Capítulo 15 Teoría del Injerto

15 3 2
                                    


- ¿Hace cuánto que nadie entra aquí, Señora Cecilia? – Preguntó Manabo.

El chico observaba cada rincón del invernadero, y sólo encontraba macetas y plantas descuidadas, o marchitas, y entre más miraba, más se imaginaba la razón por la que Doña Ceci lo hizo subir.

- Yo vengo acá seguido, pero por cantar y silbar no puedo- protestó Doña Ceci.

- Cantar, silbar...

- Que por cuidarlos a ustedes no puedo también cuidar el Invernadero.

- Ah, Ya entendí. Y quiere que le ayude a limpiar este lugar.

- ¡Sí! ¡Qué listo me salió, chino! – lo felicitó la señora.

Manabo tornó los ojos hacia adentro y suspiró. Luego Doña Ceci tomó su mano y puso en ella lo que quedaba de manzana dorada.

- Dios mío. ¡Esta es la fruta mágica de La Hija de Atlas!

- Así es. ¿Ya ves ahora por qué te traje aquí, al invernadero de la Hija de Jack? - preguntó Doña Ceci.

Manabo sostuvo la manzana en sus manos, y notó que sólo quedaban dos cuartos de esta.

- Para cultivar manzanas- contestó Manabo.

Doña Ceci caminó hacia un arbusto y lo acarició.

- Sí, pero no va a ser fácil.

Manabo sacó su celular y abrió la ventana del navegador para buscar.

- Bueno, un árbol de manzana se demora en crecer, pero le podría decir cuánto tiempo le toma desarrollarse, sí la señal de internet fuera menos errática...

- Recuerdo cuando Jack el Japonés un día me visitó- interrumpió Doña Ceci-. Él y su hija vinieron a verme. Éramos muy amigos, y Megumi era adorable, y también muy inquieta. Así y todo, me pidió que la tuviera un tiempo de sus vacaciones acá, que se la cuidara, ya que él tenía que viajar urgente a Japón con la mamá de la niña. Ella tenía unos seis añitos, y yo había perdido a mi Ulises hace poco. Me iba a hacer mucho bien tener algo de compañía después de eso.

- Lo siento mucho, Doña Ceci. No sabía que estuvo casada- dijo Manabo.

- Gracias, Manabo. Todo el mundo dice lo mismo cuando les cuento- dijo la mujer mientras pasaba sus dedos por la cicatriz de su frente.

- Perdone, Señora Cecilia, pero, ¿A qué viene todo esto que me cuenta?

- Ya, ya le digo- le dijo la mujer.

Luego de mirar en silencio hacia una maceta vacía, Doña Ceci se dirigió hacia ella y la tomó en sus manos.

- Bueno, la pelada trajo con ella un frasco de compota de bebé con agua y algodón, y una semillita de manzana, que ya estaba germinando. Y ella la quería plantar, así que la trajimos aquí, al Invernadero. Fue de las últimas cosas que hicimos con mi Ulises, porque le había contado que quería un jardín, y la terraza era perfecta para eso. Yo realmente no quería volver acá, pero Megumi no dejaba de llorar para que le ayudara con la bendita semilla, y la maceta la tenía acá. Así que la tomé del brazo y subimos hasta acá para que la plantara.

Manabo observó el lugar, pero de entre tantas macetas, enredaderas y arbustos, no vio nada que se pareciera a un manzano.

- Ah, ya se fijó. Bueno, trasplantamos esa semilla de manzana, y la china la alcanzó a ver hasta que le creció una hojita, que germinó hasta antes de la semana en que la tuve acá conmigo. Pero gracias a eso, Megumi venía seguido a ver como estaba su planta, que no se la quiso llevar porque estaría mejor en el Invernadero. Y ese era el problema, que como no se estaba ocupando siempre de la planta, a esta la atacaron manada de bichos, gusanos, pulgones, y se la terminaron comiendo. Eso la pelada no lo quiso aceptar, ¿Pero adivine qué?

La Hija de Atlas: #1- Morder el PolvoWhere stories live. Discover now