22. Rick.

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En completo silencio tomo asiento en el pequeño sofá del balcón. Las vistas son realmente hermosas desde el hotel. Esta noche me siento melancólica y la dulce voz de Adele, hace que entre en sintonía con mis sentimientos. Realmente me cuesta digerir todo lo que ha pasado últimamente. He perdido tantas cosas a lo largo de mi vida que lo único que puedo hacer es esperar que el vacío que siento en el corazón, se vuelva una costumbre dolorosa. Y por mucho que duela el recuerdo de todo, algún día espero pasar página de verdad y ponerle un punto y final. No quiero puntos suspensivos ni una segunda temporada, quiero el final definitivo.

—¿Quieres una cerveza?

Giro un poco mi cabeza ante la voz masculina y asiento ante su petición. Doy un trago largo y vuelvo a suspirar.

—¿Cómo la gente puede pasar de ser todo, a nada? ¿Cómo pasamos a ser desconocidas otra vez? ¿Cómo pude estar tan ciega?—le pregunto sin apartar la vista del cielo estrellado.

Rick suspira pesadamente y tarda un rato en volver a hablar.

—Sé que te duele que tu mejor amiga ya no sea parte de tu vida, pero era lo mejor cariño. No podías seguir permitiendo tener una amistad tóxica, que te manipulaba cuando le diese la gana y no estuviera cuando realmente la necesitabas. Tú dabas todo por ella... y ella no daba nada por ti. Después del espectáculo de esta noche por fin pudiste darte cuenta de su verdadero yo. Y sé que eso es lo más te duele; haber confiado en alguien que en realidad no conocías.

Apoyo mi cabeza sobre el hombro de mi prometido y no tarda en pasar una mano sobre mi espalda para dar leves caricias a modo de consuelo. Me aferro a la lata fría de cerveza y me cuestiono cómo algo que yo consideraba irrompible se estropeó de la noche a la mañana.

Conocí a Angie el primer año de secundaria y desde ese momento estuvimos juntas. Angie era la chica alegre, amistosa, bonita, graciosa y yo tenía la suerte de ser su mejor amiga pese a ser todo lo contrario a ella. Se me daba fatal entablar conversaciones, mi rostro siempre estaba neutro careciendo de sentimientos y me agobiaba estar rodeada de tanta gente. Admiraba que Angie me diese de su tiempo porque era increíblemente popular y todos querían ser sus amigos. Me sentía genial aunque suene patético, me sentía genial porque era mi única amiga.

La gente hablaba pestes de mí, pero a mi realmente nunca me importó. Siempre he intentado crear un muro de hierro a mi alrededor ante cualquier comentario hiriente, y más viniendo de gente que no conozco ni me interesa.

—¿No te importa que se esté corriendo el rumor de que ya no eres virgen?—preguntó Angie en un susurro mientras me dedicaba a anotar lo que la profesora de álgebra decía.

—¿Y qué importa si soy virgen o no?—cuestiono tras sonreír de manera sarcástica.

—Dicen que te acostaste con el marihuanero de último curso.

Me río sin poder evitarlo. La profesora nos llama la atención y no tardamos en pedir disculpas por la interrupción.

—¿Rick? No fuma—afirmo en un susurro pues no era la primera vez que alguien se dirigía a él de ese forma, el que fumaba era Daryl y yo de vez en cuando, esta me mira atenta y se muerde las uñas.

—¿Pero lo hiciste con él o no? Es un año mayor que tú.

Somos amigos... nada más.

Ella me mira sorprendida y vuelve a morderse las uñas. ¿Qué le pasa? Sus ojos verdosos me examinan por un buen rato y no tarda en suspirar, se encoge de hombros.

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora