9. Daryl.

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Putos hombres. ¿Por qué los necesitamos? ¿Por qué no pueden conformarse con amar a una sola mujer? ¿Por qué a ellos les llaman campeones cuando se tiran a varias y a nosotras putas por hacer lo mismo? Hipocresía pura y dura.

Y ni hablar de aquellas amigas que te juran lealtad y de la nada te enteras que te la están clavando hasta con queso. Mi mejor amiga de la infancia se metió con el que soñaba que sería mi futuro marido. A una semana de la boda y los pillo revolcandose en nuestra maldita cama. Ellos creyeron que vendría un día después por reuniones de trabajo y caí en casa por sorpresa. Al final la sorpresa me la llevé yo. Perra ella. Perro él. Perros los dos. Ay perdonad animales del mundo. Que los perros y perras sin son leales, no como esas dos escorias humanas.

Como me duele el corazón...

Daryl mira mi miserable existencia y da varias palmaditas sobre mi hombro. No dice nada, siempre ha sido un hombre de pocas palabras. Pero su sola presencia es suficiente para no sentirme abandonada. Me reconforta tenerlo a mi lado.

—¿Tan fea soy?—le pregunto tras volver a dar otro sorbo a mi cerveza. Porque odio el alcohol fuerte y mi cervecita con limón me llena el almita lastimada. Daryl me mira interrogante y baja el volumen de la música—. ¿Es porque subí de peso? Es que joder la ansiedad me hace comer demasiado y con el tema de la boda no paraba de zampar. Siento ser fea y gorda, no me veas que te asusto—lloriqueo por no sé cuanta vez y noto como mi amigo vuelve a darme otro golpecito en el hombro.

—No seas tonta, tonta.

Levanto la vista ante sus palabras contradictorias e hipo. Daryl tiene sobre sus manos un vaso con whisky y aquella camisa blanca recogida hasta sus codos, lo que hace que sus músculos se vean mas bonitos.

—Eres guapa—dice finalmente, tras un silencio en el que ambos nos miramos sin siquiera pestañear—. Soy tu amigo pero tampoco estoy ciego. El que tiene la culpa es él y no tú. El puto problema lo tiene él, porque es tan poco hombre que no supo valorar a una mujer de verdad. No tienes que echarte piedras sobre tu propio tejado para compensar tu culpabilidad, porque tú no eres la mala de la historia. No es tu culpa. A ti te han traicionado dos personas importantes en tu vida y quién hace esas cosas riendo al final acaban llorando. Maldito picha corta—añade para que sus reconfortantes palabras no queden tan cursis. Porque Daryl odia lo cursi, pretende dar ese aspecto de hombre rudo y sin sentimientos.

Asiento con la cabeza y vuelvo a secar mis lágrimas con el dorso de mi mano. Vuelvo a dar otro trago y suelto un suspiro.

—¿Por qué tengo que hacerme de menos? Quiero decir... me han hecho daño y estoy viendo cosas de mi misma que no le han podido gustar a él. Como tratando de encontrar un por qué y dejarme de sentir tan patética. Pues que le jodan sino le gusta mi cuerpo o mi rostro. Que le jodaaaaaaaaaaaan.

Daryl suelta una breve carcajada. Porque llevo una semana bebiendo y echándome la culpa de todo y ni una sola vez me he parado a maldecir a mi ex novio.

—¿Te sientes mejor?

—Pues no mucho. Pero insultandole tampoco me hace sentir muy bien, fue una buena persona después de todo. Me voy a quedar con los buenos momentos antes de llamar a mi tía Menchu para que le haga uno de esos rituales satánicos. Hace dos días me llamó y que tenía todo preparado para comenzar con la brujería, yo me negué. A ver si se me va a aparecer algo maligno por ser vengativa. No, paso.

—Que miedosa eres.

—No te lo niego.

Nos echamos a reír como unos locos y termino la noche babeando sobre el cojín del sofá.

El sol entra por la ventana de mi cruel apartamento. Digo cruel porque aquí sucedió todo. Ya que me la pegó doblada no pensaba dejar que se quedara y yo irme a vivir debajo de un puente. Que se busque la vida el muy canalla.

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora