29. Daryl.

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La mañana era un total caos en la oficina y los ojos me escocían de estar tanto tiempo frente a la pantalla del ordenador. Debía tener todos los documentos ordenados, traducidos y listos antes de la hora del almuerzo. Esto de que abrieran una nueva sede farmacéutica en Londres me tenía agotada, había tanto trabajo que hacía horas extras y llegaba a mi casa hecha una mierda.

Me retiro las gafas y me pongo de pie cuando veo a mi jefe pasar por mi lado e indicando que entre a su oficina.

Merle Dixon es el jefe más insoportable del mundo y le gustaba llenarme de trabajo. Solía quejarme de eso en la cafetería con mi compañero, Glenn, quién se compadecía de mí.

—Como ya sabes me trasladaré a Londres—empieza mi jefe tomando asiento frente a mi—. Mi hermano vendrá a hacerse cargo mientras tanto.

Siguió hablando sobre los cambios, lo que debía hacer en su ausencia porque me había negado a ir con él por mis responsabilidades en casa y que probablemente su hermano se quede de forma indefinida en Atlanta porque ya va siendo hora de que maneje del todo el negocio familiar. Yo me limite a apuntar todo. Que se fuera Merle eran como vacaciones para mí y en el fondo deseaba que no volviera a manejar esta sede. 

Llevaba apenas un año trabajado como su secretaria, pero se sentía como una vida entera. Ya había perdido la cuenta de las veces que se me pasó por la cabeza dar mi renuncia.

Cuando llega mi hora de descanso recibo una llamada que me deja de piedra y me tengo que excusar para salir del trabajo lo más rápido posible, prometiendo volver.

Con treinta y dos años ya tenía las cosas claras, tenía todo sumamente planificado hasta la jubilación, pero cuando me llamaron para avisarme que mi hermana había muerto en un accidente de coche y que me había dejado como responsable de sus tres hijas, todo cambió drásticamente. Ni siquiera sabía como sentirme respecto a mi hermana porque nunca llegamos a unir lazos y se fue muy temprano de casa por un chico, dejándome atrás sin despedirse. Pero aún me quedaba un poco de amor por ella en mi interior, así que me tocó hacerme cargo de tres niñas con personalidades algo difíciles de tratar. Era o eso, o que el estado se hiciera cargo de ellas, y en cuanto vi a la más pequeña me fue imposible mirar para otro lado.

Cuando bajo de mi coche no demoro en correr hasta la entrada del instituto, donde me espera la secretaria y me dice que la siga hasta el despacho de la directora. Nada más entrar me tomo con la sorpresa de que hay un hombre con otra niña, la cual tiene el labio partido. En una esquina está Valery con gesto de que le da igual el mundo y a su lado su gemela con la cabeza gacha. Quiero ir a ver que le pasa, pero, la directora me invita a sentarme frente a ella.

—Señora Sarah—comienza con semblante serio—. Valery le ha soltado un puñetazo a su compañera de clase...

Antes de que continúe escucho a mi sobrina decir:

—Me estaba defiendo, esa lagarta le rompió las gafas a mi hermana.

—Valerie—le reprende la directora.

Sin importar que quel hombre me mirara como si le hubiera meado el desayuno, me reincorporo y me encamino hacia Victoria, la más tímida de las gemelas. Me siento a su lado y con la mirada de todos clavados en mí, le alzo el rostro y sus ojos marrones muestran signos de que ha llorado. Frunzo el entrecejo cuando veo que tiene unas marcas de uñas bajo su mandíbula, y todo rastro pacifico se me va por un tubo.

Ignoro las protestas de la directora por no hacerle caso, y escucho como Valery me explica que sus compañeras de clase no paran de molestarlas desde que llegaron al instituto, y la que más es aquella niña rubia. De por sí ya era difícil cambiarse de estado e iniciar el curso escolar a mediados, esto lo hacía peor. 

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora