8. Rick.

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Echo un vistazo a la aplicación de mi teléfono donde me indica que la menstruación no me llegará hasta la semana que viene. ¡Mentira! Había confiado en la utilidad de una app para planear una noche romántica con Rick. Y ahora resulta que me estoy desangrando como si fuera la mismísima Carrie.

Rick por fin regresaba a casa después de casi dos meses sin vernos, su vida laboral lo mantenía fuera del país y cuando volvía lo recibía de la mejor manera. En esta ocasión la vergüenza me detiene de todo lo que había planeado.

Los novios con los que estuve jamás me habían tocado mientras menstruaba, según ellos yo daba miedo y era un ser extraño. Vamos a ver, que sangrar por la vagina cada mes es algo normal para cualquier mujer. Así con el paso de los años cuando me llegaba el ciclo me alejaba de los hombres para no avergonzarme. Sin querer había creado un complejo en mi misma, donde era un bicho raro que repugnaba a cualquier hombre. Me daban ganas de golpearme la cabeza contra una piedra cada vez que esos estúpidos comentarios se repetían en mi cabeza.

La llegada de Rick a casa había sido especial, nada más verme me llenó la cara de besos y me dio varios regalos que había conseguido en el extranjero. Lucía cansado por lo que le sugerí ir al dormitorio y ver una película hasta que a los dos nos diera el sueño.

El reloj marca las once de la noche y Rick ronca bajito a mi costado.

Los siguientes dos días son lo mismo; los dos nos limitamos a darnos besos y mimos que no lleguen a un nivel candente. Él sabe que estoy menstruando y no quiero intimar. Lo respeta. Pero aquella mañana fue diferente, en cuanto lo vi ejercitarse en el pequeño gimnasio que tenemos en el sótano, mis hormonas no tardaron en alborotarse.

El sudor que desprende su cuerpo por correr en la cinta, se deslizaba lentamente sobre su cuello y pectorales. Mi cuerpo reacciona ante la espectacular imagen de mi marido ejercitandose, algo normal para todo el mundo, pero para mí era la cosa más sexy y deliciosa que mis ojos pudieran ver. 

Detengo mis movimientos y dejo las pesas en un lado. Suficiente ejercicio por hoy.

—Amoooor—canturreo como una niña inocente.

Rick baja la velocidad y me mira

—¿Qué ocurre, preciosa?

Puf como me pone. Me siento en posición de buda y ladeo la cabeza hacia un lado, sonriendo.

—Te ves realmente caliente, ¿lo sabias?

Rick se sonroja como el primer día que le hablé sucio, me encanta. Adoro el hecho que después de tantos años la pasión y el amor sigan intactos.

—No me digas esas cosas...

—¿Por qué? Sé que te gustan.

—Lo sé, preciosa. Recuerda que estás en tus días y a ti no te apetece que hagamos el amor, así que mi mano derecha me ayuda hasta que tú quieras darme amor.

Rick comienza el enfriamiento sobre la cinta por lo que puede verme mejor. Sus ojos azules están clavados sobre mi, recorriendo cada parte de mi cuerpo. 

—Siempre quiero darte amor—confieso algo avergonzada.

—¿Y por qué no me lo das ahora?

Trago en seco y me rasco la nuca como signo de nerviosismo. ¿Por qué el sangrado tiene que ser algo tabú en el mundo? ¿Y por qué miércoles he dejado que me diera reparo follar mientras mi vagina sangra? Había escuchado de mis amigas que hacerlo durante la menstruación era algo de otro planeta. Y siempre me había hecho la pregunta de cómo se sentiría. No sé por qué le he prohibido a mi amorcito que no me toque. Vaya tonta estoy hecha. Rick me conoce de pies a cabeza y según me dice, ama cada trocito de mí. Lo cual me hace sentir amada y afortunada.

Me quito el sujetador deportivo y lo lanzo por los aires. Rick me mira embobado y procede a bajarse de la cinta de correr. Se acerca peligrosamente a mí y se arrodilla. Mis ojos y los suyos se encuentran, en ellos veo un brillo especial. No tardamos en fundir nuestros labios y juguetar con la cavidad bucal del otro. Rick pese a estar sudorosa se dedica a dejar pequeños besos a lo largo de mi cuello y succionar sitios donde solo el y yo somos capaces de ver. Cuando sus dientes jalan con suma delicabeza mis pezones, mis miedos e inseguridades se fueron al carajo. Ver esos ojos azules mirarme con adoración fue suficiente remedio para  seguir adelante aún estando en mis días.

Tumba mi cuerpo sobre la colchoneta y sigue dandome caricias sobre el cuello, pechos y abdomen. Sus suaves labios recorren de manera tortuosa el hilo de entre mis pechos y termina por darme un beso en la boca.

—Nunca me daría asco nada de ti, preciosa. Sé que siempre has tenido complejo con esto y yo lo he respetado por no hacer que te sientas incomoda, pero yo amo todo de ti. Dejame amarte, ¿esta bien?

Asiento sin dudarlo y le dejo hacer conmigo lo que quiera. Sus dedos bajan por el costado de mis costillas y aterrizan sobre el elástico del pantalón de chándal. Muerdo mi labio inferior cuando retira la prenda y me deja en aquellas bragas de algodón. Nada sexy pero muy cómodas. 

Sonríe abiertamente y se relame los labios. Me muevo inquieta cuando quiere bajar mis bragas.

—Tranquila, mi amor.

Asiento repetidas veces y dejo que siga con lo suyo. Ahora estoy desnuda de pies a cabeza y con un molesto palpitar en mi entrepierna. Mis piernas se cierran automáticamente y escucho como Rick suspira. ¿Se ha molestado? Levanto la vista y me sorprendo al verlo con el miembro al aire. Él termina por quitarse los pantalones cortos y separa mis piernas para colocarle entre ellas.

Pasa su endurecido pene por mi entrada y a mi me dan los siete males. ¿En que momento me he mojado tanto? ¿Por qué me he excitado tan rápido? ¡Normal! Llevo tanto sin ver a mi marido y la falta de sexo ya hace falta en mi vida diaria.

—Te sientes tan deliciosa—murmura entre dientes—quiero comerte todo...

Vuelvo a tragar saliva como loca cuando veo que se agacha frente a mi vagina. Ni siquiera toma aire o se lo piensa, directamente ataca como un poseso. Mis dedos se clavan en la colchoneta y mi cuerpo da espasmos por cada lametazo que da a mi centro. Mis gemidos son incapaces de ser controlados. Siento todo mucho más satisfactorio. ¿Por qué será que he estado aguantando todo esto? ¡Qué tonta soy!

Rick juega con mi clítoris hasta hacerme desfallecer y hacerme lloriquear como una niña pequeña cuando el orgasmo golpea con fuerza en mi interior.

Echo la cabeza hacia atrás y trato de que mi respiración se regule. Rick, desnudo y empalmado, se coloca entre mis piernas y me besa con mucho cariño.

—¿Ves? No ha pasado nada malo, mi amor. Tú has gozado y ni siquiera te has acordado que estabas sangrando. No tienes porque acomplejarte por eso. Eres un manjar. Yo te follaría siempre.

Lo último me hace reír y asiento despacito.

—¿Por qué no te deslizas dentro de mí?

—Como ordene señora Grimes.

Su pene se cuela entre mis piernas y resbala con facilidad.

Jodeeeeeeer. ¡Que agustoooooo!








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Cuanto tiempo jeje lo siento si es corto pero quería actualizar de una vez.
Estaba pensando en hacer segundas partes de los capítulos subidos, ¿les gustaría?

¿A quién quieren leer?

Relatos [TWD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora