21. Daryl.

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📢Se advierte que hay palabras delicadas que abarcan los abusos y el aborto. Si no es de tu agrado te invito a salir, gracias.

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Tenía doce años recién cumplidos cuando alguien decidió que ya era una mujer, que mi anatomía estaba desarrollada para ser tocada y explorada sin mi consentimiento. Jamás imagine que la persona que más amaba y me había criado aún sin llevar su ADN fuera el responsable de mis traumas. 

Mi padrastro se creía con el derecho de toquetearme a su antojo con la excusa de que me había criado gastando su dinero porque mi mamá no trabajaba, así que de alguna forma yo debía pagar todo el sacrificio que hizo por nosotras. 

Recuerdo haber tenido todo su peso corporal sobre el mío y su aliento a cigarrillo soplar contra mi rostro. Mi sistema se había congelado del shock que estaba experimentando, que no podía mover ni un solo músculo y ni siquiera hablar o gritar por ayuda. 

Recuerdo sus manos recorrer mis muslos mientras jadeaba sobre mi oído preguntando si me estaba gustando. 

Estaba aterrada, tenía muchísimo miedo. 

Mi mente se quedó en blanco en el proceso en que comenzó a husmear por mi cuello y levantó su mirada grisácea mientras me sonreía macabramente. 

—¿Por qué haces esto?—pregunte en un débil susurro con la esperanza de que se apartara. 

—Porque te deseo—confesóy sé que tú también, lo sé por la forma en la que vas vestida y me provocas.

Quise vomitar. 

Quise llorar. 

Quise gritar. 

Quise morir. 

—No—suplique cuando sentí que sus manos huesudas querían bajar el elástico de mi pantalón. 

—Te va a gustar...

Mis ojos se centraron en el techo y por fin deje escapar las lágrimas. ¿Por qué me hacía esto? ¿Por qué mamá decidió irse de vacaciones con sus amigas y me dejó aquí? 

¿Es mi culpa? ¿Tengo la culpa de que esto me esté pasando? 

Recuerdo haber forcejeado con él y pataleado como una auténtica loca para escapar de su agarre. Por la mente se me pasó cientos de escapes pero el peso sobre mí era superior, no podía hacer mucho. 

Recuerdo que el timbre de la casa sonó. 

Su cuerpo se paralizó y comenzó a sudar frío. 

Escuche la voz de mi mejor amigo llamando mi nombre. 

Recuerdo como colocó una mano sobre mi boca y con tono amenazante dijo:

—Si le cuentas esto a alguien voy a matar a tu madre y te vas a quedar sola. No estoy bromeando, te juro que la matare. Mas te vale mantener la boca cerrada.

Solloce mientras asentía con la cabeza. 

Se alejó a la fuerza no sin antes plantar un beso ruidoso sobre mis labios. Salió de mi habitación y ahí me volví a quebrar. Me abracé a mi misma con la idea de darme consuelo. 

Me sentí sucia, asqueada y creí que era mi culpa. 

¿Qué podía hacer? ¿A quién acudía? Se supone que la persona que debía cuidar de mi se propasó y me lastimó. ¿A quién le podía decir que estuvieron a punto de abusar de mí? 

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora