37. Daryl/Rick

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Contexto para que entiendan y descarten tríos; hay dos protagonistas. Lean la nota del final, por favor.

Ser hermana mayor en pleno apocalipsis era un gran castigo y eso lo sabia muy bien Aurora, quién había batallado desde el día uno en mantener con vida a su hermana menor y a la panda de descerebrados a los que Ariel, su hermana, llamaba mejores amigos. El grupo había encontrado unos carteles que señalaban el nombre de la terminal por lo que siguieron el rumbo por las vías para ver si podía ser un sitio seguro para resguardarse por un tiempo de los muertos. Aurora se había negado a ir porque no creía que hubiera un sitio lo suficientemente solido para mantenerlos a salvo, sin embargo, siguió a su hermana porque no podía hacerla entrar en razón y tampoco quería que algo malo le sucediera. La única condición para seguirles hasta allí, era que ella iba a mantenerse fuera del supuesto sitio seguro por si algo malo pasaba le daba luz verde para arremeter contra cualquiera que quisiera meterse con su hermana y la bola de tontos de sus amigos.

Aurora se escondió en el bosque a la espera de lo peor, pero no escuchó ni siquiera el ruido de un arma, y para que mentir, se sintió mucho mas intranquila. Esperó y esperó, y no hubo señales de Ariel.

—No hay señal de la bengala—susurró desde el alto de un árbol—. Les dije que usaran la maldita bengala si estaban en peligro. ¿Todo está bien?

Aurora intentó canalizar sus emociones, tanto como esperar paciente a que las cosas le salieran bien por una vez y no tuviera que enfrentarse a nadie peligroso. No era la primera vez que se veía en problemas por el cuarteto de veinteañeros desde el inicio del virus.

Por otro lado, Ariel y compañía eran arrastrados hacia uno de los vagones donde tenían encerrados a varias personas con el objetivo de hacer cosas espantosas.

—¡Suéltame, patán!—forcejeó la pelirroja entre lágrimas.

Sin más preámbulos el grupo de amigos fue encerrado en un vagón oscuro, y tras acostumbrarse a la poca luz que se filtraba por la madera se dieron cuenta que no eran los únicos allí.

—Me cago en todo—refunfuñó Cata con una mano en el pecho—esta gente da miedo.

Frente a ellos se encontraban otras personas; un grupo que venían de diferentes sitios y que ahora se consideraban familia.

—Cállate—le chistó Joe.

Un hombre que rondaba los cuarenta años dio un paso hacia adelante.

—¿Quiénes sois?—preguntó con voz grave.

Los amigos casi que se abrazan ante la figura imponente que tenían delante. Pero Ariel, que es muy Ariel, dio voz por su grupo.

—Estás encerrado como nosotros, lo que quiere decir que no tienes ni voz ni voto, como nosotros—volvió a recalcar con un intento de voz ruda—. La cosa es que no te tenemos que dar explicaciones.

El grupo mayor se quedó a cuadros ante esa pobre contestación. Dejaron el debate al escuchar como abrían el vagón de al lado y sacaban a personas a la fuerza, no sobraron los gritos de auxilio que puso a más de uno en alerta.

—¿Por qué nunca le hacemos caso a Aurora?—preguntó Graham muerto de miedo—. No estaríamos apunto de morir si nos hubiéramos ido con ella.

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora