- ¡Ah! - gritó Valeria a la vez que se levantaba de súbito.
Se sentó en su cama, y fastidiada por el ruido que emitía la alarma del celular de Manabo, Valeria extendió su mano hacia la mesa, y deslizó sus dedos por la pantalla iluminada del teléfono para seleccionar el ícono que desactivaba la alarma.
- Manabo... ¿por qué tienes tu reloj en alarma a las... 3 de la mañana ?- se quejó al tiempo que bostezaba.
Más que enojada porque el celular le arrebatara su sueño, estaba agradecida de que así fuera. Temblaba y sudaba frío, y todo ello por culpa de las extrañas visiones que aparecieron en su sueño, donde volvía a ver el hermoso bosque que, por efecto de tomar el agua con sabor a té, comenzó a vislumbrar siempre que se quedaba dormida.
Sin poder ya retomar el sueño, sea por lo intranquila que la ponían sus sueños y por las heridas que recibió con su pelea con Estiven, Valeria tornó su atención hacia el celular de Manabo. Y en la oscuridad, comenzó a explorar las posibilidades del aparato, descubriendo sus aplicaciones una por una, hasta dar con el navegador de internet, dónde comenzó a realizar búsquedas de términos que le interesaban, empezando con el bocadillo, y descubriendo que el término no sólo aplicaba a la conserva de guayaba. Pasó a buscar otros temas que le causaban curiosidad, y el tiempo se le pasó tan rápido que no se percató de que estuvo 40 minutos resolviendo sus dudas. Luego de un rato, se sintió mejor, y con la cabeza despejada de sus malos sueños, se puso de pie, y encendió la luz de su cuarto.
Tomó cada recorte que le facilitó Manabo, y tras emparejarlos con tijeras, Valeria comenzó a pegarlos con cinta adhesiva en un croquis previamente dibujado en varios pliegos de papel pegados en la pared que formaban un mapa de Bogotá. Cada imagen correspondía a una de las doce criaturas que fueron avistadas en diez de las veinte localidades. Enfocó su atención en la localidad de Teusaquillo, donde había pegado una foto impresa. En ella estaba la imagen de una mujer en medio de la oscuridad, y era lo bastante nítida para distinguir que iba vestida y maquillada como una muñeca, sentada en un comedor con otros muñecos a escala natural. Una nota estaba pegada en el borde inferior de la foto, y en ella acababa de escribir "Fomor Muñeca". Luego cerró los ojos y comenzó a recitar para sí misma.
- Manos gigantes y flotantes de fuerza considerable que aparecen en todas direcciones intentan darme alcance. Puedo con ellas, con mi poder no me representarían mayor amenaza. Podría liberarme de su agarre con facilidad con mi fuerza, pero ellas son una extensión del enemigo a enfrentar. No pararán de atacarme a mí o a cualquiera hasta que vaya tras quien las maneja. No puedo dejar que me agarren, o me llevarán hacia la Fomor Muñeca...
Luego abrió los ojos, pegó un papel y escribió con un marcador.
- Puedo... puedo alcanzar una velocidad tal... que pueda pasar por el... vórtice de manos, y si... no, debe haber algo más.
Sintiéndose derrotada, Valeria enfocó su atención en otra imagen.
- Parece una arveja. No, su cabeza lo parece. No es humano. Tampoco parece malvado... pero por él el Tunal es una selva. No se ve malvado, no...
Y dejó a un lado el marcador. Valeria se sentía derrotada, pero en ese momento tocaron a la puerta.
- ¿Valeria despierta a esta hora? - dijo Doña Ceci desde atrás de la puerta.
- Do-Doña Ceci... pregunto lo mismo- dijo Valeria, sorprendida.
- ¿Lista para salir a entrenar? - dijo Doña Ceci lanzando un par de puños. Valeria negó con la cabeza y volvió a mirar la pared.
- No, Doña Ceci- dijo Valeria a la vez que se llevaba la mano a los moretones que tenía en la cara. Doña Ceci notó el gesto y dejó la animosidad inicial de lado.
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La Hija de Atlas: #1- Morder el Polvo
Fantasy"Flotabas, y estoy segura que tú fuiste la que convirtió en polvo el concreto de las paredes. ¿Qué cosa eres?". La oleada de terror que trajo La Noche del Ruido en Bogotá duró lo suficiente como para neutralizar a casi todos los niños en la ciuda...