Relatos [TWD]

35. Carl.

Noooo, se comieron mi torta... Tampoco podía comparar a Carl con un dulce, pero así se sentía, como si se hubieran comido mi postre sin mi autorización. Hace apenas dos segundos que habíamos entrado por las puertas de Hilltop—tras una larga lucha contra los salvadores y acabando con el poder de Negan—que Enid se atravesó por mi camino y fue directo a abrazar a Carl. Lo más sorprendente fue verla tan alegre y besarle la boca sin importar que todos estuviéramos ahí. Carl se queda estático por unos segundos, pero no demora en corresponderle. Hago de tripas corazón y sigo de largo para encontrar a una de las habitantes de Hilltop con Judith entre sus brazos.

—Hola, corazón—la niña se aferra a mi cuello y esconde la cabeza allí mismo—. Yo también te extrañe.

—Que no se note el favoritismo, eh Judith—comenta Rick al llegar a mi lado.

Judith murmura al escuchar la reconocida voz de su padre y reclama su atención.

—¿Estás bien?

Sonrío ante su preocupación y asiento. Me retiro de allí antes de humillarme frente a todos y me encamino a la casa principal para llorar por dos minutos.

Por la noche me quedo a vigilar el perímetro de las afueras de Hilltop. No podía dormir por sobrepensar tanto y era preferible estar pendiente a un posible ataque—aunque Negan ya no fuera un peligro—.

—¿Por qué estás tan callada?

—Me gusta el silencio, Carl.

El jodido había decidido hacerme compañía durante la guardia y yo no había replicado. La verdad es que necesitaba aclarar las cosas y en este momento la mayoría dormía, así nadie podía interrumpirnos.

—¿Qué te pasa?

Pongo los ojos en blanco y sigo apoyada contra la madera del muro.

—¿A que ha venido todo eso con Enid?

Le miro atentamente y este se retira el pelo de la frente. Parece nervioso por cada movimiento que hace.

—Creo que me gusta de verdad, además, ya no soy un crío y quiero estar con una mujer.

Suelta una risa para nada alegre.

—¿Ah, que te la quieres follar?

Carl me mira con asombro.

—Tampoco soy una cría, Carl, no te sorprendas por palabras como esas.

—Ya sé que no eres una cría.

—¿Entonces por qué no piensas en mí de esa forma?

—¿Qué?

Miro al cielo en busca de paciencia y apoyo mis manos en mis caderas.

—Como a una mujer. ¿Por qué con ella sí y conmigo no?

Parece más nervioso que de costumbre y balbucea en busca de palabras correctas.

—¿No te das cuenta que me gustas?

—Valentina, lo siento mucho—murmura apenado.

Auch. Auch. Auch. El pecho me arde del dolor y hago lo imposible para mantener mis lagrimas en su sitio. La vista se me nubla sin poder evitarlo.

—Eres mi mejor amiga... Desde que llegamos a Alexandria no pude evitar fijarme en Enid y-

—Vale—le detengo. No quería digerir más palabras sobre su absurdo romance o lo que sea que vaya a tener con Enid—. Ya me lo has dejado claro. Me rindo. Pito caliente.

Tengo una buena habilidad para esconder mis sentimientos y cambiar los temas rápidamente—por mucho que me duelan—.

—Ser virgen a los 20 ya no hace gracia—se ríe por mi comentario anterior. Mi vista vuelve a la normalidad después de tanto esfuerzo—. No quiero que nuestra amistad cambie.