1. Daryl.

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¿Nunca le han llamado la atención lo prohibido? Aquello que sabes que está mal y aún así quieres hacerlo.

Daryl Dixon era prohibido. Ese hombre es el pecado en persona y yo quiero ser castigada por ello. No, quiero que él me castigue.

Dixon siempre ignora mis insinuaciones, no importa si me pongo la falda más corta que tengo en el armario o el mejor sostén que eleva mis pechos hasta la galaxia. Ese idiota ignora mi esfuerzo por seducirlo.  ¡Estoy cansada! No me importa si me dobla la edad o es el mejor amigo de mi padre. Lo quiero y punto. Había estado babeando por él desde los diecisiete y ahora con veinte años todavía no podía quitármelo de la cabeza. 

Me veo frente al espejo y suelto un suspiro perezoso mientras hago el intento de entrar en ese minúsculo vestido. Había escuchado que mi padre invitaría a sus amigos del trabajo a una pequeña fiesta organizada en casa y obviamente Daryl no iba a faltar.

Esta noche tenía que encerrarlo en mi habitación a como de lugar, me quedaban escasas semanas para volver a la universidad y no podía desperdiciar esta oportunidad.

Paso sobre mi boca por ultima vez el pintalabios rojos y sonrío al ver lo bien que he quedado. Más de dos horas para arreglarme. Como me ignore creo que voy a tirar la toalla, aún me queda algo de dignidad.

Me tiro otra hora y media en mi habitación, simulando que estoy hablando con mi mejor amigo por skype para hacer tiempo hasta mi hora de ataque.

—Es mayor que tú—se queja mi amigo.

—Lo sé.

—Pero no te importa.

—Touché. Ahora me iré porque es hora de que haga aparición.

—Suerte con tu plan de todas formas, te llamo mañana.

—Okay my friend.

Se ríe y corta la llamada. Muevo mi larga melena castaña hacia un lado para así dejar mi cuello destapado. Salgo de mi habitación en completo silencio y voy de puntillas sobre mis tacones.

—Buenas noches—dicen tras mis espaldas.

Aquella masculina y ronca voz terminan por hacerme sonreír. Al dar la vuelta para mirarle, muestro una mirada inocente.

—Buenas noches señor Dixon.

Puf, está tan guapo en esos vaqueros que se ciñen a sus grandes muslos. Mi mirada se detiene en su entrepierna y hago todo lo posible para no babear. Se ve que el hombre está bien dotado y yo soy tan curiosa que quiero ver que tan grande es.

—¿Vas a salir a hurtadillas?—pregunta mientras se cruza de brazos.

Paso saliva al ver como sus bíceps se aprietan entorno a la camisa de cuadros. ¡Está en forma!

—Umh no... solo iba unirme a la fiesta. ¿La gente ya está borracha o puedo saludar?

—Algunos colegas ya tienen un par de copas encima. Así que te recomiendo no salir con ese aspecto.

Sus precioso ojos me recorren de arriba a abajo. El vestido rojo se ciñe a cada extremo de mi cuerpo y apenas cubre mi trasero. Quería algo que le diera acceso a tocarme a su antojo. Quería sus manos sobre mi cuerpo una y otra vez.

—¿No me veo bien?

Daryl se queda callado y termina por encogerse de hombros.

—¿El baño de la planta de abajo estaba ocupado?

—No, solo venía a por unos documentos al despacho de tu padre. Tengo que irme más temprano.

Mieeeeeerda.

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora