40. Rick.

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El invierno en una prisión debería ser un castigo divino o algo así. ¿Cómo carajos se supone que me voy a duchar con el frío que hace? Estaba agotada como para plantearme ser una persona limpia, pero tras estar fuera por unos días era motivo suficiente para hacer un esfuerzo y dejar de dar grima.

Con el alma por los suelos entro a mi habitación y no demoro en clavarme sobre mi cama en busca de suavidad. Haber dormido en el suelo estos últimos días me tiene destrozada y mi cama parece un paraíso pese a que esté dentro de una celda.

—Ya estás aquí.

Aún es de día y puedo ver perfectamente al individuo que entra sin siquiera avisar.

—Toca la cortina o algo así—le recuerdo.

—Sí, perdona. ¿Qué tal?

—Tengo frío y doy asco, pero todo bien. ¿Y tú?

Rick no me contesta, de hecho nunca me dice como se siente. Tenemos una relación algo complicada, si es que tampoco se le puede decir relación, solo follamos cuando uno de los dos se siente para el arrastre y es la única forma de relajar tensiones en el mundo tan cruel en el que vivimos. Y desde que murió Lori, su ex mujer, las cosas han sido bastante complicadas. Nada como ser la hermana pequeña de su mejor amigo y la posible tía de la bebé que dejó Lori tras morir. La intriga me clavaba el pecho por saber si Judith era hija de mi hermano Shane, o de Rick. La cosa es que esperaba que fuera del cabrón de mi hermano, ya que estamos me gustaría creer que una parte de él sigue conmigo.

No sé en que momento las cosas se salieron de madre y esos dos tuvieron encuentros a escondidas. Nunca fui partidaria de esconder infidelidades y él debía saber lo que ellos hacían a sus espaldas. Así que desde ese instante nos refugiamos en el otro—de manera sexual—para sobrellevar las cosas y seguir viviendo día a día sin querer desear la muerte. La cosa es que ya no me hacía gracia que solo habláramos para nuestros encuentros íntimos, también quería que me dijera como se sentía y que pudiera dormir conmigo sin tener que hacer algo más. Al final acabé clavada por él y le metí corazón a esta extraña relación.

—¿Esta noche tienes guardia?

Niego.

—¿Quieres dormir conmigo?

Clavo mis codos sobre el colchón y le miro con una ceja levantada e intento disimular mi decepción. Es mas bien un; ¿quieres que follemos esta noche y luego cada quién duerme en su cama?

—Sí, vale.

—Vale—repite con una media sonrisa—. Nos vemos luego.

Se marcha.

Me quedo unos minutos mirando el techo y aguantando las ganas de soltar lágrimas. ¿Por qué no es capaz de abrirse conmigo? ¿Por qué no se da cuenta que estoy enamorada de él? Mi hermano y yo nos metimos con un par de locos insensibles.

—Rata inmunda.

Vuelvo a la realidad y clavo mi mirada en mi cortina. Al otro lado veo una sombra y sonrío al reconocerla.

—Pasa.

Al segundo echa la cortina hacia un lado y me queda mirando. Termino por sentarme y decido quitarme las botas.

—¿No te piensas bañar?—pregunta el cazador con una mueca de asco—. Aquí huele a rata de alcantarilla.

—Oh—alargo con falsa sorpresa—. No me digas que eres capaz de olerte. Sorprendente esa habilidad tuya de poder detectar el aroma al segundo, bravisimo.

Daryl suelta unas carcajadas y me tira una toalla.

—Pensé que vendrías oliendo a demonio y cansada, así que te calenté algo de agua para que vuelvas a ser tú.

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora