12. Daryl.

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—No eres el hombre del que me enamoré, ya no más—confieso entre lágrimas.

Sus penetrantes ojos azules me retan pero pese a las molestas lágrimas, yo también mantengo la mirada. Da unos pasos hacía delante y trata de tocarme, pero mis pies dan marcha atrás.

—¿Hasta cuando voy a tener que soportar tus desprecios?—pregunto.

—No te desprecio.

Se me sale una amarga risa y su rostro se vuelve más serio.

—Acabemos con esto, ya no funcionamos juntos. Solo sabemos hacernos daño el uno al otro.

—Yo te amo, ¿cómo no puedes entender eso? ¿Vas a dejar que todo se vaya a la mierda?

El nudo sobre mi pecho comienza a ser insoportable, me quema, me duele. Retiro las lágrimas de mis mejillas pero vuelven a ser reemplazadas por otras. ¿Por qué tenía que doler tanto?

—Tú empezaste todo, Daryl, no vayas de víctima por favor. Deja de jugar con mi mente. Porque no estoy bien.

Daryl aprieta la mandíbula y coge lo primero que encuentra, un jarrón, no tarda en estrellarlo contra la pared. Doy un salto por el susto y mi respiración se vuelve más pesada.

—¡¿Por qué quieres acabar?!

Sus manos se instalan sobre mis brazos, donde ejerce fuerce, como si quisiera que entrara en razón. Pero esas no eran las formas.

—¿Ahora por fin entiendes lo que yo sentía? Cuando te suplicaba de rodillas que no te fueras de casa porque te necesitaba, pero tu preferías ir de bares con tus amigos. ¿Cuántas cenas que preparé para ti se quedaron frías porque no volvías a la hora prometida? Me cansé de remar yo sola, tú dejaste de hacerlo hace meses y yo no puedo más.

—Solo he salido un par de veces, cariño, he estado muy estresado.

—¿Y tú crees que yo no? Aquí solo importa lo que tú sientas. Estoy cansada de sentirme culpable, de sentir que no soy lo suficientemente buena para hacerte feliz... te he aguantado muchas cosas. Pero el amor no lo es todo, por mucho que te ame esto no puede continuar.

—Y lo que yo te he aguantado a ti. ¿Eso no cuenta? Aquí yo soy el malo de la película, todo es mi culpa.

—No te lo niego, yo también he tenido mis malas decisiones. Por eso es mejor dejarnos ir, somos muy tóxicos.

—No digas tonterías—su rostro se acerca al mío y yo me debilito ante su cercanía.

Sus manos acunan mi rostro y deja suaves caricias. Cierro los ojos ante el contacto y me dejo disfrutar por última vez. Porque no podía permitir que esto siguiera, no podía arrebatarme el amor propio con sus falsas promesas de que iba a cambiar. ¿Cuántas veces dijo que ya no tomaría ni una sola gota de alcohol con tal de que no pelearamos? ¿Cuántos aniversarios se perdió por elegir a sus amigos? ¿Cuántas veces me quedé yo sola cuando lo necesitaba y no estaba? A veces hubiera preferido que me engañara para tener una buena excusa para huir, para dejarle para siempre.

Luego volvía a estar sobrio y me engatusaba con sus bonitas palabras de amor. Pero llegaba la noche y el licor, y yo no existía para él. Intenté ayudarle en todo lo que podía, pero estaba viviendo solo su vida, no tenía tiempo para vivir la mía. Todo era Daryl, Daryl y Daryl.

—No me dejes, mi amor, te prometo que voy a cambiar. Ya no vas a volver a sentirte sola.

Recuerdo mis maletas hechas bajo la cama y el billete de avión dentro de mi bolso, y sonrío.

Ya no te creo Daryl.

Entonces permito que me bese a su antojo. Porque sería la última vez que nuestros cuerpos se unirían, una triste pero merecida despedida. Daryl me agarra por los muslos y comenzamos una lucha de lenguas. Nos besamos con desesperación, como si trataramos de ser el ganador. Daryl baja sus besos hasta mi cuello y apoya mi cuerpo contra la pared. Su cuerpo se apega al mío con fuerza, y apostaría que ni un afilar se atrevería a pasar por allí.

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora