3. Carl.

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Desde el porche de mi casa observo a los nuevos supervivientes atravesar las puertas de Alexandria. Son un pequeño grupo en el cual veo que llevan a un bebé... Hacía tanto tiempo que no veo a un bebé. Sin querer una pequeña sonrisa se cuela en mis labios.

Mis ojos marrones siguen con atención cuando los nuevos se desplazan por las calles y paran justo al lado de mi casa. El que parece el adolescente del grupo repara mi presencia y hace una mueca. Es muy pálido y posee una bonita mirada azulada. Le guiño un ojo por diversión y este no tarda en mirar a otro lado, totalmente avergonzado.

Los siguientes días me dedico a observarlo como si fuera una loca acosadora, lanzándole miradas coquetas y sonrisas que no son correspondidas.

Mocoso.

De vez en cuando me acerco a los de su grupo e intento llevarme bien con algunos. El padre del adolescente coge confianza conmigo enseguida y me recomienda ser amiga de su hijo Carl. Dice que le cuesta hacer amigos que no sean de su edad.

—No lo sé Rick—me quejo tras ver como su hijo nos saluda por educación y se mete a su casa con la niña en brazos—. Tu hijo es difícil, no habla mucho conmigo. En cambio con los hijos de Jessie tiene mejor comunicación. Hasta con Enid.

Rick se carcajea y sigue con la mirada clavada en sus manos.

—Creo que le gustas a mi hijo.

Un poco más y escupo el café que me ha invitado el señor. Vuelve a reírse y yo me avergüenzo como hace tiempo no lo hacía. Normalmente era una chica sin pelos en la lengua y me daba igual lo que la gente pensara de mi. Pero en cuanto Rick dijo que le gusto a Carl, me sentí un poco intimidada.

—¿Cuántos años tiene él?

—18.

Una sonrisa burlona viene a mi y cualquier rastro de timidez se evapora con el aire.

—Así que solo le saco dos añitos, interesante.

—¿Por qué ese cambio repentino?

Me encojo de hombros y vuelvo a tomar un sorbo del dulce café.

—Creí que era más pequeño y por eso le trataba como a los hijos de Jessie. Primero pensé en ligar contigo pero parece que andas con Michonne, es una pena que no estés soltero. Nos hubiéramos divertido juntos—alzo las cejas repetidas veces y le muestro una sonrisa arrogante.

Rick se ríe como un crío por mi broma y da varios golpecitos sobre mi cabeza.

—Eres muy graciosa. Me agradas.

—Lo sé.

Llega sábado y la líder de la comunidad nos informa que se hará una fiesta, no hay razones, solo se hará y ya.

—¿Qué podría ponerme hoy?—le pregunto a Aaron.

El hombre me mira curioso y se adentra a mi habitación.

—Ese mono blanco es bonito, ¿por qué no te lo pones?

—Quiero algo que sea fácil de sacar.

Aaron se lleva las manos a la boca y suelta un gritito.

—¿Debería tener miedo que mi niña esté pensando en cosas sucias?

Le lanzó lo primero que encuentro a la cabeza y este no tarda en esquivarlo. Decidí vivir con Aaron y y su novio en el momento que me encontraron casi murieron, ellos me cuidaron como si fuera una más de su familia.

—No pienso en cosas sucias—me quejo haciendo un gran puchero infantil—es solo que quiero llevar algo cómodo. Además si quiero hacer pis voy a demorar dos años con el mono y la gente de fuera pensara que tengo diarrea o algo parecido.

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora