32. Shane.

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Solía quejarme del mundo y el ruido de las personas. Pero a estas alturas añoro hasta mi vecina y el escandaloso ruido de su lavadora a las tres de la madrugada. Ahora ya nada es como antes y para vivir el guardar silencio es de vital importancia. Resulta que los muertos vuelven a la vida, escucharlo es incluso ridículo porque se supone que son solo cosas ficticias y que pasan en las películas o series de televisión. Ahora vivíamos en una película de terror constante, huyendo de los muertos y tratando de sobrevivir. Llevábamos alrededor de un mes en un campamento a las fueras de Atlanta con personas que nos habíamos cruzado a la hora de escapar cuando las noticias dieron el aviso de un virus desconocido. Shane, mi marido, se había hecho cargo de ayudar a la mujer e hijo de su mejor amigo, así que íbamos todos como en un pack. Para desgracia de Lori, su marido no pudo escapar del hospital al estar en coma por recibir un disparo durante su turno de trabajo como sheriff, así que lo mas probable es que esté muerto. Como todos los demás, todos están muertos.

—Hola—murmuro al verle entrar a nuestra tienda de campaña.

—Hola, cariño.

Se quita los zapatos y no tarda en acostarse a mi lado, en aquella incomoda colchoneta a la que llamo mi cama. Entierro mis manos en su cabello y lo atraigo hacia a mí, beso sus labios y hago de tripas corazón al oler el aroma de Lori sobre su piel. No fue difícil completar el puzle sobre el adulterio que ambos habían creado a mis espaldas. No era casual que los dos desaparecieran a la vez y luego vinieran algo alborotados, ya sea con el pelo revuelto, sedientos e incluso cansados. Mi marido me ponía los cuernos con la mujer de su difunto amigo. Quise confrontarlo y exigirle una explicación por tremenda traición, pero ahora no tenía donde ir y me daba miedo escapar sola. Quién sabe cuanto dure viva sin su protección. Así que fingía que nada pasaba entre ellos dos e intentaba seguir con mi miserable vida. Y a pesar de tener miedo me veía incapaz de dejarle, no cuando estaba tan profundamente enamorada que era capaz de perdonarle por ser tan mal marido. Me pregunto si ellos se veían antes del inicio del apocalipsis, así continúan con su juego que se trataba de verme la cara de tonta. 

—Estás muy distraída—dice en un susurro. Veo su cejo fruncido en medio de la noche y paso una mano por ahí para que quite esa mueca. 

—Saber que te vas a la ciudad me pone muy nerviosa. Es peligroso. 

Acaricia mi rostro con delicadeza y aparta mi cabello azabache, dejando la piel de mi cuello totalmente expuesta. Su boca hace de las suyas y echo la cabeza hacia atrás para que me bese a su antojo. 

—Déjame demostrarte cuanto te amo—me da un mordisquito en el cuello y siento sus manos instalarse bajo la tela de mi camisa—. Me haces sentir amado cada vez que te toco, amor. Nunca me voy a cansar de hacerte mía. 

Le beso para que guarde silencio. No quiero seguir oyendo sus mentiras. Prefiero hacerme la ignorante, así duele un poco menos. Se coloca entre mis piernas y lleva ambas manos hacia el borde de mi pantalón de chándal, tira de él y también se lleva mis bragas consigo. Quedo expuesta de cintura para abajo y no demora en acariciar mi piel. Sus ásperas manos pasan a mis rodillas y las separa para así inclinarse y besar el interior de mis muslos. Arqueo la espalda al sentir su respiración sobre mi intimidad y tengo que taparme la boca cuando su lengua se pasea por toda mi hendidura. Esta vez agarra mis muslos, clavando sus dedos en mi carne y su boca me devora de una manera tan apetitosa que me hace cuestionar si soy incapaz de dejarle por el sexo. Shane es bueno en lo que hace, es muy apasionado y me vuelve loca lo duro que puede ser cuando entra en mí. 

—Shh—sisea entre risas—no querrás que todo el campamento se entere de lo que estamos haciendo. 

—Cállate y cómeme el coño. 

Le escucho reírse y vuelve a su trabajo. Me da igual que me escuchen, solo quiero correrme en su boca y dormir. A veces las cosas no salen como yo quiero porque cuando llego al aclamado orgasmo mi marido me da la vuelta y quedo totalmente a su merced. Siento sus dientes en uno de mis cachetes y luego me da tres azotes que arden como la mierda, pero le pido que continúe y no demoro en volver a sentir la humedad entre mis piernas. 

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora