegar a tiempo a trabajar, aunque lamentó haber llegado puntual, ya que se aburría mientras esperaba a que la anunciaran desde portería. Se estremeció y sacudió su rizada y negra cabellera, que le caía como cascada sobre los hombros y la espalda, cubiertos por una chaqueta de cuero con las mangas recogidas hasta la mitad del brazo. Luego de pasar sus manos enguantadas de dedos descubiertos por entre los bucles de su melena, se apoyó sobre la repisa de la portería. Detrás de esta, un joven portero que padecía las consecuencias de pasar la noche en vela servía tinto para los dos.
-Tome, Mai, para que coja calorcito.
- Gracias. Awwwm, tengo un sueño – comentó ella luego de un largo bostezo que apenas sí pudo disimular con la mano en la boca.
-Pues Mai, siempre es como temprano. Las 4 y alguito.
- Eso también, pero le iba diciendo, que yo tengo un sueño, dedicarme a eso de la lucha – contestó ella muy segura.
- Suena chévere, ¿pero, ahorita viene también a eso? ¿A lucharle a Doña Maria Ligia? – preguntó el celador tras dar un sorbo a su café.
- Bueno, usted quería saber por qué llevo este parchecito de acá ¿No? Este... ¿Correa? – leyó la chica en el rótulo del lado derecho de la chaqueta del vigilante.
El celador asintió mientras prestaba atención al parche en el hombro derecho de la chica. Era una cabeza enmascarada en perfil izquierdo y bordada en un trozo de tela con un contorno en forma de flama, que descansaba sobre una cinta, también bordada, con un mensaje en su interior: "Nadie tomará tu lugar". Aunque el diseño le gustaba, el portero en realidad quería un pretexto para hablar con Yuli por lo atractiva que la encontraba. Ella definitivamente era su tipo. No pasaba de los 23 años y tenía un cuerpo tonificado y en buena condición física, con una sonrisa y actitud que enseguida lo encandelillaron. Por eso estaba más feliz que nadie cuando, al anunciar a Yuli en el 216 del Interior 4, la propietaria le pidió que le dijera a la chica que en diez minutos llamaba para hacerla pasar.
- Ajá, Mai. Alejandro Correa, para lo que se le ofrezca, aquí estoy - contestó el portero extendiéndole la mano.
- Yuli Cuello – dijo ella, estrechándole la mano sin mayor emoción.
- Aah, conque por eso el parche. Porque te quieres ir de luchadora. Con la máscara, así y todo.
- ¡Sí! Un día, haré eso de tiempo completo, no como un hobby. Subirme a un ring, luchar y...
El apasionado discurso de Yuli, con el que los ojos le brillaban cuando explicaba su sueño de hacerse maestra del ring fue cortado de súbito por el pitido del citófono, que Correa enseguida contestó con un gesto de pena. Era algo que ella amaba exponerle a los demás, y Correa, que se había dado cuenta, intentó usarlo como excusa para acercarse más a la chica. Y aunque al final no lo consiguiera, la pasión que ella expresaba en sus palabras se le quedó.
- Que pase, pelada.
- Todo bien. Gracias.
- Ah, y con la doña, paciencia que jode como una verraca.
- Listo- contestó Yuli, para nada aliviada con lo que le dijera Correa.
A Yuli le tomó lo suyo encontrar el lugar, ya que los números que indicaban cual era cada uno de los interiores estaban deteriorados, pero fue algo que resolvió rápido luego de preguntar a una señora que paseaba por las áreas verdes y apoyada en un bastón. Se hizo anunciar desde el panel del citófono, y tras un chillido eléctrico, la cerradura cedió para que ella pudiera empujar la puerta y entrar. Subió las escaleras en unos segundos, dando con facilidad con el apartamento, el cual era el único en su piso que contaba con el número completo. Un instante después de tocar el timbre, notó la puerta entreabierta, y la empujó para asomarse, cuando de repente sintió el impacto que en un instante la dejó a merced de una inquieta marea de pelo dorado y lengua juguetona.
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La Hija de Atlas: #1- Morder el Polvo
Fantasy"Flotabas, y estoy segura que tú fuiste la que convirtió en polvo el concreto de las paredes. ¿Qué cosa eres?". La oleada de terror que trajo La Noche del Ruido en Bogotá duró lo suficiente como para neutralizar a casi todos los niños en la ciuda...