Capítulo 30 Bueno, como es la vaina

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- La... La mano... m-me amenazó... me... me dijo al oído... que a la otra no fallaría...- dijo Dilan al tiempo que temblaba.

Estaba en shock y no dejaba de repetir lo mismo desde que Valeria y sus amigos la encontraron.

- ¿Y Yuli? ¡Ha visto a Yuli! - preguntó Valeria, impaciente.

- H-Hablé con Yuli, sí... Fue... por allá, en cicla...- señaló el joven con la mano temblorosa.

Valeria reparó en el piso sin asfaltar y en las huellas de llantas de bicicleta que se podían ver en el piso enlodado, y comenzó a seguirlas, pero Doña Ceci la detuvo.

- ¡Valeria! Este...

- ¿Qué pasó, Doña Ceci? - dijo Valeria con impaciencia.

- Si no pueden con la situación, si les queda grande enfrentar al tonto ese... se espera a que llegue el resto de gente.

- Sí, sí- dijo, antes de irse.

- Vamos a ver cómo hacemos para entrar e interrogar a la mamá de ese zángano- dijo Doña Ceci.

- Si quiere yo la acompaño, Doña- se ofreció Esneider.

- Espérese que lo necesitamos para ver cómo hacemos para quitar todos esos huevos que el Estiven se estaba guardando, quien sabe para qué diablos- le pidió Doña Ceci.

- ¡Huevos! ¡Huevos de lagarto! ¡Estiven tiene los huevos! – dijo de repente Dilan, quien se dirigió a la puerta de la casa del chico.

Comenzó a tocar el timbre una y otra vez, y luego desistió y empezó a darle golpes a la puerta de metal.

- ¡Doña Caridad! ¡Abra la puerta! ¡Abra! – gritó Dilan.

Las luces del interior de la casa se encendieron y al poco tiempo la madre de Estiven, en bata y pantuflas abrió la puerta.

- ¿Dilan, qué pasó? ¿Qué se le quedó...? – dijo la mujer, que en cuanto vio que el chico no estaba solo, guardó silencio.

Por la puerta entreabierta, Doña Ceci alcanzó a ver los huevos de anfibio apilados en el parqueadero, y de inmediato hizo a un lado a Doña Caridad para entrar.

- ¡Esneider, traígase ese camión suyo en bombas! – dijo Doña Ceci.

- Listo, voy- dijo el muchacho, acatando la orden de inmediato y abandonando el lugar.

Manabo entró y observó también el montón, luego de tropezar con la batería, la cual tomó con ambas manos.

- Mejor alejamos esto de acá, o desataremos una inundación de proporciones bíblicas- dijo el chico, saliendo de la casa.

Luego le dio la batería a Shizuka y tomó su celular.

- ¿Manabo? ¿Pero qué...?

- Sal de la casa con esa batería. Necesitamos decirles a todos del aparente plan de Estiven para generar caos con los huevos- dijo Manabo a la vez que tomaba fotos.

- ¡Mi Estiven no es así! ¡Él no quería los huevos para eso! - salió a defenderlo Doña Caridad.

- Entonces díganos para qué los quería, Señora- la interrogó Doña Ceci.

- Él... Lo estaba reuniendo... todo esto... para enfrentar a esos monstruos. Ése fue el trato que hizo con el que lo ayudó a mejorar, a ser más fuerte...

- ¿A qué se refiere? - le preguntó Doña Ceci.

- Le dieron el secreto para volverse más fuerte. Quería volverse fuerte, para enfrentar a esos monstruos, como el que nos inundó acá.

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now