- La... La mano... m-me amenazó... me... me dijo al oído... que a la otra no fallaría...- dijo Dilan al tiempo que temblaba.
Estaba en shock y no dejaba de repetir lo mismo desde que Valeria y sus amigos la encontraron.
- ¿Y Yuli? ¡Ha visto a Yuli! - preguntó Valeria, impaciente.
- H-Hablé con Yuli, sí... Fue... por allá, en cicla...- señaló el joven con la mano temblorosa.
Valeria reparó en el piso sin asfaltar y en las huellas de llantas de bicicleta que se podían ver en el piso enlodado, y comenzó a seguirlas, pero Doña Ceci la detuvo.
- ¡Valeria! Este...
- ¿Qué pasó, Doña Ceci? - dijo Valeria con impaciencia.
- Si no pueden con la situación, si les queda grande enfrentar al tonto ese... se espera a que llegue el resto de gente.
- Sí, sí- dijo, antes de irse.
- Vamos a ver cómo hacemos para entrar e interrogar a la mamá de ese zángano- dijo Doña Ceci.
- Si quiere yo la acompaño, Doña- se ofreció Esneider.
- Espérese que lo necesitamos para ver cómo hacemos para quitar todos esos huevos que el Estiven se estaba guardando, quien sabe para qué diablos- le pidió Doña Ceci.
- ¡Huevos! ¡Huevos de lagarto! ¡Estiven tiene los huevos! – dijo de repente Dilan, quien se dirigió a la puerta de la casa del chico.
Comenzó a tocar el timbre una y otra vez, y luego desistió y empezó a darle golpes a la puerta de metal.
- ¡Doña Caridad! ¡Abra la puerta! ¡Abra! – gritó Dilan.
Las luces del interior de la casa se encendieron y al poco tiempo la madre de Estiven, en bata y pantuflas abrió la puerta.
- ¿Dilan, qué pasó? ¿Qué se le quedó...? – dijo la mujer, que en cuanto vio que el chico no estaba solo, guardó silencio.
Por la puerta entreabierta, Doña Ceci alcanzó a ver los huevos de anfibio apilados en el parqueadero, y de inmediato hizo a un lado a Doña Caridad para entrar.
- ¡Esneider, traígase ese camión suyo en bombas! – dijo Doña Ceci.
- Listo, voy- dijo el muchacho, acatando la orden de inmediato y abandonando el lugar.
Manabo entró y observó también el montón, luego de tropezar con la batería, la cual tomó con ambas manos.
- Mejor alejamos esto de acá, o desataremos una inundación de proporciones bíblicas- dijo el chico, saliendo de la casa.
Luego le dio la batería a Shizuka y tomó su celular.
- ¿Manabo? ¿Pero qué...?
- Sal de la casa con esa batería. Necesitamos decirles a todos del aparente plan de Estiven para generar caos con los huevos- dijo Manabo a la vez que tomaba fotos.
- ¡Mi Estiven no es así! ¡Él no quería los huevos para eso! - salió a defenderlo Doña Caridad.
- Entonces díganos para qué los quería, Señora- la interrogó Doña Ceci.
- Él... Lo estaba reuniendo... todo esto... para enfrentar a esos monstruos. Ése fue el trato que hizo con el que lo ayudó a mejorar, a ser más fuerte...
- ¿A qué se refiere? - le preguntó Doña Ceci.
- Le dieron el secreto para volverse más fuerte. Quería volverse fuerte, para enfrentar a esos monstruos, como el que nos inundó acá.
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La Hija de Atlas: #1- Morder el Polvo
Fantasía"Flotabas, y estoy segura que tú fuiste la que convirtió en polvo el concreto de las paredes. ¿Qué cosa eres?". La oleada de terror que trajo La Noche del Ruido en Bogotá duró lo suficiente como para neutralizar a casi todos los niños en la ciuda...